Un Fausto muy peculiar en FICUNAM

Vender el alma al diablo a cambio de luz eléctrica, historias de telepatía, una nueva propuesta cinematográfica

“En la costa oaxaqueña los rumores de antaño siguen presentes. Historias de telepatía y tratos con el diablo están incrustadas en el pasado colonial y la esclavitud de la región. La leyenda de Fausto se mezcla con los habitantes, que intentan colonizar y controlar la naturaleza a través de un proyecto de construcción aparentemente interminable.”

Esas son las líneas que describen, en el catálogo de la novena edición del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM), al trabajo más reciente de la directora canadiense Andrea Bussmann, quien hace unos años se presentó en el certamen universitario como co-directora de Historias de dos que soñaron (2016) junto al mexicano Nicolás Pereda.

Su nueva propuesta cinematográfica es una adaptación muy libre del mito de Fausto, en la que la cámara parece estar hurgando en el recuerdo y el pasado de los habitantes de un pequeño poblado de la costa oaxaqueña.

“Mi pareja fue invitada a la playa hace unos años para filmar una película con algunos de los personajes de mi película. Al principio no sabía qué haría ahí, él decidió regalarme una pequeña Sony 7S con la peculiaridad de que obtiene imágenes con muy poca luz. Con eso empecé a pensar en la tecnología y cómo nos permite ver cosas más allá de su lente”, recordó Bussman.

“Al mismo tiempo daba un curso sobre arte e imagen en movimiento. Ahí cubrimos el trabajo de Gertrude Stein, incluyendo Doctor Faustus Lights the Lights, en este trabajo Fausto vende su alma a cambio de la luz eléctrica. Es un trabajo con muchas capas, eso plantó las semillas de lo que se convertiría en mi Fausto”, narró la directora sobre el origen de su cinta.

La cineasta busca plasmar en su largometraje el espíritu de la pieza escrita por Stein, incluyendo un fragmento donde Fausto recibe una franja de costa y termina institucionalizando el crédito. Fausto de Bussman es una reflexión sobre la tecnología y sus posibilidades, además del choque que provoca ésta en nuestras vidas.

Al entablar conversación con el público, la realizadora fue cuestionada sobre la larga tradición cinematográfica enfocada en el mito faustiano, en especial las versiones del expresionista F.W. Murnau y el ruso Aleksandr Sokúrov. Sin embargo, aunque admitió que hay similitudes, la directora especificó que su versión se acerca más a la vena teatral de la historia que a sus representaciones en celuloide.

“En términos de cineastas que hayan abordado el mito (de Fausto), las influencias fueron pocas, me acerqué más al trabajo literario. La razón, creo, es que me gusta trabajar con el texto. Fausto es una obra y un mito, que nos cuenta aspectos de la cosmogonía de esos años”, dijo.

“Todo en mi Fausto es sugerido, nada es literal. No le decimos a Fausto, Fausto o al diablo, diablo. En lo que estaba interesada era en encontrar estos puntos de contacto entre el mito y lo que yo veía en la playa. Cómo se refleja el capitalismo desde el colonialismo del lugar,” comentó la cineasta.

“No es una adaptación que se debería ver como algo singular. Deberíamos ver la historia de las diferentes representaciones como un conjunto, no como singularidades.”

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