1954: entrega oficial de CU

Las relaciones entre la UNAM y el gobierno, cordiales

Se coloca la primera piedra en Ciudad Universitaria

El 5 de junio de 1950, durante el rectorado de Luis G. Garrido Díaz, se colocó la primera piedra de Ciudad Universitaria, en el edificio conocido actualmente como Torre 2 de Humanidades, originalmente Instituto de Ciencias.

Hubo discursos del rector y del arquitecto Carlos Lazo. Asistió Adolfo Ruiz Cortines, secretario de Gobernación, en representación del presidente Miguel Alemán Valdés. Semanas después, el 7 de agosto, se colocaron las primeras piedras de las escuelas de Jurisprudencia y de Economía y de la Facultad de Filosofía y Letras.

Como rector de la UNAM, Luis G. Garrido mantuvo a la institución en orden y en tranquilidad e impulsó resueltamente los estudios de posgrado, creando maestrías y doctorados en varias escuelas. Continuó con la publicación de diversas colecciones, entre ellas la Biblioteca del Estudiante Universitario y las Obras completas de Justo Sierra.

Expidió el Reglamento para la Elección de Representantes de Profesores y Alumnos ante los consejos técnicos de escuelas y facultades; aprobó el proyecto de Reglamento del Consejo Universitario; creó el doctorado en Derecho, y aprobó el proyecto de las bases constitutivas de la Unión de Universidades de América Latina.

Modificó los planes de estudio de la Escuela Nacional de Ingeniería y creó, en 1950, las carreras de Ciencias Políticas, Ciencias Sociales, Periodismo y Ciencias Diplomáticas y el Departamento de Psicopedagogía. En 1951 logró la incorporación de los empleados de la UNAM a la Dirección General de Pensiones Civiles, lo cual se gestionaba desde 1946. Organizó, en 1951, la celebración por los 400 años de la fundación de la Real y Pontificia Universidad de México.

Garrido terminó su periodo rectoral el 31 de mayo de 1952. Un mes antes Rogerio de la Selva, secretario de la presidencia, habló por teléfono a cada uno de los miembros de la Junta de Gobierno para suplicarles, en forma muy comedida en nombre del presidente Alemán, que reeligieran al doctor Garrido para el desempeño del alto cargo, únicamente durante los meses que faltaban para la terminación del sexenio, el cual concluyó el 30 de noviembre de ese año.

Los miembros de la Junta accedieron a la petición. En aquellos momentos, la reelección condicionada de Garrido se relacionaba con la solemne ceremonia de la Dedicación de la Ciudad Universitaria el 20 de noviembre. Luego visitaron al presidente en el Palacio Nacional para darle las gracias por su atinada, justa y loable determinación. Habló en nombre de todos, por ser el presidente en turno de la Junta, el médico Abraham Ayala González.

Jesús Silva Herzog, en su libro Una historia de la Universidad de México y sus problemas, acuñó la frase: “Su periodo fue prolongado por obra y gracia de Miguel Alemán”.

Luis Javier Garrido, hijo del exrector, en desacuerdo con esa version envió un escrito a la revista Proceso –cuyo reportero, Gerardo Galarza, había entrevistado a Silva Herzog– en 1984:

“El rector Garrido había mantenido en paz a la UNAM durante cuatro años, una paz constructiva y fructífera, y era natural que la comunidad universitaria le pidiese que continuase en la rectoría por un periodo más Y así lo consideró la Junta de Gobierno de la UNAM. Era lógico que el gobierno viera en esas condiciones favorablemente su permanencia en el cargo. Y al renunciar cuando él así lo quiso, ya durante el sexenio del señor Ruiz Cortines, sin ninguna presión y sin que existiera conflicto alguno, simplemente por sus deseos de retirarse a la vida privada, las muestras de adhesión que recibió fueron innumerables, lo mismo de profesores que de estudiantes y de trabajadores universitarios: algo nunca antes visto en la historia de la UNAM. El propio presidente Ruiz Cortines le pidió que reconsiderara su actitud, pero él no lo hizo.”

Luis Garrido Díaz –primer rector que termina su periodo y fue reelecto– asistió el 20 de noviembre de 1952 a la ceremonia de la Dedicación de la Ciudad Universitaria para lo cual había sido reelecto el 6 de junio de ese mismo año para un periodo que debía durar hasta 1956 y que, sin embargo, terminó el 14 de febrero de 1953 con su renuncia al cargo.

Luis G. Garrido observa la maqueta de CU.
Luis G. Garrido observa la maqueta de CU.

Nabor Carrillo, nuevo rector

La Junta de Gobierno designó ese mismo 14 de febrero como nuevo rector al ingeniero geotécnico Nabor Carrillo Flores, cuya tarea principal fue planear el traslado de la Universidad –diversas escuelas, oficinas administrativas e institutos de investigación– a Ciudad Universitaria. Durante su rectorado se adquirió el equipo Van de Graaff, primero en América Latina para estudios atómicos, y se inició la publicación de la Gaceta de la Universidad.

El 22 de marzo de 1954, el presidente Adolfo Ruiz Cortines entregó oficialmente las instalaciones e inauguró los primeros cursos en los edificios del Pedregal de San Ángel.

Aprovechó la presencia de su hermano Antonio Carrillo Flores, titular de Hacienda y Crédito Público, para terminar la construcción del nuevo albergue de la máxima casa de estudios. No fueron pocos los profesores y estudiantes a los que fue necesario convencer del cambio, porque pensaban en las entonces deficientes comunicaciones entre los diferentes barrios de la capital a Ciudad Universitaria. Algunos profesores manifestaron su decisión de renunciar a sus cátedras por la misma razón, añadiendo el tiempo que perderían para dar una hora de clase ya fuese diaria o terciada.

Para entonces eran muy pocos los profesores de carrera cuya denominación se cambió por la de profesores de tiempo completo y de medio tiempo, probablemente, ya muy avanzado el primer periodo de la gestión de Carrillo.

Nabor Carrrillo fue el primer rector que después de ser reelecto para un segundo periodo, –del 13 de febrero de 1957 al 13 de enero de 1961– lo concluyó.

En los primeros años de su gestión no se había definido si los edificios y terrenos de Ciudad Universitaria eran del gobierno federal o de la Universidad. El rector Carrillo fue quien logró que el presidente Ruiz Cortines ordenara que los edificios y terrenos de Ciudad Universitaria se escrituraran en favor de la Universidad.

Si bien en 1953 se utilizaron las primeras instalaciones de la nueva universidad, tres años más tarde ya se había rebasado la capacidad prevista. Este año la UNAM contaba con una matrícula de poco más de 30 mil alumnos, ocho años más tarde, en 1961, la casa de estudios atendió a 68 mil alumnos, cuando CU fue planeada para 25 mil estudiantes. Junto con el crecimiento de la matrícula se expandió la planta administrativa.

Durante los ocho años posteriores a la promulgación de la Ley Orgánica –1945 a 1953–, la Universidad experimentó un crecimiento lento pero gradual, para después dispararse por arriba de cualquier previsión: en 1945 contaba con una población escolar de poco más de 23 mil alumnos, de 1950 a 1955 creció 49 por ciento.

Por ello, el rector Nabor Carrillo Flores propuso en 1955 impulsar las universidades de provincia y coordinar los esfuerzos, pues la UNAM no sería capaz de resolver los problemas de educación superior en México. Con este enorme crecimiento de la matrícula apareció otro problema, el de la deserción escolar. La institución era incapaz de retener a sus alumnos y de mejorar su eficiencia terminal.

El Departamento de Bibliotecas y el de la Biblioteca Central se instalaron en la Torre de Rectoría. Fueron dos organismos diferentes hasta su ubicación en el edificio que hoy alberga los murales de Juan O’ Gorman. El edificio de la Biblioteca Central –destinado originalmente para la Biblioteca Nacional y la Hemeroteca Nacional– abrió sus puertas el 5 de abril de 1956. A partir de entonces, la biblioteca se convierte en el eje de la vida universitaria y en emblema de la UNAM, por su belleza arquitectónica, sus murales y, sobre todo, por su importante colección de documentos bibliográficos.

Una amplia brecha se extendió entre el optimismo que campeaba en el ánimo de los universitarios al inicio de la década de los 50 y la situación que se manifestó hacia finales de la misma. Ocurrió un desplazamiento a lo largo de esos años en el orden de prioridades, a consecuencia de la transformación que sufrió la UNAM pasando de ser una institución simple, pequeña o dispersa, a una concentración compleja con elevadas exigencias de financiamiento, organización administrativa y recursos humanos.

Nabor Carrillo.
Nabor Carrillo.

La responsabilidad de las universidades

Publicación de Gaceta de a Universidad.
Publicación de Gaceta de a Universidad.

El presidente Adolfo Ruiz Cortines, quien respetó cumplidamente la autonomía, era visto con simpatía por los universitarios, a quienes les agradaba que llegara completamente solo, sin guardaespaldas, sabiendo que era estimado por los estudiantes, con quienes solía conversar sin ningún protocolo, de tú a tú. Esto se repitió en todos los actos oficiales a los que asistió. En aquellos años no existía la más mínima hostilidad entre el gobierno y la Universidad.

En la Gaceta de la Universidad, del 25 de junio de 1956 se escribió:

“La Universidad de Michigan, importante centro docente y de investigación de Estados Unidos, otorgó el título de Doctor en Derecho Honoris Causa al doctor Nabor Carrillo, rector de la Universidad de México. Con este motivo, el doctor Carrillo se trasladó a aquella institución y pronunció ahí un discurso con el tema La nueva responsabilidad de las universidades, del que enseguida reproduciremos algunos conceptos que merecen atención especial.

“Si cualquier universidad es, más o menos, un retrato del país donde vive, la Universidad de México es más que eso; es una planta piloto de los problemas sociales, económicos, espirituales y aun políticos de México”. El doctor Carrillo reconoció la amplitud y la complejidad del tema que se proponía abordar, ya que intentaba indicar el concepto de una nueva responsabilidad que parezca válida en las universidades de todo el mundo.

“Esta responsabilidad –continuó– entraña importancia mayor que la que consiste en equilibrar los planes de estudio entre las artes liberales y la ciencia; entre la preparación escolar y la investigación; entre la educación general y la preparación vocacional. Es más importante que los problemas relativos a las condiciones sociales del estudiante; es más importante, en resumen, que cualquier responsabilidad académica, administrativa o económica.

“La responsabilidad de toda universidad hacia sus jóvenes estudiantes consiste en infundirles renovada seguridad en el valor de la cultura y de los principios morales, en una época en que esta seguridad se necesita con máxima desesperación para reafirmar su fe en el alto destino de la humanidad.”

En 1960 ingresaron casi 59 mil alumnos, con lo que el problema de sobrepoblación empezó a parecer incontrolable. Así, la Universidad apacible y generadora de grandes expectativas en los años 50 se convirtió en una institución agitada en la década de los 60.

El rector Nabor Carrillo, en una de sus últimas declaraciones antes que se diera a conocer el nombre de su sucesor, propuso a éste –fuese quien fuese– “un mejor aprovechamiento de las instalaciones universitarias y la implantación de una revolución pedagógica”, al tiempo que informó que haría llegar al futuro rector los estudios realizados acerca del problema de sobrepoblación.

suplemento-autonomia-17-f3

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