Crean solarios para combatir vitiligo y psoriasis

Se aplica con parámetros científicos para detener la despigmentación por vitiligo y la descamación

Solario conformado por cuatro habitaciones semitransparentes hechas con un vidrio especial que permite el paso de cierto rango de radiación ultravioleta (en particular la UVA, que va de los 320 a los 400 nanómetros).
Solario conformado por cuatro habitaciones semitransparentes hechas con un vidrio especial que permite el paso de cierto rango de radiación ultravioleta (en particular la UVA, que va de los 320 a los 400 nanómetros). Fotos: cortesía de Adriana Ipiña.

etiqueta-proyectoUNAMEl vitiligo y la psoriasis son dos enfermedades dermatológicas autoinmunes e incurables. La primera se caracteriza por la despigmentación de la piel debida a una disfunción en la producción de melanina, pigmento oscuro que se encuentra en algunas células del cuerpo de los mamíferos y que le da su coloración a la piel, pelo y ojos. En México, de uno a tres por ciento de la población la padece; ciertos disparadores como el estrés o los traumatismos pueden incrementar su severidad.

En cuanto a la psoriasis, se caracteriza por la descamación de la piel; suele aparecer en los hombros, rodillas, cuero cabelludo, espalda, cara, palmas de las manos y plantas de los pies; también el estrés puede agravarla, al igual que otros factores, pero realmente no se conoce su etiología.

Desde hace tiempo se recurre a la fototerapia (aplicación de radiación ultravioleta –UV– artificial en la piel) para tratar estas afecciones. Los resultados dependen del fototipo (color) de piel y de otros problemas de sensibilidad en el paciente, lo cual representa un riesgo extra. En tal caso, hay que disminuir el tiempo de exposición a la radiación ultravioleta artificial o aplicar protector solar en el área que no está enferma.

En pacientes con vitiligo se han observado aspectos positivos porque dicha radiación estimula la producción de melanina y, de este modo, se vuelve a colorar la piel. En el caso de psoriasis se ha visto que disminuye la descamación, así como la inflamación de la piel.

Solario

Basada en un modelo atmosférico desarrollado por Sasha Madronich, de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés) y en datos de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) del gobierno de la Ciudad de México, Adriana Ipiña, física posdoctorante en el Centro de Ciencias de la Atmósfera, calculó los tiempos de exposición al Sol necesarios para acumular la misma energía que se suministra con una lámpara ultravioleta.

“Esto fue una derivación y una aplicación a distancia de mi tesis de doctorado ‘Efectos biológicos de la radiación solar UV’, que realicé en Argentina bajo la dirección de Rubén Piacentini y que incluyó el análisis de la intensidad de esa radiación en América Latina”, dijo la física.

Así, con fondos del Centro Dermatológico Doctor Ladislao de la Pascua de Ciudad de México y con instrumentación traída del Instituto de Física Rosario, en Argentina, por ella misma, Ipiña pudo hacer mediciones de radiación ultravioleta en el lugar de la exposición.

“Utilicé el modelo de radiación solar desarrollado por Madronich, variando las condiciones atmosféricas para la ubicación geográfica de Ciudad México, y comparé los resultados con los valores de radiación UVA y del Índice UV medidos por la Sedema. Entonces me di cuenta de que con la información disponible podíamos determinar razonablemente la intensidad solar en un cielo despejado en diferentes puntos del Valle de México.”

Antes, el Centro Dermatológico Doctor Ladislao de la Pascua, donde se dan tratamientos con fototerapia, sólo tenía una cabina de radiación ultravioleta artificial, por lo que no podía atender la demanda (hasta 500 pacientes al mes).

Por eso se tomó la decisión de construir un solario en el techo del mencionado centro. Hoy en día, éste se conforma por cuatro habitaciones semitransparentes hechas con un vidrio especial que permite el paso de cierto rango de radiación ultravioleta (en particular la UVA, que va de los 320 a los 400 nanómetros).

Como parte de este proyecto, dirigido por César Maldonado, Ipiña midió el rango del espectro solar que atraviesa el material con que se fabricó dicho solario.

“(La radiación ultravioleta) es un recurso que debe aprovecharse no sólo como una fuente de energía limpia y terapéutica, sino también en la lucha contra la contaminación, pues al conocer su atenuación pueden determinarse concentraciones de gases en la atmósfera”
Adriana Ipiña
Física posdoctorante en el Centro de Ciencias de la Atmósfera

Recurso invaluable

Si bien hay un Índice UV, que es la referencia internacional del riesgo de sufrir quemaduras solares, también se han establecido dosis estandarizadas para la fototerapia con luz ultravioleta artificial. “Sin embargo, en el uso de la radiación ultravioleta aún no están disociados los mecanismos que generan un beneficio o un daño. Se busca delimitarlos para saber en qué rangos e intensidades se obtiene un provecho sin perjudicar al paciente”, afirmó Adriana Ipiña.

Para ello se requiere un análisis más integral, que incluya la estimación del tiempo de exposición y la respuesta de la piel. Ya se trabaja interdisciplinariamente con dermatólogos y bioquímicos para ampliar el conocimiento y evitar un efecto no deseado, esto es, desde una quemadura solar hasta la generación de cáncer de piel.

A cada padecimiento tratado con fototerapia le corresponde un tiempo de irradiación con una lámpara ultravioleta, que define una dosis específica (expresada en unidades de energía sobre área). De ahí que Ipiña haya determinado los tiempos de exposición al Sol, dependiendo de las condiciones climáticas, la hora del día y la época del año, para recibir dosis equivalentes a las aplicadas con luz ultravioleta artificial.

Asimismo, la física ha pensado crear una aplicación para celular que, a partir de información meteorológica, le indique al paciente qué valor, de acuerdo con el Índice UV, hay en el lugar donde está y sepa cuánto tiempo puede exponerse al Sol.

Ventajas

“Una de las principales ventajas de esta opción es que la radiación ultravioleta puede atravesar incluso el cielo más nublado. Si padece vitiligo, la persona podría tomar, en verano, al mediodía –bajo la supervisión de un dermatólogo y en su casa–, un baño de Sol de ocho a 15 minutos de duración; más tiempo no sería bueno, porque se quemaría”, indicó.

Países ubicados en latitudes altas no reciben muchas horas de Sol todo el año ni la intensidad de la radiación ultravioleta que recibe México. “Es un recurso que debe aprovecharse no sólo como una fuente de energía limpia y terapéutica, sino también en la lucha contra la contaminación, pues al conocer su atenuación pueden determinarse concentraciones de gases en la atmósfera”, finalizó.

La radiación ultravioleta proveniente del Sol puede causarnos quemaduras, daño cutáneo crónico y, potencialmente, cáncer de piel; pero también ayuda a que nuestro organismo produzca vitamina D.

El Índice UV, cuya escala va de 0 a 20, sirve para medir el riesgo de sufrir quemaduras solares. En Ciudad de México, al mediodía y con el cielo despejado, los valores de tal índice se encuentran entre seis y 13, de acuerdo con la época del año. Así, una persona de piel clara se puede exponer al Sol 15 minutos, como máximo, sin sufrir quemaduras.

De acuerdo con la clasificación de Fitzpatrick, hay seis fototipos de piel. El uno es el más claro y el seis el más oscuro. En México predominan los fototipos tres y cuatro: moreno medio y moreno oscuro. Por lo tanto, quienes los tengan pueden extender un poco más el tiempo de exposición al Sol, sin peligro.

Los fototipos claros son más propensos a padecer quemaduras por luz ultravioleta y corren más riesgos de desarrollar cáncer de piel que los fototipos intermedios.

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