El sida, dolencia crónica ahora

Se habla de la cercanía del final de esta pandemia; sin embargo, en algunos países se observan repuntes en grupos socialmente vulnerables: César Torres Cruz, becario posdoctoral de la Facultad de Ciencias

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Debido a los avances tecnológicos, el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (sida), causado por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), ha dejado de ser visto como un padecimiento mortal; ahora se le considera crónico. Los innovadores tratamientos antirretrovirales permiten a las personas afectadas vivir muchos años más.

Aunque se habla de una supuesta cercanía del final de esta pandemia, “en algunos países se observan repuntes que se manifiestan en grupos socialmente vulnerables, como varones que mantienen prácticas homoeróticas, indígenas, personas trans y mujeres”, afirmó César Torres Cruz, becario posdoctoral de la Facultad de Ciencias.

En 2017, de acuerdo con Onusida, en América Latina 77 por ciento de quienes vivían con VIH estaban al tanto de su condición, y casi 61 por ciento tenía acceso a alguna terapia antirretroviral. “En México hay cerca de 230 mil personas que viven con el virus”, dijo al participar en el segundo ciclo de conferencias magistrales sobre Desigualdades de Género. Género, Cuerpo y Salud, organizado en el Instituto de Investigaciones Sociales.

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El también integrante del Sistema Nacional de Investigadores recordó que, a más de tres décadas de su manifestación, el VIH ha dejado estragos profundos. “Su aparición y mantenimiento han mostrado condiciones de vulnerabilidad que son intensificadas en muchos individuos”.

Las enfermedades relacionadas con esta condición ocupan el decimoquinto lugar entre las causas de muerte de la población mexicana; de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, éstas fueron la quinta causa de deceso de varones entre 24 y 34 años, y la novena de mujeres, en el mismo rango de edad.

Estudio en CdMx

Al referirse al caso de Ciudad de México, indicó que realizó una etnografía durante siete años: analizó algunas de las dinámicas de la vida diaria de personas homosexuales y heterosexuales en vínculos serodiscordantes (donde una persona vive con el virus y su pareja no), como acompañamiento a sus consultas médicas y lugares emblemáticos.

César Torres Cruz trabajó con 16 parejas homosexuales, cuatro heterosexuales y dos mujeres que viven con VIH sin pareja al momento de la investigación, pero con experiencias previas de serodiscordancia, además de prestadores (hombres y mujeres) de servicios de salud.

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En la capital del país, explicó, la vía más frecuente de contagio es la sexual. “Es la entidad donde se reportan más casos y la mayor prevalencia del padecimiento, sobre todo en varones que mantienen prácticas homoeróticas, seguidos de mujeres trans; en tanto, la brecha con las mujeres cis –cuya identidad de género coincide con su fenotipo sexual– y personas indígenas se reduce de manera constante”.

Otros resultados

El estudio arrojó que la mayoría de los participantes saben que la probabilidad de que el virus los lleve a la muerte es baja, pero la posibilidad sigue latente. Aparece el temor de vivir con “algo nuevo”, que les acompañará toda la vida; además, cuando experimentan vínculos erótico-afectivos con diferencia en el estado serológico, el miedo al contagio se hace presente.

El universitario señaló que el impacto del virus y la serodiscordancia fue más fácil de asimilar para varones de clase media, en su mayoría jóvenes y afiliados al discurso gay. En las mujeres, además de impredecible, el tema resultó novedoso; ellas tuvieron que lidiar con la complejidad de sus contextos marcados por la pobreza y la violencia.

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Para extender la vida de quienes tienen VIH y para disminuir la probabilidad de nuevos casos, se requiere atender las complejidades sociales y de género inmersas en la comprensión de este mal, opinó Torres Cruz.

También, es necesario incorporar ópticas sociales y feministas que permitan entender el acceso a antirretrovirales y los avances biomédicos desde miradas que incorporen la dimensión social del VIH.

En la sesión estuvieron Rubén Hernández Duarte, secretario de Igualdad y Género, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género, y Karina Bárcenas, coordinadora del ciclo, quien señaló que en paralelo al triunfo de la biomedicina, los niveles de discriminación hacia las personas que viven con VIH se mantienen, y las encuestas de Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación son ejemplo de ello.

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