Alcances y límites de la fauna / I de II

Los cuervos de Nueva Caledonia, ejemplo de entendimiento animal

Son los únicos seres, hasta donde se sabe, que son capaces de crear un gancho para extraer larvas

Para el primatólogo holandés Frans de Waal hay una pregunta que debemos formularnos los humanos como especie: ¿Tenemos la suficiente inteligencia para comprender la inteligencia animal? Su inquietud por el tema no sólo lo llevó a titular así la conferencia que recién impartió en la UNAM; también es el nombre de su libro más reciente: Are we smart enough to know how smart animals are?

Considerado en 2007 por la revista Time como una de las personas más influyentes del mundo, en esta ocasión el profesor de la Universidad de Emory, Atlanta, se reunió con un grupo de docentes y alumnos en el Auditorio Alfonso Caso de Ciudad Universitaria para charlar acerca de lo que se conocía antes y de lo que se sabe ahora. “A nadie sorprenderá que lo que se aseguraba hace cien años comienza a ser refutado por las observaciones actuales”, advirtió.

Invitado por el Programa Universitario de Bioética, el etólogo señaló que hechos como que los chimpancés partan nueces con una roca suelen maravillar a la gente, pues hasta hace no tanto se creía que sólo los humanos sabían usar herramientas. Esto causó tal sacudida que pronto la comunidad científica quiso saber más y comenzó a experimentar. Aunque al inicio se dio por sentado que, por parecerse tanto al hombre, sólo los simios compartían esa habilidad con nosotros, la evidencia muestra que eso no es verdad.

La mente, la mejor herramienta

Wolfgang Köhler no es sólo uno de los padres de la teoría Gestalt; también fue el primero en diseñar el ya clásico experimento en el que un grupo de chimpancés recibe cajas y ramas como único recurso para alcanzar el alimento que pende en alto, justo sobre sus cabezas. Realizó estas pruebas entre 1912 y 1920 en Tenerife y los resultados fueron publicados hace más de un siglo en el libro La inteligencia de los monos, considerado piedra angular de la psicología moderna.

Esa experiencia nos hizo creer por mucho tiempo que sólo los simios podían improvisar y usar herramientas, pero las aves nos han enseñado que pueden hacer lo mismo modificando ramas y hojas, y los cuervos de Nueva Caledonia (Corvus moneduloides) son el mejor ejemplo de esto, detalló en su momento Frans de Waal.

“Al pensar en estos temas nos remitimos a los primates por ser los mamíferos más parecidos a nosotros, pues nos es más fácil identificarnos y, por lo mismo, descartamos que especies más alejadas puedan lograr cosas parecidas, incluso argumentando aspectos como su falta de manos o su poca capacidad craneal.”

El filósofo Peter Godfrey-Smith, en un texto para la revista Scientific American explicaba: “Aunque algunos cerebros están organizados de forma diferente a otros y tienen mayor o menor número de sinapsis, el descubrimiento más asombroso en los trabajos recientes sobre inteligencia animal se refiere a algunas aves, en especial loros y córvidos. Los cerebros de los pájaros, pese a ser pequeños en términos absolutos, son muy poderosos”.

Se ha observado que los cuervos de Nueva Caledonia suelen tomar ramas flexibles, retirarles la corteza y moldearlas hasta formar un anzuelo, el cual introducen en orificios para extraer larvas de insecto. Hasta el momento son los únicos seres, aparte del humano, capaces de crear un gancho. El primero fabricado por el hombre, hasta donde se sabe, data de hace 23 mil años, lo que nos da una idea del gran avance evolutivo que esto representa.

El cuervo neocaledonio más famoso es una hembra llamada Betty, que hace tres lustros sorprendió por fabricar ganchos con alambres, material para ella entonces desconocido, con lo cual demostró una capacidad de abstracción y adaptación similar a la de los chimpancés de Köhler. El hallazgo se dio a conocer el 9 de agosto de 2002 en la revista Science y los autores del paper enfatizaban, desde el inicio: “Se considera a los simios los usuarios más complejos y versátiles de herramientas; pero observaciones con los cuervos de Nueva Caledonia sugieren que éstos rivalizan con los primates no humanos en cuanto a capacidades cognitivas relacionadas con herramientas”.

Evidencias como ésta hacen pensar a De Waal que, históricamente, los animales han sido subestimados, por lo que cuando le preguntan por la supuesta superioridad del hombre le gusta hacer suya una frase contenida en el libro The descent of man, de Charles Darwin: “La diferencia entre la mente del hombre y los animales superiores, si bien es grande, al final es una diferencia de grado y no de clase”.

Los cerebros de los pájaros, pese a ser pequeños en términos absolutos, son muy poderosos.
Los cerebros de los pájaros, pese a ser pequeños en términos absolutos, son muy poderosos.

La moralidad, asunto biológico

De todos los experimentos de Frans de Waal subidos a YouTube, el más popular es el de un par de monos capuchinos que al realizar la misma tarea reciben recompensas diferentes: a uno le dan trozos de pepino y al otro, uvas. El resultado fue que el primero, al ver que su compañero obtenía una fruta y la comía con fruición, montaba una rabieta casi infantil, exigía parte del racimo y le aventaba pepinos a su cuidador. El video tiene más de 200 millones de reproducciones.

Dicha grabación, más allá de su efecto cómico, revela un aspecto intrigante para el académico: cómo estos animales entienden los conceptos de equidad y empatía, algo que corroboró al hacer lo mismo con chimpancés, sólo que aquí el sujeto privilegiado, al ver que su compañero recibía una retribución desigual, se indignaba por el trato diferenciado y se negaba a recibir la fruta hasta constatar que a su vecino también le tocaban uvas dulces en vez de pepinos.

“Los pilares de la moralidad son la reciprocidad, una condición para la justicia, y la empatía, necesaria para la compasión. Los simios, como otras criaturas, son capaces de sentir estas emociones y de actuar acorde a ellas. Mucho se ha dicho que la moralidad humana es producto de la religión, de nuestra educación o de las tradiciones. Yo me inclino a pensar que la base de esto es más bien biológica.”

Frans de Waal.
Frans de Waal.

Con sentimientos

Para De Waal, aunque se nos ha dicho que los animales no tienen emociones, es indudable que tienen sentimientos, como ha probado en uno de sus estudios más recientes con bonobos (Pan paniscus), en los que documentó que cuando uno de los integrantes de la manada muestra estrés tras ser agredido o por sentirse mal, uno de sus compañeros se acerca para abrazarlo, tranquilizarlo y dar consuelo.

Y lo mismo sucede con aspectos considerados propios de los humanos, como la solidaridad y la cooperación, pero que en realidad no lo son tanto, pues experimentos con chimpancés y elefantes mostraron que ellos también siguen estas conductas al percatarse de que repercuten en un bien colectivo, agregó el etólogo.

Por todo lo anterior, Frans de Waal sostiene que el animal y el hombre no son tan diferentes como se cree. “Podría poner más ejemplos, pero si me tocara elaborar una conclusión a partir de todo esto sólo agregaría que hay muchos tipos de cogniciones y, a mi parecer, la humana es tan sólo una variedad más dentro de la cognición animal”.

Aunque algunos cerebros están organizados de manera diferente y tienen mayor o menor número de sinapsis, el descubrimiento reciente más asombroso sobre inteligencia animal se refiere a algunas aves.
Aunque algunos cerebros están organizados de manera diferente y tienen mayor o menor número de sinapsis, el descubrimiento reciente más asombroso sobre inteligencia animal se refiere a algunas aves.
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