Consorte de Pakal el Grande

La Reina Roja en todo su esplendor

Reproducción contemporánea de la cámara mortuoria del Templo XIII de Palenque

¡Está llena de jade!” Tales fueron las palabras de júbilo del arqueólogo Arnoldo González Cruz, al descubrir el suntuoso entierro de Tz’ak-b’u Ajaw, mejor conocida como la Reina Roja, quien fue consorte de Pakal el Grande, el gobernante más importante de la ciudad maya de Palenque.

Hoy, 24 años después del hallazgo y de un incesante trabajo de investigación interdisciplinario, es posible apreciar en todo su esplendor el ajuar funerario de la reina, para lo cual se realizó una reproducción contemporánea de la cámara mortuoria del Templo XIII de Palenque, que  fue destinada hace mil 346 años a su reposo eterno, y que se exhibe hasta el 9 de septiembre en el Museo del Templo Mayor.

En entrevista, el reconocido arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) expuso que lo importante de la muestra es ver en su conjunto los elementos que portaba el personaje; “es muy interesante y nos señala la riqueza con la que fueron inhumados los restos, acompañados de todas esas piezas”.

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Descubrimiento en 1994

Recordó que el descubrimiento de la tumba ocurrió en 1994, cuando se iniciaron las exploraciones del templo ubicado en la plaza principal de la zona arqueológica de Palenque, junto al Templo de las Inscripciones.

La idea, relató, era restaurar el basamento que sustenta el edificio, y durante ese proceso “nos topamos con un acceso tapiado al nivel del segundo cuerpo de la edificación. Se liberó el sello que tenía la entrada y nos encontramos con una subestructura compuesta de una crujía y tres habitaciones”.

Los elementos hallados, como restos de carbón, llamaron la atención de los especialistas encabezados por González Cruz. “Hicimos una pequeña horadación y el resultado fue la presencia de un sarcófago. Fue un hallazgo que no esperábamos”.

Pasaron meses para poder levantar la cubierta del sarcófago en que fue depositado el cuerpo de Tz’ak-b’u Ajaw, el 13 de noviembre del año 672 d. C. “Ya sabíamos qué había adentro porque encontramos una pequeña horadación en la tapa y al liberarla metimos una lámpara y vimos un entierro cubierto de cinabrio y muchas piezas de piedra verde y conchas”.

Así, algunas revestidas por ese mineral rojo, se encontraron alrededor de mil 440 piezas correspondientes al tocado, la máscara, un pectoral y cuentas que adornaron las muñecas del personaje. Los restos óseos de la consorte se llevaron a Ciudad de México para su análisis y los estudios continuaron hasta descubrir sus características y hasta sus patologías. Luego, se restauraron las piezas, la máscara y, el año pasado, el tocado.

Por ejemplo, se encontró que la Reina Roja tuvo un problema de osteoporosis muy marcado, y que le estaba afectando mucho; de hecho “su frente era casi una hojuela por el avance de la enfermedad”. Su estatura era de alrededor de metro y medio, y su edad se calculó entre 50 y 60 años.

Para determinar que el personaje de la tumba era la esposa de Pakal, y no alguien más, se hicieron reconstrucciones faciales y se compararon con representaciones escultóricas; también se hicieron análisis biométricos. “Los materiales encontrados corresponden a la misma temporalidad del gobernante; el hecho de estar una tumba junto a la otra, de tener también un sarcófago y otras informaciones permitieron establecer que era ella”.

Por medio de la epigrafía se ha podido precisar que Tz’ak-b’u Ajaw no era originaria de Palenque, de la unión que estableció con Pakal en una forma de casamiento, y que tuvo tres hijos. En las investigaciones epigráficas, el arqueólogo ha contado con la colaboración de Guillermo Bernal, integrante del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.

Representaciones como la del tablero en el templo XIV de Palenque sirvieron como guía para hacer el trabajo de restauración del ajuar; tan sólo la reconstrucción del tocado tomó alrededor de medio año. “A pesar de contar con el registro, tampoco fue nada fácil”, reconoció el experto.

Aunque han pasado años de investigaciones, aún queda mucho por descubrir de ella y su tumba. En ese sentido está por iniciar un trabajo con el equipo de José Luis Ruvalcaba, del Instituto de Física de esta casa de estudios, para conocer las características de los minerales que se emplearon en el tocado, “porque hay diferencias. Parece que no todo es jade”.

En cuanto a Palenque, sólo se ha trabajado el 10 o 15 por ciento de la extensión total del sitio arqueológico, así que seguramente habrá más hallazgos en el futuro. Mientras tanto, Arnoldo González Cruz dedica sus esfuerzos actuales a la conservación arquitectónica.

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