“Houston, aquí Base Tranquilidad. El Eagle ha aterrizado

Conmocionaron a 500 millones de terrícolas que lo veían en vivo a través de la televisión

190722-aca5-cintillo-Luna

El 25 de mayo de 1961, un mes y días después de que el cosmonauta ruso Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano en salir al espacio exterior y orbitar la Tierra a bordo de la nave Vostok 1, el presidente estadunidense John F. Kennedy, preocupado por la gran delantera que había tomado la Unión Soviética en la carrera espacial, fue al Congreso de su país y ante los miembros de la Cámara de Representantes y del Senado dijo las siguientes palabras: “Creo que esta nación debería comprometerse a conseguir el objetivo de llevar a un hombre a la Luna y devolverlo sano y salvo a la Tierra antes de que termine la década”.

Los años pasaron y la meta trazada por Kennedy se veía cada vez más cerca. La tripulación del Apolo 10 había realizado un exitosísimo ensayo final que incluyó el descenso del módulo lunar a tan sólo 15 mil metros del sitio donde ya se tenía planeado que alunizara el Apolo 11.

En la mañana del miércoles 16 de julio de 1969, enfundados en sus trajes espaciales, los astronautas Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin (comandante del Apolo 11, piloto del módulo de mando y servicio Columbia y piloto del módulo lunar Eagle, respectivamente) subieron en un elevador hasta lo alto de la plataforma de lanzamiento 39A de Cabo Kennedy (hoy Cabo Cañaveral), Florida y, uno a la vez, ingresaron en el Columbia.

190725-aca7-f1-saturno-V

Una hora y media después, los propulsores del Saturno V se encendieron y el gigantesco cohete empezó a ascender bajo la mirada atónita del millón de personas que se había congregado en los alrededores del lugar para presenciar aquel despegue histórico. La conquista de la Luna principiaba.

Fases

A los tres minutos de vuelo, el Saturno V alcanzó los cien kilómetros de altura. En ese momento, los motores de su primera fase, así como la torre de escape de emergencia que no había sido utilizada y el escudo protector que cubría al Columbia, se soltaron y los astronautas pusieron en marcha los motores de la segunda fase.

A los 12 minutos de vuelo, los motores de la segunda fase se separaron de la nave espacial y los astronautas encendieron el único motor de la tercera fase para que el Apolo 11 entrara en la órbita terrestre a una velocidad de 28 mil 200 kilómetros por hora; al cabo de 200 segundos, apagaron ese motor y experimentaron la ingravidez.

Dos horas y 26 minutos después del despegue, cuando el Apolo 11 ya había dado una vuelta y media a la Tierra, los astronautas volvieron a poner en marcha el motor de la tercera fase, la única adosada aún al módulo de mando y servicio, lo cual permitió que la nave espacial alcanzara una velocidad de más de 36 mil kilómetros por hora y escapara de la gravedad terrestre.

Cuando el combustible de la tercera fase se agotó, los astronautas hicieron una complicada maniobra para separar el módulo lunar de la tercera fase y colocarlo delante del módulo de mando y servicio. A continuación, la tercera fase se desprendió y el viaje rumbo a la Luna prosiguió sin ningún contratiempo.

foto_03 (11)

Alunizaje

A media mañana del 20 de julio de 1969, Armstrong y Aldrin entraron en el módulo lunar y se dedicaron a comprobar que todos los sistemas funcionaran bien. Al completar la decimotercera órbita alrededor de la Luna, Collins accionó el mecanismo de desconexión y el Eagle comenzó a separarse del Columbia. Pegado a la ventanilla del módulo de mando y servicio, Collins observó cómo sus compañeros se alejaban.

Conforme transcurrió el tiempo, la potencia del motor del módulo lunar aumentó y éste alcanzó una velocidad de caída de nueve metros por segundo.

Cuando se hallaba a 30 metros de altura de la Luna, Aldrin informó que contaban con una cantidad escasa de combustible. Acerca de este incidente, Armstrong le diría años después a su biógrafo James R. Hansen: “En el vehículo de entrenamiento era habitual aterrizar con reservas de combustible para 15 segundos. Lo hacíamos continuamente. A mí me parecía factible. Habría estado bien tener combustible para un minuto más. Sabía que andábamos escasos, pero también sabía que teníamos que tocar tierra y descender por debajo de 15 metros. No me entró el pánico por el combustible”.

El módulo lunar continuó bajando y al fin se posó suavemente sobre la Luna, en el llamado Mar de la Tranquilidad. Armstrong apagó el motor y dijo: “Houston, aquí Base Tranquilidad. El Eagle ha aterrizado”.

En la Tierra, entretanto, una audiencia calculada en 500 millones de personas (la mayor de la historia hasta esa fecha) seguía por televisión los pormenores de aquella hazaña que ocurría nada más y nada menos que a 384 mil 440 kilómetros de distancia.

Módulo Lunar Eagle y Edwin Aldrin.
Módulo Lunar Eagle y Edwin Aldrin.

Ahora había que aguardar el inicio de la primera actividad extravehicular… Una hora más tarde de lo previsto, la espera concluyó. No sin cierta dificultad, Armstrong abrió la escotilla, salió del Eagle, bajó de espaldas la escalerilla y, con un movimiento pausado, posó la bota izquierda sobre el Mar de la Tranquilidad.

Entonces, con voz emocionada pero serena pronunció las célebres palabras: “Éste es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”.

Regreso a la Tierra

Las actividades extravehiculares de Armstrong y Aldrin (éste bajó del módulo lunar unos minutos después) duraron poco más de dos horas.

Ambos astronautas descubrieron la placa conmemorativa montada en la pata de la escalerilla del Eagle, clavaron en el suelo una bandera estadunidense de 90 por 150 centímetros, tomaron fotografías, recolectaron rocas y polvo lunar, e instalaron varios aparatos, entre ellos un sismógrafo para registrar la actividad sísmica de la Luna, un retrorreflector de rayos láser para medir con precisión la distancia entre la Tierra y nuestro satélite, y un colector de iones de helio, neón y argón para ampliar los conocimientos científicos sobre el origen del sistema solar, la historia de las atmósferas planetarias y las dinámicas del viento solar.

El tiempo transcurrido desde que se abrió la escotilla del módulo lunar hasta que ambos astronautas regresaron a él fue de dos horas, 31 minutos y 40 segundos.

Esa noche, Armstrong y Aldrin durmieron por primera y única vez en el Eagle, pero no la pasaron nada bien porque el espacio era reducido; además, debieron hacerlo con los cascos y los guantes puestos para proteger sus pulmones del polvo que habían traído del exterior.

Hacia las nueve y media de la mañana del lunes 21 de julio, el Centro de Control en Houston los despertó. El despegue se llevaría a cabo poco después del mediodía.

Al regreso, los tripulantes del Apolo 11 esperan ser recogidos después de caer al agua.
Al regreso, los tripulantes del Apolo 11 esperan ser recogidos después de caer al agua.

Los astronautas se prepararon y, a la hora prevista, durante uno de los momentos más tensos no sólo de la misión Apolo 11, sino de todo el programa espacial tripulado de Estados Unidos, la fase de ascenso del Eagle se separó de la de descenso y subió al encuentro del módulo de mando y servicio que los esperaba bajo el control de Collins para volver a la Tierra.

Una vez que Armstrong, Aldrin y Collins se reunieron en el Columbia, se desprendieron del Eagle, cuyo destino final sería chocar con la Luna.

El resto del viaje duró dos días y medio más. En la mañana del jueves 24 de julio, el Columbia se separó de su fase de servicio, reingresó en la atmósfera terrestre a una velocidad de 40 mil kilómetros por hora y, gracias a tres paracaídas enormes, amarizó sin problemas en el océano Pacífico, a mil 500 kilómetros al sureste de Honolulu, Hawaii, de donde sus tripulantes fueron recogidos por el portaaviones estadunidense USS Hornet.

La gesta lunar había concluido.

También podría gustarte