Más de 400 puestas en escena en el Sor Juana y el Juan Ruiz de Alarcón

Charla festiva y nostálgica para reflexionar sobre los antecedentes y primeros años en el CCU

Juan Meliá, Luz Emilia Aguilar Zinser, Alejandro Luna, Julieta Egurrola y Luis de Tavira.
Juan Meliá, Luz Emilia Aguilar Zinser, Alejandro Luna, Julieta Egurrola y Luis de Tavira. Foto: Barry Domínguez.

El teatro universitario ha tenido como principal fruto algo que no se ve, eso que se conoce como el espectador. La UNAM ha creado espectadores y, simultáneamente, se ha dedicado a formar a los hacedores y proponentes de esta vanguardia renovadora que sostiene hasta la fecha la creación de un discurso teatral. Así lo concibe el reconocido director de escena Luis de Tavira, quien protagonizó una conversación junto a sus colegas Alejandro Luna, Luz Emilia Aguilar Zinser y Julieta Egurrola, con Juan Meliá, director de Teatro UNAM, como moderador.

Charla salpicada de anécdotas, memorias, razones, deseos cumplidos y no cumplidos, y que por casi dos horas se dio para reflexionar sobre los antecedentes y primeros años del teatro en el Centro Cultural Universitario (CCU).

El 26 de febrero se cumplieron 40 años de la apertura de los dos recintos más importantes de la escena universitaria: el Foro Sor Juana Inés de la Cruz y el Teatro Juan Ruiz de Alarcón. Una vez inaugurados en 1979 por el entonces rector Guillermo Soberón, la preocupación era cómo atraer a la gente para que asistiera a un lugar tan alejado y con dificultades para acceder en transporte público. La promoción de boca en boca surtió efecto. Paulatinamente los espacios empezaron a contar con un número aceptable de espectadores y, desde hace ya más de tres
décadas y hasta hoy en día, cualquier función registra cupo lleno.

En ambos lugares están contabilizadas en conjunto poco más de 400 puestas en escena, en su mayoría inolvidables. Miles de espectadores se han contagiado, son interlocutores de un discurso. De acuerdo con De Tavira, la relación que establece el teatro con el espectador es personal, ya que “demanda la comparecencia en el aquí y ahora”.

Al tomar la palabra, la primera actriz Julieta Egurrola recordó su paso por el Centro Universitario de Teatro (CUT). Ella formó parte de la generación 73-76, de la que egresaron nueve actores: cuatro mujeres y cinco hombres. “Todo se lo debo a la UNAM. Lo único que pagué fue la credencial”, dijo con humor y realismo. Consideró que esos tres años como alumna del entonces Diplomado de Actuación fueron para ella una experiencia casi religiosa. “Fui más espectadora que actriz en estos teatros”. Destacó de entre los montajes que más le fascinaron De la vida de las marionetas, Lástima que sea puta y La visita del ángel.

La investigadora y crítica de teatro Luz Emilia Aguilar Zinser comentó que la tradición teatral universitaria es perfectamente observable y admirable. En un breve recuento histórico, dijo que es muy meritorio el trabajo realizado por Julio Bracho, quien formó la primera compañía de teatro universitario y tuvo como montaje inicial Las troyanas. Apuntó también que las cátedras de Fernando Wagner, Enrique Ruelas y Rodolfo Usigli en la Facultad de Filosofía y Letras, dedicadas a las prácticas teatrales y composición dramática, sentaron un precedente para la producción del conocimiento y la formación de los profesionales del teatro en la UNAM.

Alejandro Luna, el gran escenógrafo que ha hecho escuela, contó pausadamente su participación en el diseño de los dos recintos ubicados en el CCU. “Héctor Mendoza me dijo: parece que van a hacer unos teatros aquí, échale un vistazo. El pedido era construir un teatro frontal, uno envolvente y otro experimental. No supe que querían decir exactamente con eso de envolvente. El experimental era, luego lo descubrí por uno de los asistentes de los arquitectos, como el de Santa Catarina, el cual diseñé tiempo atrás”.

Grandes experiencias

De Tavira reseñó la que él mismo llamó una atormentada y accidentada inauguración del Juan Ruiz de Alarcón. “El intento de estrenar La prueba de las promesas, dirigida por Juan José Gurrola, no llegó más que a una sola función. Esto se debió a un malentendido”.

También relató dos de los momentos más dolorosos y difíciles en la historia del teatro universitario. Situaciones conflictivas de las cuales la UNAM salió airosa.

Desde luego que también ha habido otras menos tormentosas, aquellas que son muy gratas y que afortunadamente son la casi totalidad de las que se han experimentado a lo largo de los primeros 40 años de los dos recintos universitarios. Las obras que se representan en los dos teatros están al nivel de las mejores del mundo.

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