Casi 13 mil personas vivieron la experiencia de Carne y arena

La instalación rompió con el paradigma del cine colectivo y lo transformó en un acto individual e inmersivo

Foto: Barry Domínguez.
Foto: Barry Domínguez.

La instalación Carne y arena (Virtualmente presente, físicamente invisible), del cineasta Alejandro G. Iñárritu, con fotografía del mexicano Emmanuel Lubezki, rompió con el paradigma del cine como fenómeno colectivo y lo transformó en una experiencia individual e inmersiva, para generar en el público empatía sobre la situación que enfrentan los migrantes indocumentados que cruzan todos los días la frontera entre México y Estados Unidos.

Gracias a la colaboración entre la Universidad Nacional Autónoma de México, el Gobierno de la Ciudad de México y Cinépolis, esta pieza fue visitada por 12 mil 763 personas durante los 285 días que estuvo en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT).

Operó durante unas 3 mil 454 horas y para ello fue necesaria la intervención de 12 trabajadores, 10 estudiantes de servicio social y tres voluntarios que estuvieron en capacitación y en trabajos de montaje durante 39 días previos a la apertura.

La clausura de este innovador proyecto estuvo a cargo de Eduardo Vázquez Martín, secretario de Cultura de la Ciudad de México; Jorge Volpi Escalante, coordinador de Difusión Cultural UNAM y Ricardo Raphael de la Madrid, director del CCUT.

Propuesta escénica

Posteriormente, en el Foro La Morada, de la Unidad de Vinculación Artística (UVA) del CCUT, se presentó la obra de teatro Misa fronteriza, de Luis Humberto Crosthwaite, con la dirección de Marco Guagnelli.

Esta propuesta escénica se desarrolla en la frontera norte de México y en ella se plantean vínculos entre lo religioso y lo profano. Los actores que participan son migrantes deportados de Estados Unidos que, de manera testimonial, comparten su historia con el público.

Carne y arena (Virtualmente presente, físicamente invisible), es una iniciativa de G. Iñárritu tras cuatro años de múltiples entrevistas con migrantes y un arduo trabajo de digitalización. Explora la actual crisis que la humanidad atraviesa con el fenómeno migratorio: En seis minutos y medio, un visitante permanece en un espacio similar a un centro de detención fronterizo para luego caminar descalzo por el desierto. En cuestión de segundos es trasladado a la frontera a través de la realidad virtual. Esta pieza artística, única en su género, surgió como un trabajo periodístico y luego documental, para finalmente transformarse en una experiencia ultra sensorial sin precedentes. Alejandro G. Iñárritu, director de películas como Amores perros, Babel, Birdman y Biutiful, considera que vivir un fragmento de esta realidad a nivel no sólo intelectual, sino también sensorial, permite la empatía.

Como mexicano con residencia en Los Ángeles desde hace 16 años, al cinco veces ganador del Óscar le es difícil mantenerse ajeno a la vida de las casi cinco millones de personas en condición de anonimato en Estados Unidos, sintiéndose huérfanas y desamparadas todos los días. Durante la inauguración, en septiembre del año pasado, el cineasta destacó que esta es una experiencia artística y humanista con la que además de referirse a los migrantes latinoamericanos, hace un homenaje a migrantes africanos y europeos.

En esta producción de Mary Parent Entertainment, ILMxLAB de Lucasfilm, Fondazione Prada y Emerson Collective participaron migrantes reales de México y Centroamérica que decidieron compartir su historia, ser digitalizados y convertidos en actores virtuales.

Óscar de honor

Carne y arena (Virtualmente presente, físicamente invisible), fue presentada primero en el Festival de Cannes (se trata del primer proyecto de realidad virtual incluido en la selección oficial de dicha muestra), en el Museo LACMA en la Ciudad de Los Ángeles, así como en la Fundación Prada, en Milán. En 2017, Alejandro G. Iñárritu recibió un Óscar de honor de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, por este trabajo.

También podría gustarte