Virtuosismo en los recitales de Dmitry Masleev y Saúl Ibarra

Presentaciones en las salas Nezahualcóyotl y Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario

El joven siberiano. Foto: Barry Domínguez.
El joven siberiano. Foto: Barry Domínguez.

El joven pianista siberiano Dmitry Masleev, ganador de la Medalla de Oro en la Competencia Internacional Tchaikovsky 2015, interpretó en el Festival Internacional de Piano, en la Sala Nezahualcóyotl, obras de Bach, Beethoven, Prokofiev y Liszt, haciendo gala de una conexión físicamente perceptible, sucinta y perfecta técnica; además de una delicadeza de toque y velocidad vertiginosa en algunos pasajes que así lo exigían.

Considerado por la crítica como gran pianista futuro (La Croix) de brillantez virtuosa (The Financial Times) y musicalidad de proporciones metafísicas (Neue Musikzeitung), Masleev abrió el programa con Siciliano de la Sonata para flauta N°2 en sol menor, de Johann Sebastian Bach, y posteriormente dio paso a Sonata para piano N°12 en la bemol mayor, op. 26, de Beethoven, integrada por cuatro movimientos.

En la segunda parte incluyó Sonata para piano N°1 en fa menor, op.1, de Sergei Prokofiev. En su interpretación resaltó su asombroso dominio del cambio de compás, libre de devaneos o incertidumbres en los engarces. Brillo y precisión en todo momento en el que Masleev le extrajo a su instrumento el alma rusa.

Continuó con Preludio coral en fa menor, de Bach, y lo hizo con profundidad en las secuencias descendentes, con un tono nítido y lujoso al mismo tiempo. Cerró con Rapsodia española, del húngaro Franz Liszt. Música con variados colores y enérgica, la cual tiene muchos desafíos técnicos, incluyendo cambios rápidos de acordes y octavas. Masleev logró una interpretación intachable y vigorosa.

Ofreció como encore los tres preludios para piano del estadunidense George Gershwin. Deleitó a la audiencia con un material melódico y ritmos sincopados en un fuerte toque de jazz. El músico mostró a lo largo de su recital nocturno espontaneidad poética, brillo discreto, contundente precisión, claridad en la expresión de las ideas y sobre todo oleajes de virtuosismo.

El intérprete mexicano.
El intérprete mexicano.

Bach, Rachmaninov, Liszt…

Delgado y alto. Sobrio en sus ejecuciones pianísticas son las primeras impresiones al contactar visualmente con el joven intérprete, quien comenzó su formación musical a los siete años con la maestra Cecilia Garduño Ochoa. La música es lo más importante para Saúl Ibarra desde que decidió dedicarse de lleno a ella.

Hasta ahora, ha obtenido 14 reconocimientos en los ámbitos nacional e internacional, destacando el Special Helena Prize por la mejor ejecución de la obra moderna en la Competencia para Músicos Jóvenes en Países Bajos; el primer premio en el Concurso y Festival de Música Rusa en Vancouver Canadá 2017 y el segundo premio en el Concurso Internacional de Piano María Herrero en Granada, España. Participó en este Festival Internacional de Piano, en la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario, con un programa en el que incluyó el Preludio y fuga n°1 en do mayor de clave bien temperado, de Johann Sebastian Bach. Su discreta interpretación siguió fielmente todas las cadencias y modulaciones que impone la pieza. Continuó con Sonata para piano n°26 en mi bemol mayor, op. 81a, Los adioses, de Ludwig van Beethoven. Dio paso a la selección de Éstudes-tableaux, op. 39 n°1, 2 y 9, de Sergéi Rachmaninov; obra compleja en la que Saúl se sumergió de inmediato en la misteriosa forma del tiempo, y mostró su habilidad para sortear con creces la dificultad técnica que implica la ejecución de cada uno de estos estudios. En la segunda parte del programa se escucharon dos composiciones del húngaro Franz Liszt: Variaciones sobre un tema de Bach y Après un lecture du Dante- Fantasia quasi sonata.

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