El sueño del Mara’akame, retrato vivo de la cultura wixárikas

La cinta producida por el CUEC, ahora Escuela Nacional de Arte Cinematográfico, narra la historia de un joven que debe elegir entre el camino de su padre y su deseo por ser músico

Han pasado tres años desde que El sueño del Mara’akame se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), donde fue acogida de manera cálida por los asistentes del certamen, además de obtener el premio OJO, otorgado al mejor primer o segundo largometraje mexicano en la categoría de Largometraje Mexicano.

El próximo 17 de mayo la cinta tendrá su estreno comercial, suceso que para su director, Federico Cecchetti, marca el cierre de un ciclo. “Es una batalla que nunca acaba. Desde escribir el guion, conseguir financiamiento, filmar, producción y luego una pelea que no esperaba tan dura: la distribución”, comentó el realizador en entrevista para Resistencia Modulada, en Radio UNAM.

“Nos tardamos casi tres años desde el estreno en Morelia, seguro cobrar regalías también será una batalla. No le veo fin. Son los retos que debemos afrontar los cineastas con este tipo de producciones alternativas”, añadió.

El viaje del largometraje inició años atrás, según lo narró su creador, cuando éste supo de un mara’akame, chamán del pueblo huichol o wixárikas, llamado Antonio Parra. “Lo conocí en una ceremonia de hikuri (peyote), nos comimos unos, vimos cosas en el fuego, y fue cuando se nos ocurrió la película”, recordó el egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, institución que también co-produjo la película.

Parra explicó en la entrevista radiofónica que un mara’akame, dentro de su comunidad, está destinado a serlo desde nacimiento “y su hijo también lo será. En sueños, a los 13, 14, aprendes qué hacer. Visitar los lugares sagrados, ir a la peregrinación en Wirikuta, consumir hikuri, así es como te enseñas. Un marakame cura a su gente y a otros, espiritualmente.”

El encuentro entre Cecchetti y Parra dio pie a que el primero pasara una larga temporada en la sierra, conociendo y adentrándose en la cultura wixárika: “Don Antonio me invitó a la sierra porque quería que grabara la salida de la primaria de una sobrina, aprovechando que yo hacía cine. Acepté, grabamos eso y al día siguiente fue la ceremonia del Hikuri Neixa, la gran fiesta del peyote que se hace todos los años. Me dejaron participar y me encantó la cultura. Así nació la película.

“Pasé unas temporadas largas en la sierra, donde estuve escribiendo. La historia nació poco a poco, Toño me llevaba a los lugares sagrados y me iba enseñando tradiciones. Yo pregunté mucho. Construí la historia a lo largo de varios años, al tiempo que buscábamos financiamiento”, recordó el cineasta.

Nota Sueño del marakame imagen destacada

La intención del joven director era crear un retrato vivo de esta cultura, al tiempo que se alejaba de los documentales de reciente estreno sobre el tema, como Eco de la montaña (2014), de Nicolás Echevarría, sobre el maestro artesano Santos de la Torre; y Huicholes: los últimos guardianes del peyote (2014), de Hernán Vilchez, sobre la lucha de los wixárikas por salvar Wirikuta, su lugar sagrado amenazado por mineras transnacionales.

“Quise hacer una ficción porque hay documentales excelentes, de muchísima factura y muy completos. Quería aprovechar los elementos de la ficción para hacer una película de aventuras, plasmar un descubrimiento espiritual a través de un viaje. La ficción me permitió retratar el lado de los sueños, algo poco visto en los documentales. Tratamos de utilizar este recurso para llevarlo a una forma expresiva diferente”, rememoró Cecchetti.

Ese deseo provocó en Cecchetti la intención de utilizar a los propios miembros de la comunidad como actores en la cinta, el mismo Parra tiene un papel preponderante como padre del protagonista, un joven destinado a ser mara’akame, quien no desea ese cargo y prefiere ser vocalista de un grupo inspirado por las tradiciones huichol.

“La única manera de hacer un retrato vivo de esa cultura era trabajando con ellos y mostrar sus distintos aspectos de su vida. No sólo el lado sagrado del marakame, sino toda la vida de la comunidad”, finaliza el director.

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