Operación peine y tijera

La memoria de los años sesenta y la modernidad, en el Chopo

Presenta la transformación de hábitos y el imaginario colectivo hacia una nueva identidad urbana

Foto: Marth Rosas.
Foto: Marth Rosas.

A partir de lo que fue una campaña conocida como operación peine tijera, realizada en México durante los años 60 del siglo pasado, con el propósito de limitar las libertades de los jóvenes, surge ahora una exposición con el mismo nombre en el Museo Universitario del Chopo.

Operación peine y tijera. Los largos años sesenta en la Ciudad de México. Un panorama de la modernidad en la capital del país presenta la transformación de los hábitos y el imaginario colectivo, lo que trajo como consecuencia una nueva conformación de la identidad urbana.

De acuerdo con José Luis Paredes Pacho, director del recinto, la exhibición tiene una curaduría con la que el visitante podrá apreciar los cambios y los choques sociales propiciados por la entrada de la llamada modernidad a México; muestra hechos que van desde el estreno de la película King Creole (Rey Criollo) de Elvis Presley y los destrozos ocasionados en el Cine las Américas por la respuesta de los asistentes, a principios de los años 60, hasta la pedrada a Luis Echeverría cuando asistió a Ciudad Universitaria, en 1975. Con el recorrido propuesto se toca uno de los contrastes más claros en la ciudad, como fue la creación de proyectos estatales de gran envergadura para la época: Ciudad Universitaria y Ciudad Satélite, que rompían con el modelo de vida acostumbrado hasta entonces y daban una idea de lo que se quería proponer en el antiguo Distrito Federal.

“Normalmente se cree que la aparición de las zonas marginales de las ciudades son un accidente de la modernidad, cuando en realidad son parte constitutiva de ella; se acostumbra ver una de sus caras, lo benéfico, y no se ve lo que va aparejado. Quienes asistan verán esa contracultura, ese otro lado”, comentó Paredes Pacho.

Retorno del tiempo

A través de 400 objetos se puede viajar al pasado de los largos años 60, con documentos, pinturas, discos, instalaciones, filmes y obras gráficas que se suman al discurso de diferentes movimientos que fueron parte de ese pasado social y político, como los movimientos de ferrocarrileros, médicos, magisterial y estudiantil, por mencionar algunos, detalló.

Durante esos periodos aparecieron las comunas, comenzó la proliferación de la cultura de masas, discos, historietas, revistas, televisión, diferentes medios y contenidos promotores de la reproductibilidad de las actitudes de la modernidad. En paralelo se generaron las contraculturas, se experimentó con las drogas como experiencia lúdica y se empezó a identificar, también a ellas, como algo marginal, explicó. Para entender la historia es necesario fragmentarla, por ello la conjunción de piezas se organizó en cuatro ejes discursivos:

Modernidad desde el Estado: la presencia de grandes obras arquitectónicas y de construcción, la inclusión de los individuos a programas sociales y las actividades que los gobiernos hicieron para mandar un mensaje de modernidad al mundo, como la organización de los Juegos Olímpicos de 1968 y las Olimpiadas Culturales.

Modernidad, arte, literatura y vida cotidiana: creación de los espacios de esparcimiento alternativos y autogestivos, presencia de actividades y obras que retaban a la censura y exposición de mensajes de libertad sexual.

Modernidad y movimientos sociales: aparición y presencia de grupos en demanda de sus derechos, conjunción de activismo en México.

Y Modernización y consumo: confrontación entre dos formas de consumir, el deseo de lograr un estatus y la sobrevivencia ante el modelo de vida predominante. Espacio donde se habla de la reproducción de las familias mediante un patrón publicitario y el ajuste de modelos de consumo como el crédito.

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