Ramón Xirau, el hombre puente

A un año de su muerte, la Universidad Nacional realizó un homenaje póstumo al investigador emérito con poesía, filosofía y vida

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Tras 397 mañanas de su partida, el poeta que miraba la filosofía desde la ventana del exilio, fue evocado por académicos, alumnos y discípulos. La UNAM, a través de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) y el Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF), organizó Poesía, Filosofía y Vida en Ramón Xirau, Homenaje Póstumo.

El escritor y periodista Juan Villoro, quien departió intelectualmente en su momento con el homenajeado, recordó que Octavio Paz definió a Xirau como hombre puente, porque unió dos vocaciones: la poesía y la filosofía, y dos lenguas: la catalana y la castellana.

“En esta Facultad, cuando se ubicaba en Santa María la Ribera, ingresó al círculo de otro refugiado: José Gaos. La casa de Xirau en San Ángel fue un santuario del afecto y de las artes, un sitio donde el poeta pudo imaginar los mares y el filósofo entender la significación del silencio. No faltaron quebrantos, la guerra, el exilio, la dictadura… no le conocimos arrebato, ni una muestra de rencor. No buscaba convencer ni imponer sus opiniones, prefirió la voz baja, el tono de quien conversa, la pausa para que intervenga el otro”, expuso.

El paisaje

Xirau fue poeta de la mirada, abundó Juan Villoro, creó paisajes donde la voz humana es relevada por el viento y el crujir de las hojas. En sus páginas el paisaje no es una cuestión geográfica, sino moral.

“Yo no hablo, me hablan las palabras”, dijo Xirau. Así, continuó Villoro: “vivió, escribió, habló y guardó silencio entre nosotros, no predicó con estruendoso proselitismo, sino con el sencillo atrevimiento de quien planta un árbol en un lugar insólito: en su cielo brotan las naranjas.”

Poesía y filosofía

La última pregunta del examen final, cuando Xirau era profesor de Laura Benítez Grobet del IIF, fue: “¿Por qué filosofía y poesía?”, a lo que la académica años después respondió: “Hay por lo menos tres tipos de relaciones entre éstas, cuando el filósofo integra a la poesía en su afán de búsqueda de la verdad; la poesía como constante del pensamiento filosófico; y cuando ésta es punto de partida de la reflexión filosófica”.

La poesía y el conocimiento por lo tanto, destacó, no se contraponen, porque dividir al hombre en imaginación y conocimiento es falaz. “Tal es la presencia del sentido, tal es el sentido de la presencia”, citó Laura Benítez a Xirau.

En su oportunidad, Carlos Pereda, también de Filosóficas, expuso que hay filósofos seductores de centro y de rincones. Los primeros, describió, sólo desean las miradas y el aplauso. “El caminante Xirau fue un filósofo de caminos laterales, por eso enseñó solamente murmurando, por ello es un seductor de los rincones”.

“Xirau como poeta, como catalán exiliado, trasterrado, heredero de lo griego y lo judeocristiano…es como ser un niño frente a una canasta de dulces, los quiero a todos: a todos los Xirau.”

En tanto, Juliana González, profesora emérita de la FFyL, mencionó que dicho homenaje es adentrarse en ese lindero crucial donde se tocan la palabra y el silencio. “Ramón siempre estuvo comprometido en la reivindicación de la persona humana. Ni la amistad ni el amor pueden darse sin la aceptación de las diferencias; las idolatrías impiden el respeto a éstas”.

El homenaje, realizado en el Aula Magna de esa Facultad, fue puesto en marcha por Pedro Stepanenko, director del IIF, quien expresó que Xirau era guiado por las ideas que le interesaba desarrollar, porque siempre evitaba juzgar. “Su respuesta clásica era: ‘tienes razón’”.

Jorge Enrique Linares, director de la FFyL, hizo énfasis en que un evento como éste no sólo es para hacer memoria, sino también para marcar una pauta de cuál es la ruta de la docencia en esta Facultad: “La pasión por dialogar”, concluyó.

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