Su instinto de cineasta, desde el CUEC

Vínculos afectivos, punto de partida de la creación: Cuarón

A diferencia de muchas escuelas del mundo, la UNAM da la oportunidad de filmar; y es ahí donde el conocimiento realmente se asienta: María del Carmen de Lara

Foto: Barry Domínguez.
Foto: Barry Domínguez.

La escena no tiene guion: un hombre de capilaridad plata, con la sonrisa plena, de orgullo, sucumbe ante el abrazo de su alumno, tan estrecho que sus brazos parecían serpientes. Él lo enseñó a diseñar y proyectar la actuación, y ahora viven una historia real: son Alfonso Cuarón y Mario Luna, su profesor, tres décadas y media después en la UNAM.

En su visita al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), ya con Roma envuelta en celofán, un Cuarón nervioso ante el escrutinio de sus maestros y otros alumnos (como lo fue él en 1982) dijo que los vínculos afectivos deben ser el punto de partida de la creación.

“Una parte de mi instinto de cineasta ya lo tenía en el CUEC, y aunque teníamos muchas carencias, era un estímulo para encontrar soluciones de otra manera”, recordó.

En Sólo con tu pareja (su ópera prima, 1991), mostró su falta de educación; pero esa presunta ausencia de instrucción, de la que se quejó en sus inicios, fue absolutamente una virtud, reconoció.

“Me percaté de que sí tuve la formación necesaria, por gente con la que estoy totalmente agradecido, me refiero a los profesores del CUEC: Mitl Valdez, Mario Luna, Jorge Ayala Blanco, Toño Ruiz y Juan Mora. El CUEC en esa época era una escuela muy desarticulada, pero con muy buenos maestros, y no me sorprende que sigan siendo sus pilares, porque los pilares no son los edificios”, resaltó.

Mis primeras películas, rememoró Cuarón, eran con camaritas de cartón. Después tuve la suerte de tener una super 8, filmaba sin rollo, y fue una gran escuela. En el CUEC nos rolábamos, siendo staff de todos los demás, y mi formación nació justo de eso, pero no desprecio la parte académica.

Luego hizo un llamado a no perder la creatividad y el rigor técnico ante un gran apoyo tecnológico; en ese sentido alertó: “A mí me preocupa ver tanta estructura, tantos recursos, porque me parecen una distracción. Es peligroso que los contenidos que se dictan vengan de necesidades comerciales, que a estas generaciones se les olvide la parte sensible, que es el músculo fundamental”.

Maestros

Cuando era fotógrafo en el CUEC, El Chivo (Emmanuel) Lubezki era mi asistente; teníamos una mancuerna muy telepática, hasta que le vi su primer superochazo y le dije a Mario Luna: “¿Yo para qué estoy fotografiando si este güey es mejor yo?”

Cuarón empezó su formación como cinefotógrafo, y recordó que Mario Luna se enfadó con él por no continuar con esa especialidad. Desde que estaba en la UNAM le confesó que se dedicaría a dirigir, pero después, con Roma, le dijo: “Regresé a la foto sólo por ti Mario”.

El autor de Cuarteto para el fin del tiempo, cortometraje en blanco y negro, realizado en 1982 cuando era alumno, trajo a la memoria que gracias a Jorge Ayala Blanco aprendió la parte conceptual del lenguaje del cine. “Con él en el primer año vimos la historia del cine, y en el segundo análisis de nuevas corrientes; fueron los cursos que abrieron mis ojos, con mucha investigación y marco de referencia”.

A quienes se encuentran en etapa escolar y aprendizaje del cine, Cuarón les recomendó explorar su base académica y experimentar.

“Hay fotógrafos que hacen cosas maravillosas mientras está el sol en la ventana; pero cuando se va, ya no saben qué hacer. No despreció la parte académica, pero hay que saber cuáles son tus herramientas. Mientras más controladas las tengas, más libre serás. Por ejemplo, saber iluminar es una de las bases, y no olvidar que los mejores efectos visuales los hace gente que sabe dibujar”, expuso.

La UNAM, el origen

María del Carmen de Lara, directora del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, conoció a Alfonso Cuarón en la sede del CUEC ubicada en la colonia Del Valle.

“Cuarón y Lubezki se formaron aquí. Alfonso iba más hacia la fotografía y Emmanuel a la dirección, y acabó siendo al revés.”

La UNAM, subrayó, tiene un sistema integral; tratamos de abordar la problemática social y una visión completa, no parcial de lo que es el cine”. Al ingresar a los campos de trabajo hay una experiencia muy rica que sigue siendo formadora, y por eso los egresados han logrado alcanzar distintos niveles y reconocimientos en la industria nacional o en los Oscar.

La también realizadora señaló: “A diferencia de muchas escuelas del mundo, la Universidad Nacional da la oportunidad de filmar, y es ahí donde el conocimiento se asienta. “Para ser director es necesario conocer todos los campos. ¿Cómo vas a pedirle algo a un sonidista, a un director de arte, a un fotógrafo, si tú no conoces de lo que estás hablando?”.

En muchos momentos, añadió De Lara, Alfonso ha sido generoso con la Universidad. Cuando Mitl Valdez era director del CUEC, ofertó unas becas a dos alumnos para que acudieran a la filmación de Harry Potter. Hace unos meses se concretó un intercambio para que un maestro del CUEC, en este caso Luis Castañeda, participara en la mezcla de Roma, en Londres. El docente del Centro estuvo presente en la mezcla atmos del filme y con ese conocimiento ahora emprende algunos de los ejercicios de cómo se arman las bandas sonoras atmosféricas.
190225-Cult2-f2-roma-colonia-casa

Primeras lecciones

De Lara mencionó que las primeras lecciones de cine se dieron en el Auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), y de ahí se emprendió una constante mudanza: fue de la calle Margaritas, en la colonia Del Valle, al número 721 de Adolfo Prieto. “Tanto Alfonso como yo estudiamos ahí, en una casa adaptada, porque el foro se hizo después. Ahora tenemos 159 alumnos y filmamos alrededor de 13 horas y media al año, el nivel más alto de capacidad”.

Ésta es la escuela de cine más antigua de América Latina; aquí desean venir alumnos de Estados Unidos, de Francia, Japón, Colombia, Ecuador, que reconocen el liderazgo que ha tenido la Universidad Nacional en relación a las aportaciones y las historias de la industria cinematográfica.

“Tenemos generaciones de mujeres en la fotografía, como Sheila Altamirano, Nataly Montiel; varias de las egresadas del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, como Melisa Elizondo. Estamos con generaciones fuertes, potentes, contando historias que han sido la gran aportación de la UNAM y del CUEC, porque son historias sin censura, que pueden abordarse desde cualquier ángulo…Cuarón es sólo el principio.”

Imantada de transeúntes, autos, paseantes y curiosos, la calle de Tepeji en el número 22, en la colonia Roma, no ha tenido tregua desde el estreno de Roma. Ahí, justo donde se grabó, Marco Monreal, vecino del director, quien en realidad vivió en el número 21, habló también en blanco y negro.

“Me acuerdo del niño Alfonso, es como en la película, así lo recuerdo. Había dos niños delgados, güeros, eran hijos de un doctor. Tengo muy presente una imagen, y quizá también por mis padres: tiro por viaje los choferes se llevaban las molduras en la entrada de los accesos, porque todas las casas son semejantes, están construidas por el mismo ingeniero (en 1939), y el tamaño del estacionamiento es idéntico”, dijo quien fue alumno de la Facultad de Arquitectura de 1977 a 1981. Gloria Silvia, hermana de Marco Monreal, atiende y convive con quienes, a diario y desde el amanecer, tocan el timbre, colocado a la diestra de una placa que reza “Aquí se filmó Roma”.

“Alfonso es una persona muy sencilla, muy querida para todo México. Aquí vivió hasta los seis o siete años; yo tenía un poco más de edad, me casé y me fui, pero mis padres seguían aquí. Regresé a ser romana porque la colonia está llena de nostalgia. Su nombre al revés es amor.

“La película se filmó en mi casa –y no en la que vivió Alfonso Cuarón– porque tiene mejor luz. “Le entregaremos al director un cuaderno de firmas de quienes han visitado la casa desde el 28 de diciembre de 2018, todo lleno de amor y letras”, concluyó Gloria Silvia Monreal.

También podría gustarte