El hombre de Vitruvio, el dibujo más conocido

Nadie antes que Leonardo había logrado tal exactitud en la representación de la figura humana

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La Mona Lisa y La última cena, así como El hombre de Vitruvio son las pinturas y el dibujo más conocidos en el mundo occidental. Y las tres son las obras más famosas, mas no las únicas, de Leonardo da Vinci, quien en popularidad y reputación ocupa el primer lugar, seguido del también pintor y escultor Miguel Ángel.

En una lista de personajes históricos encabezada por Jesucristo y Napoleón, a 500 años de su muerte, Leonardo ocupa el sitio 29, indica Martin Kemp en su libro Living with Leonardo (2018).

Un círculo y un cuadrado

L´uomo vitruviano, de Da Vinci, representa a un hombre desnudo en dos posiciones diferentes (una crucificado), definidas por la disposición de brazos y piernas, a su vez determinadas por un círculo y un cuadrado que tocan a esas partes en sus puntos más extremos.

José Rafael Martínez Enríquez, académico de la Facultad de Ciencias de la UNAM, dice sobre El hombre de Vitruvio: “Para finales del siglo XV no es el único dibujo del hombre dentro de un círculo o un cuadrado (Francesco di Giorgio Martini y Giacomo Andrea de Ferrara parece que “nada más hacen diagramas”) pero sí el que mejor interpreta (atiende explícitamente dimensiones y proporciones) un pasaje del Tratado de arquitectura, el más antiguo que nos llega de tiempos romanos y cuyo autor es el arquitecto Vitruvio”.

En ese pasaje, sostiene que el cuerpo humano (de cuyas partes apunta proporciones) es una especie de templo y que esas proporciones son las ideales que se deben reflejar en la arquitectura.

El concepto del hombre como expresión perfecta derivada del manejo adecuado de la simetría y la proporción tampoco era nueva en tiempos de Leonardo. Ya Protágoras había expresado que “el hombre es la medida de todas las cosas”. Y Policleto, en su Canon y su escultura Doríforo, plantea y plasma su propuesta de proporciones ideales de la figura humana.

Preocupado por cuáles serían esas grandes dimensiones del ser humano, durante más de 15 años Da Vinci observó y midió diferentes partes del cuerpo de distintas personas y dibujó bocetos cuyo clímax es El hombre de Vitruvio.

En el emblemático dibujo, la figura humana no tiene exactamente las mismas medidas que apunta Vitruvio en su Tratado de arquitectura. El tamaño de la cabeza, por ejemplo, “en vez de que sea un sexto, Da Vinci lo pone como un séptimo de la altura del hombre”.

Hay múltiples interpretaciones del dibujo y entre ellas una supone que el italiano tenía un método para cuadrar el círculo, que junto con la duplicación del cubo y la triplicación del ángulo son los tres llamados problemas matemáticos clásicos de los griegos.

Encontrar la cuadratura al círculo implicaba hallar un método geométrico para “pasar de un círculo a un cuadrado que tuviera la misma área”. Desde 1496, cuando empieza a aprender matemáticas avanzadas con Luca Pacioli, escritos y bocetos muestran que Da Vinci trata de resolver ese tipo de problemas. Antes de ese año, señala el matemático Martínez Enríquez, sus conocimientos son bastante pobres en la materia.

En El hombre de Vitruvio, se especula, hay una clave oculta de cómo cuadrar el círculo. Estudios de ilustraciones moviendo los brazos hacia arriba que generan nuevos círculos, sugieren un método que lleva a cuadrar el círculo mediante aproximaciones.

Figura engrandecida

En su época Leonardo no era el único hombre universal. Había otros que, como el genio del Renacimiento, sabían de todo, y entre ellos se cuentan León Battista Alberti y Paolo del Pozo, llamado Toscanelli. Famoso entonces, ya no fue tan conocido en los siglos XVII y XVIII.

“Su rescate en el siglo XX por historiadores, filósofos, historiadores del arte y de la ciencia, han engrandecido la figura de Da Vinci y no digo que sin méritos”, subraya Martínez Enríquez.

Se puede hacer una mini o microhistoria sólo siguiendo las vicisitudes de Leonardo como personaje. La primera biografía de Da Vinci es de Paolo Giovo y consta de una sola página. La de Vasari (escribió otras de pintores, escultores y arquitectos del siglo XV y XVI), con inexactitudes, requirió de unas cuantas páginas.

Ahora, “cuántos libros no se han publicado en los últimos 30 años sobre Leonardo”. La biografía más reciente es de Walter Isaacson, con más de 500 páginas, basada en investigación y testimonios de personajes que lo conocieron y de quienes de segunda mano escucharon hablar del italiano.

En los años 60 del siglo pasado había tres o cuatro expertos en Leonardo. En los 70 aparece una nueva generación: Paolo Galluzzi, Martin Kemp, A. Marinoni, Carlo Pedretti, entre otros. Ahora hay otra nueva generación de estudiosos de Leonardo, como Martin Clayton, Constance Moffatt, Sara Taglialagamba, Carmen Bambach y aún en activo y contribuyendo al conocimiento de Da Vinci, Martin Kemp.

Hoy especialistas analizan con microscopía sus pinturas, textura, pigmentos y trazos realizados con puntas de acero y a partir de ello extraen información que no estuvo disponible en el pasado.

La figuración en Leonardo no siempre corresponde a un solo trazo, sino que consta de varios “pequeños para que macroscópicamente uno vea la figura. Da Vinci introdujo esa técnica y se observa, por ejemplo, en El hombre de Vitruvio, donde a pesar de utilizar un compás el círculo que traza no es círculo, sino líneas que se van superponiendo”.

Con este tipo de estudios y varias biografías se ha construido no sólo la imagen del artista sino además la del hombre de ciencia, que en ocasiones se equivocó pero que también puso las bases para observar la naturaleza de otra manera (hay que ir a ella para entender su comportamiento) y que va a desembocar de manera desenfrenada en Galileo y Newton.

Autorretrato falso

Otra faceta de Leonardo es su obra gráfica. Se han conservado alrededor de seis mil 500 folios, pero eso, se calcula, sólo es la sexta parte de lo que produjo. Lo demás se perdió. Hay quienes calculan que habría realizado unos cien mil dibujos sobre zoología, anatomía humana, geografía, arquitectura, cauces de ríos…

Nadie antes que él había logrado tal exactitud en la representación de lo que plasma en sus dibujos. Todas las ilustraciones del cuerpo previas son meros esquemas, muchos de ellos erróneos. En cambio, con una capacidad impresionante de observación, Da Vinci capta los detalles y trata de conectar la forma de algo con la función que está desempeñando.

Finalmente, Martínez Enríquez sostiene que la imagen más popular de Leonardo, con aspecto señorial, fuerte e inteligente, “ni es autorretrato ni es él”. El retrato que sí es de Da Vinci es el que dibujó Francesco Melzi, su alumno favorito y heredero, donde se ve a un Leonardo más refinado.

El retrato de Leonardo dibujado por Francesco Melzi. Foto: Archivo.
El retrato de Leonardo dibujado por Francesco Melzi. Foto: Archivo.
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