Apoyo en su examen a 187 aspirantes con discapacidad

Movilidad con silla de ruedas; asistencia en la lectura de la prueba o el relleno de alvéolos e ingreso de un lector o material didáctico

Éste es un circuito de autoconfianza. Todos los semblantes brillan, es un resorte anímico estar aquí. Sólo hay un trecho entre ser aspirante, examinado y futuro alumno, y ellos pretenden cruzarlo con arrojo: están habituados a las pruebas y sonríen ante una más que sólo tiene 120 reactivos.

La Universidad, por medio de la Dirección General de Administración Escolar (DGAE), recibió en el Centro de Exposiciones y Congresos (CEC), sede de la prueba de admisión a licenciatura desde 2015, a los aspirantes con discapacidad.

Esta vez hubo 33 jóvenes más respecto de 2017. Sus nombres describen la vocación. Ángel y Alma son parte de los 187 aspirantes que declararon previamente en su solicitud tener alguna discapacidad y deseaban ser provistos de alguno de los siguientes servicios: realizar el examen en planta baja; movilidad en sede con silla de ruedas, con bastón o muletas; apoyo en la lectura de la prueba, en la lectura y relleno de alvéolos; instrucciones claras y fuertes y/o por escrito; autorización para el ingreso de un lector o para el ingreso de material didáctico.

Ángeles con Alma

El brillo del sol sirvió como alfombra a cada paso que daban, en contraste con el fresco inmueble. La voz de Gloria Ibette González, directora de Gestión Estratégica y Primer Ingreso, reverbera mientras da las instrucciones. Alma Castillo está en el grupo cinco, de los seis en los que estuvieron divididos los examinados, ubicados en casi una centena de mesas. Ella permanece en silla de ruedas y con unos tubos plásticos que se alojan en sus fosas nasales; cae su lapicero, resulta un reto, algo que para otra chica de su edad es rutina. Monitores y personal se aprestan a auxiliarla.

Ángel Hinojosa es un niño alado de 17 años; es invidente y olvidó un documento en pleno tránsito hacia su lugar. Camina a tientas frente a los rayos de sol, mientras su acompañante va por el objeto olvidado; ante tal circunstancia, Ángel Ortiz, abogado de la Dirección General de Asuntos Jurídicos, acompaña al aspirante a psicólogo.

Ángel Gabriel Peralta persiste: es su cuarta ocasión frente a la hoja de respuestas. Optó por Ciencias de la Comunicación, tras desistir de Contaduría. Ni siquiera el mielomeningocele con malformación de Arnold Chiari le ocupa tanto como estar dentro de la UNAM. “Me considero normal, la única limitación que tengo es la movilidad, pero siempre he tenido la esperanza de que las cosas cambien”, sonríe.

Anahí Cervantes es politóloga en ciernes, más no amateur. “Me interesa el análisis político, siempre me ha gustado todo lo relacionado con la sociedad. Estoy pendiente de lo que los candidatos proponen y de su información”.

Es su tercer intento, la vez anterior buscó Traducción, una de las nuevas licenciaturas. “Tengo parálisis espástica con ciertas limitaciones físicas a nivel motor, desde siempre he trabajado en ellas y estoy consciente de que estarán ahí”, concluye.

Foto: Erik Hubbard.
Foto: Erik Hubbard.
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