Tesoros inmensurables en el Museo de Geología

Un dinosaurio, un caballo y un meteorito milenarios, cohabitan en el recinto de la Universidad

En la Sala de Paleontología se muestran fósiles de invertebrados y vertebrados.
En la Sala de Paleontología se muestran fósiles de invertebrados y vertebrados.

Un dinosaurio, Isauria, de tres metros de altura y con una edad superior a los cien millones de años, descubierto en la década de los 80 en Coahuila; un caballo de cinco mil años de antigüedad; la cabeza de un mamut; la piedra Allende, el meteorito de 70 kilos más importante, no de México, no del planeta, sino del sistema solar, roca más antigua que el Sol, mayor a 4 mil 568 millones de años…

Lo anterior, además de una colección de rocas nacionales e internacionales, de más de 500 clases de minerales, y lienzos del paisajista mexicano José María Velasco están reunidos en el Museo de Geología de la UNAM, que realizó el sexto Encuentro con la Tierra en la Alameda de Santa María la Ribera.

El geólogo Luis Espinosa Arrubarena, jefe del recinto, dijo que el majestuoso edificio porfiriano, también conocido como el Palacio de las Ciencias de la Tierra, ubicado en el centro de la colonia Santa María La Ribera, alberga una de las colecciones geológicas más importante de México y, a decir de él mismo, su misión es preservar el acervo nacional y difundir ampliamente su conocimiento.

Su objetivo, agregó, es fomentar en la juventud las vocaciones profesionales relacionadas con las geociencias y sensibilizar a la comunidad sobre el mejor aprovechamiento de los recursos naturales en nuestro hogar, el planeta Tierra.

Con más de un siglo de existencia, desde 1906 el recinto del Instituto de Geología mantiene el esplendor del edificio porfiriano y desde hace más de 30 años ha fungido como uno de los pocos con que cuenta el país para divulgar el conocimiento derivado de las ciencias de la tierra.

¿Por qué visitar el Museo de Geología? “Porque ofrece una arquitectura ecléctica extraordinaria, de finales de los siglos XIX y XX. El Salón de Presidentes tiene detalles egipcios, grecorromanos y prehispánicos, pisos de parqué, detalles pompeyanos y a la entrada una escalera art nouveau única”, expresó Espinosa Arrubarena.

“Además ofrece cultura, conocimiento. Es, ciertamente, un palacio de las ciencias de la tierra. Palacio de la cultura relacionada con la ciencia de la Tierra. México está dividido en dos culturas: la de humanidades y las ciencias naturales, ambas deberían ser tan importantes por igual. Es hasta ahora que nos damos cuenta que el valor de los recursos naturales son fundamentales, que los vean los niños…, Hay que venir a ver el dinosaurio, meteoritos, rocas, cenizas y mucha de la historia del Paricutín, el cual tiene fecha de nacimiento, tiene hijo y tiene fin. En su momento el más monitoreado en la historia del país. Hay que venir a ver los vitrales que marcan hitos importantes de la geología en México. Por ejemplo el de Wieliczka, la famosa mina polaca de sal, única en su tipo, una de las más antiguas del mundo, activa desde tiempos prehistóricos.

El museo, con las salas: Principal, de Minerales y Meteoritas, de Rocas y de Paleontología, tiene una afluencia anual de poco más de dos mil visitantes. Abre de martes a domingo.

Fotos: Jacqueline Flores (servicio social).
Fotos: Jacqueline Flores (servicio social).

Salas

Al centro de la Sala Principal se encuentra la reconstrucción del esqueleto fósil de un mamut; armado con elementos de varios ejemplares, encontrados en el centro de la nación, en las primeras décadas del Siglo XX.

En sus vitrinas se observan diversas muestras del reino mineral, que impresionan por su color, forma y belleza. En otras vitrinas de la sala, los minerales están acomodados de acuerdo al lugar donde fueron colectados. También hay ejemplares selectos de rocas y meteoritas de diversas formas y tamaños. Como decoración destacan dos emplomados con motivos de minería, y al fondo un bello vitral representa el interior de la famosa mina de sal polaca de Wieliczka, además de una estatua de bronce, mármol y basalto, en honor al ilustre geólogo José Guadalupe Aguilera Serrano.

En la Sala de Minerales y Meteoritas se exhibe parte de la belleza mineral que da la naturaleza. Hay más de 500 especies minerales. Algunas destacan por su gran lindeza y otras menos atractivas son de gran importancia por su aplicación en las diferentes industrias. Unas son comunes como talco, cuarzo, calcita y halita (sal común), y otras como esmeralda, rubí, ópalo y diamante, o tan importantes y estratégicas como barita, azufre, fluorita, carbón y los minerales de hierro y uranio.

En este espacio se ha destinado un área para una magnífica colección de meteoritas caídas y halladas en México y diversas partes del mundo. Entre las de México se encuentra un fragmento de la Meteorita de Allende, recuperada en Chihuahua, una de las rocas más antiguas conocidas en la Tierra, con una edad de 4 mil 568 millones de años. Entre las que han caído en territorio extranjero están fragmentos de la Meteorita Orgueil, Francia, una de las primeras piezas carbonosas conocidas en el planeta, cuyo estudio cobró fama por su posible relación con el origen de la vida.

En la Sala de Rocas se encuentra una de las colecciones más completas de piedras provenientes de diversos lugares del país y del extranjero. Están distribuidas en tres grandes grupos, según su origen: Rocas ígneas (intrusivas y extrusivas), sedimentarias y metamórficas. Cuatro vitrinas han sido destinadas para exhibir rocas pulidas: mármol, ónix, ágata, granito, caliza, travertino y otras más, utilizadas en la industria de la construcción, para decoración, escultura o artesanía.

En la Sala de Paleontología se muestran fósiles de invertebrados y vertebrados. Los primeros están ordenados de acuerdo con su edad geológica: se sigue un orden cronológico de los periodos de las eras Paleozoica, Mesozoica y Cenozoica. La mayor parte de los especímenes procede de lechos marinos. Los fósiles de vertebrados en su mayoría son del Pleistoceno, excepto un dinosaurio Pico de Pato encontrado en Coahuila por investigadores del Instituto de Geología en 1988 (entre ellos el propio Espinosa Arrubarena, quien lo bautizó como Isauria), dos ictiosauros del Mesozoico y el cráneo del dinoterio, de edad Terciaria.

Estilo ecléctico

El diseño del edificio es de un estilo ecléctico, con detalles franceses propios de la época porfiriana, combinado con adornos prehispánicos, que hacen del lugar una experiencia. Al cruzar el umbral impresiona el vestíbulo, por su piso reluciente de mármol y una escalinata que sobresalta por su originalidad arquitectónica, pues en la nación no hay alguna otra que se le asemeja con un diseño circular único.

Subiendo las escaleras de hierro se puede observar sobre ellas una gran cúpula de acrílico que permite la entrada de luz, en el primer piso se ven cinco hermosos vitrales que ilustran paisajes de México: Cascada de Necaxa, Volcán de Colima, Pilar de Hueyapan, Las hermanas y Tepozteco, obras de José María Velasco y de ahí a las oficinas, laboratorios y una biblioteca.

Fue a fines del siglo XIX cuando el gobierno federal creó una institución dedicada a la investigación científica, difusión y docencia de la geología: el Instituto Geológico Nacional, por iniciativa del geólogo Antonio del Castillo. Y fue en 1900 cuando se inició la construcción en la quinta calle del Ciprés No. 2728 (ahora Jaime Torres Bodet 176) con la dirección del arquitecto Carlos Herrera López, en colaboración con el ingeniero José Guadalupe Aguilera, autor de los planos y distribución de las áreas; el 6 de septiembre de 1906 se inauguró oficialmente el inmueble, con motivo del X Congreso Geológico Internacional.

El 16 de noviembre de 1929, la institución pasó a formar parte de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el nombre de Instituto de Geología y en 1956 el personal académico y administrativo fue trasladado a las nuevas instalaciones en Ciudad Universitaria, conservándose desde entonces este edificio sólo como Museo del Instituto de Geología de la UNAM.

También podría gustarte