60 años de Psicosis

La cinta de culto dirigida por Alfred Hitchcock cumple seis décadas desde su estreno en Estados Unidos; ha sido referencia e inspiración de grandes directores

El 16 de junio de 1960 un anuncio en el lobby del cine confundió a más de un cinéfilo, el mensaje era contundente, ineludible y, quizá, un poco desorientador. Decía así:

“No permitiremos que te engañes a ti mismo. Debes ver a PSICOSIS desde el principio. Por lo tanto, no espere ser admitido en el teatro después del comienzo de cada proyección de la película. Decimos que nadie –y nos referimos a nadie–, ¡ni siquiera el hermano del gerente, el presidente de los Estados Unidos o la reina de Inglaterra (que Dios la bendiga)!”

La cinta en cuestión, como pueden deducir, era Psicosis (Psycho, 1960) y el autor del recado no era otro que el Maestro del Suspenso: Alfred Hitchcock, quien ya contaba con más de cuatro decenas de créditos en su legendario currículum.

Hasta ese momento los amantes del cine sabían poco sobre el proyecto, el trailer que invitaba a ver la cinta contenía poca información sobre la trama o los personajes en pantalla, como lo recuerda Joseph W. Smith III en The Psycho File: A Comprehensive Guide to Hitchcock’s Classic Shocker:

“Siguiendo el enfoque que Hitchcock tomó con toda la publicidad, el trailer no contiene imágenes reales de la película. La mujer que grita en la ducha al final es Miles, ¡con una peluca! … A pesar de todas estas maniobras preliminares, el factor clave de la brillante campaña publicitaria de Hitchcock fue su insistencia en que nadie fuera admitido en el teatro después de que la película tuviera empezado.”

El cineasta prohibió a sus actores y al crew dar entrevistas antes del estreno, toda información relacionada con Psicosis se guardó con recelo. Los dueños de los cines estaban preocupados, temerosos de tener salas vacías, butacas desocupadas gracias a los trucos publicitarios de “Hitch”, sin embargo, el tiempo le dio la razón.

El boca en boca de quienes tuvieron oportunidad de ver Psycho el día de su estreno fue suficiente para hacer del filme un éxito. Pocos creyeron en el potencial económico de la historia que Hitchcock quería filmar, como se lo confió a François Truffaut en la extensa entrevista que alimentó el libro El cine según Hitchcock, publicado en 1966:

F.T. Sé que usted mismo produjo Psycho. ¿Ha tenido la película mucho éxito?
A.H. Psycho no ha costado más de ochocientos mil dólares y ha recaudado hasta ahora unos trece millones de dólares.
F.T. ¡Es formidable! ¿Es su mayor éxito hasta el momento?
A.H. Sí, y me gustaría que usted hiciese un film que le produjera tanto a través del mundo… En un film de este género, es la cámara la que hace todo el trabajo. Pero naturalmente, no se consiguen necesariamente las mejores críticas, pues los críticos no se interesan más que por el guión. Hay que dibujar la película como Shakespeare construía sus obras, para el público.

52 planos sacudieron el mundo

Es probable que aun aquellas personas alejadas del fenómeno cinematográfico sepan que existe una película llamada Psicosis y que su autor se llama Alfred Hitchcock. El impacto de Psycho en el público fue tal que su contenido trascendió la pantalla, integrándose de manera permanente a la conciencia del mundo occidental.

Las clave de ese impacto, como han apuntado diversos investigadores, pueden hallarse en la famosa escena de la ducha, donde la “madre” de Norman Bates (Anthony Perkins) apaga la vida de Marion Crane (Janet Leigh) gracias a un filoso cuchillo y la punzante música de Bernard Herrmann. La fama de este momento es tal, que el documentalista Alexandre O. Philippe (The People vs. George Lucas, Doc of the Dead) realizó un documental entero, 78/52 (2017), intentando medir el legado de esos tres minutos de celuloide.

“Hitchcock comparó el proceso de preparación de sus películas con el trabajo de un compositor que escribe una partitura para los músicos. Del mismo modo que el compositor oye la música antes de que sea interpretada, él veía y oía la película en su mente”, comenta el investigador Paul Duncan en el texto Alfred Hitchcock: El arquitecto de la angustia 1899-1980 sobre el metódico estilo de trabajo del auteur inglés, la escena de la ducha no es sino uno de los mejores ejemplos de su aplicación al celuloide.

Aunque 60 años han diluido la conmoción causada por Psycho, el público de 1960 no esperaba que, bajo ninguna circunstancia, la aparente protagonista y estrella de la película Janet Leigh fuera asesinada a mitad de la proyección. Su muerte en pantalla era un ataque directo a las expectativas de la audiencia.

La clave de su efectividad está en el montaje de cada uno de los 52 planos realizado por George Tomasini –y que el diseñador Saul Bass había dibujado a detalle en el storyboard–. Se intercalan primeros planos del rostro de Leigh con tomas del cuerpo de su doble, la corista y actriz Marli Renfro, el cuchillo (que nunca lacera la piel de la intérprete), y el oscurecido rostro de la madre de Norman. Estos “saltos” entre cuadro y cuadro dotan a la secuencia de una tensión pocas veces provocada por la luz del proyector.

El mexicano Guillermo del Toro analiza la escena en su libro Alfred Hitchcock:

“La famosa secuencia del asesinato en la ducha, por la que Charles Bennett le dijo a Hitchcock que era un «sádico hijo de puta», se llevó una semana de rodaje… Estos planos fueron dibujados meticulosamente por Saul Bass, pero Hitchcock impuso forzosamente dos de ellos. Saul Bass nos dice: «Yo era un purista. Mi concepto de la escena era: a) No ver el arma, sólo sentir su presencia, y b) Nada de sangre, excepto al final, cuando se va por el drenaje». Pero Hitchcock exigió incluir dos planos más: uno en que el cuchillo parece penetrar el abdomen y otro en que corre la sangre mientras ella cae al suelo.”

Y añade: “Lo importante en este caso no es la trivialidad de quién diseñó o concibió la secuencia; Hitchcock era el «gran filtro» de ideas en sus sets. Lo importante es que Hitchcock optó por hacer de esta secuencia la más violenta de la película y de su carrera hasta esa fecha.”

“Naturalmente , el cuchillo no toca jamás el cuerpo, todo está hecho en el montaje. No se ve jamás el cuerpo”, reiteró Hitchcock al ser entrevistado por Truffaut y subrayó, “filmamos al ralentí ciertos planos para evitar recoger en la imagen los senos. Los planos filmados al ralentí no fueron acelerados después, pues su inserción en el montaje da la impresión de velocidad normal… Es la escena más violenta del film y después, a medida que la película avanza, hay cada vez menos violencia, pues el recuerdo de este primer asesinato basta para hacer angustiosos los momentos de suspense que vendrán después.”

¿El nacimiento de un nuevo género?

El voyeurismo y la violencia patentes de Psicosis han llevado a algunos estudiosos a ver en la película un preludio del cine slasher que abarrotó los cines en los años 70 y 80, gracias a franquicias como Halloween (1978), La masacre de Texas (1974) –estrenada en nuestro país como Masacre en cadena–, Viernes 13 (1980), o Pesadilla en la calle del infierno (1984) que aprovechan y banalizan los elementos más impactantes del clásico hitchcockiano.

Este punto es analizado ampliamente por la escritora Carol J. Clover en su libro Hombres, mujeres y motosierras: género en el cine de horror moderno donde apunta:

“El antepasado designado del slasher es Psycho de Hitchcock (1960). Sus elementos son familiares: el asesino es el producto psicótico de una familia enferma, pero aún reconocible como humano; la víctima es una mujer hermosa, sexualmente activa; la ubicación no es hogareña, es un lugar terrible; el arma es algo más que una pistola; el ataque se registra desde el punto de vista de la víctima y se da con una brusquedad sorprendente. Ninguna de estas características es original, pero el éxito sin precedentes de la fórmula particular de Hitchcock, sobre todo la sexualización de sus motivos y la acción, provocó una avalancha de imitaciones y variaciones.”

“La deuda espiritual de todas las películas de slasher posteriores a 1974 con Psycho es clara, y es un raro ejemplo que no rinde un homenaje visual, aunque sea breve, al antepasado… Sin embargo, no menos claro es el hecho de que los ejemplos post-1974, en la forma habitual del folklore, han despreciado no sólo los términos de Hitchcock sino también, con el tiempo, los propios”.

“La noción de un asesino impulsado por furia psicosexual, más particularmente un hombre con problemas de género, ha demostrado ser duradera, y la progenie de Norman Bates acecha el género hasta el día de hoy … En las películas del tipo Psycho el monstruo es alguien conocido, un hombre que funciona normalmente en la acción hasta que, al final, se revela su otro yo. Texas Chain Saw Massacre y Halloween introdujeron otro tipo de monstruo: uno cuyo único papel es el de un asesino y otro cuya identidad como tal está clara desde el principio”.

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