El río: cuando el hombre no ama ni pesca a su propia trucha

Puesta en escena en torno a una especie de fantasma invisible hasta para sí mismo

Foto: Itzel Romero.
Foto: Itzel Romero.

¿El lugar? El interior de una cabaña ubicada cerca de un río. ¿Los protagonistas? Él, ellas y la trucha que el hombre nunca logra pescar. Una trucha llena de metáforas. Una trucha que bien podría ser su propio espejo: tan escurridiza entre las aguas dulces como sus poemas en el aire; tan escurridiza del anzuelo de su  caña como las mujeres a las que pierde en una sola noche; tan resbaladiza de sus malas carnadas como de las verdades insípidas que tanto le gusta saborear.

Idílica historia

El río nos muestra a un muy mal pescador de la vida. A un hombre que, quizás, ni siquiera es pescador, aunque él insista. A un hombre que ha tejido una idílica historia de sí mismo, de su idea de amor y de su idea de ser. A un hombre que sabe seducir a las mujeres más bellas, pero que se ha extraviado en una red de mentiras vestidas con una lógica que más bien se podría interpretar como patológica.

El hombre, con el que muchos otros seres masculinos se podrían identificar, es aquí una especie de fantasma. Invisible hasta para sí mismo. Incapaz, incluso, de sentir su tedio y su miseria ante una escena que se repite frente a sus ojos una y otra vez en el mismo lugar: la cabaña. Ese romántico sitio a donde el tío llevaba a todas sus potrancas.

El hombre de El río es un ser minúsculo y pequeño. Está extraviado. No avanza. Vive atorado en una escena de su vida. En un momento, como si permaneciera atrapado dentro de un bucle del tiempo. ¿Será a causa de un viejo y fallido amor? ¿Será a causa de él?

¿Y ellas quiénes son? Ellas tampoco tienen nombre, pero son ellas, en plural. Ellas son la mujer, la otra mujer, la nueva mujer y una mujer. Para el hombre fantasma ellas dan lo mismo. En un instante pueden ser todo, pero, en otro, pueden ser nada. Sólo son un capítulo más de su triste historia. ¿Las corteja?, sí. ¿Las ama? quizás. En su lógica-patológica todo es real. ¿Les habla con la verdad? Sí, su verdad. La verdad que habita en los seres sin alma y sin amor. Sin trucha.

Estrenada en 2012

El río es una pieza escrita por el dramaturgo y guionista de cine británico Jez Butterworth. Fue estrenada en Londres, en 2012, y ahora puede ser vista en Ciudad de México debido al gran trabajo de Teatro UNAM y del director de esta puesta en escena, el también actor y maestro Enrique Singer.

El elenco está conformado por Sergio Bonilla, Ana Isabel Esqueira, Inés de Tavira, Norma Flores y Sofía Sanz, quienes retratan con gran talento a estos personajes tan anónimos como comunes.

La pieza está disponible hasta el próximo 3 de marzo en el Teatro Santa Catarina, de Coyoacán, todos los jueves y viernes, 20 horas; sábados, 19 horas, y domingos, 18 horas. Aprovecha los descuentos de la UNAM como estudiante, académico o exalumno y trae a un invitado. La duración es de 60 minutos.

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