Café Tacuba grabó en territorio puma


La noche fue única. La Sala Nezahualcóyotl lució como nunca. La espera, la mojada por la lluvia, las pausas del equipo técnico, las canciones repetidas y las casi cuatro horas de grabación valieron la pena. Formar parte del público del segundo Unplugged de Café Tacuba significa ser parte de un disco y una producción histórica para el rock mexicano e hispanoamericano.

La banda se lució con todo. Con el escenario, ambientación, luces al ritmo de la música, invitados y un ensamble de lujo que incluyó orquesta sinfónica, cuerdas, percusiones, orquesta oaxaqueña, marimba, vibráfono, metales, arpa y saxofón, entre otros instrumentos.

Todo muy al estilo tacvbo para celebrar sus 30 años de trayectoria y su legado musical marcado siempre por originalidad, experimentación y buena vibra.

La noche inició con un piano de sonido espacial, casi alucinante. Comenzó con El espacio y, enseguida, La locomotora. Ambas canciones, que son “como el blanco y el negro viviendo en nuestro pecho”, dijo el vocalista Rubén Albarrán, pertenecen al disco Revés/Yo soy (1999).

Luego tocaron una rolita dedicada a toda la Chilanga banda (1996), cantada a todo pulmón por los fans en la Neza: “Pachuco cholos y chundos. Chichinflas y malafachas. Acá los chómpiras rifan. Y bailan tíbiri tábara”. Pero fue Eres (2004), interpretada por Emmanuel (Meme), la que hizo vibrar desde las entrañas a los más de dos mil 300 asistentes. Los arreglos para la orquesta de más de 30 músicos y las trompetas conectaron hasta el corazón y dejaron la piel chinita al recordar a ese viejo amor de la prepa o de la universidad, ese hit repetido una y otra vez en la radio y los top ten de MTV. Enseguida vino Mediodía, otro éxito del disco Cuatro caminos (2004), que arrancó con un organillero en el escenario.

Después hicieron un viaje a sus raíces, a los momentos de su bellísima ingenuidad, dijo Albarrán, con fragmentos de dos grandes clásicos: Las batallas y Rarotonga, del álbum que lleva el mismo nombre de la banda, Café Tacvba (1992).

Tocó el turno de Quiero ver, de Sino (2007); Vaivén (Jei Beibi, 2016), acompañados de una marimba; Muerte chiquita (Revés/Yo soy), con la participación de su productor y cómplice de toda la vida, Gustavo Santaolalla; Enamorada (Jei Beibi), con la invitada especial Catalina García; la melancólica Diente de león (Jei Beibi); Eo (Cuatro caminos); El outsider (Sino), con la colaboración de David Byrne; Olita del altamar (El objeto antes llamado disco, 2012); Cantito, nuevamente con Santaolalla. Como es costumbre, el vocalista de la banda también hizo vibrar y reír al público con sus comentarios.

Rubén Albarrán habló sobre la Tierra, animales, agua, nuestra alimentación, la clase política y hasta de la mota.

Cinco sexenios

Han pasado tres décadas desde la primera tocada de Café Tacvba y para Albarrán, líder de la banda, las cosas en México siguen igual. Su música ha atravesado cinco sexenios gobernados por presidentes de tres partidos políticos distintos, no obstante, la telenovela no cambia su trama.

“Son muchos años para un individuo, pero para un pueblo, un país, en realidad son un suspiro. Creo que no ha pasado gran cosa (en México y América Latina). Es como las telenovelas: puedes irte un año, regresar y la historia no ha avanzado nada. Y es una telenovela lo que vivimos.”

La banda creada por Albarrán junto con los hermanos Joselo y Enrique Rangel y Emmanuel del Real, en 1989 en Ciudad Satélite, en el Estado de México, ha tenido una carrera que se caracteriza por su constancia, su vocación por la experimentación musical así como por integrar en sus creaciones ritmos, instrumentos y géneros propios del folclor mexicano.

Pararse en un escenario y dialogar con la gente a través de la música también es un acto político, totalmente, dijo Joselo. Cada uno de nosotros tiene visiones distintas: espirituales, políticas, musicales, y hemos podido sobrevivir estos 30 años dialogando, llegando a acuerdos ¡Y ha funcionado! No hay muchas cosas que funcionen juntando a cuatro individuos. “No entiendo cómo ha pasado –aclaró Emmanuel–, es algo que sucede. Creo que tiene que ver con el hecho de estar pendientes de todo lo que pasa, lo que sucede a nuestro alrededor. Nos vamos transformando y, a su vez, queremos transformar. Hay una afinidad con el público por cierta energía, ciertas emociones. Eso trasciende las generaciones”.

Emmanuel (Meme, como le dicen), sabe que las cosas en la música han cambiado, incluso los instrumentos y los sistemas de grabación y distribución, y se han atrevido a experimentar. En ese riesgo ve parte de estar vigentes para las nuevas generaciones.

Entre las cosas que han cambiado está la lectura de algunas canciones que fueron emblemáticas para el grupo, como Ingrata, la cual, desde hace un par de años, comenzó a ser tildada de misógina, sobre todo en un país como México que tiene una gran tasa de feminicidios y en general de violencia hacia la mujer.

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