Israel-Palestina, la historia de tortuosos procesos en búsqueda de la paz

El enfrentamiento en Medio Oriente es respuesta de los procesos de paz "que, en el fondo, siempre fueron saboteados y bloqueados por Israel”, explica Jaime Isla Lope, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM

La Cúpula de la Roca, Monte del Templo, Israel. Foto: Pexel.
La Cúpula de la Roca, Monte del Templo, Israel. Foto: Pexel.

El 14 de mayo de 1948, la ciudad de Tel Aviv fue testigo de la Declaración de independencia de Israel, un hecho que coincidió con el fin del Mandato Británico de Palestina. A 71 años, las relaciones entre los pueblos palestino y judío continúan en conflicto.

¿Qué está pasando en Israel?

En opinión de Jaime Isla Lope, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, el conflicto bélico que protagonizan Israel y Palestina en Medio Oriente es consecuencia de continuos y tortuosos procesos en búsqueda de la paz. “Procesos que, en el fondo siempre fueron saboteados y bloqueados por Israel”.

El académico de la licenciatura en Relaciones Internacionales asegura estar convencido de que a Israel no le conviene la paz, “prefiere la vía bélica porque, en primer lugar, tiene los territorios; en segundo, se quedó con el agua (algo muy importante); y en tercer lugar, si llega a haber un proceso de paz tendría que devolver grandes porciones de tierras, sobre todo los asentamientos judíos de Cisjordania”.

Actualmente, hay más de 600 mil asentamientos judíos en el territorio ocupado de Cisjordania. De modo que si llega la paz, tendría que desocupar ese territorio y mover los asentamientos. “¡No les conviene! Les conviene la prolongación del conflicto para expulsar a los palestinos y fortalecer la población israelí. Ese es el proyecto sionista”.

Por otro lado, continuó el internacionalista, los palestinos están en la resistencia, tratando de evitar el conflicto, pero hay una realidad inobjetable: Israel ocupa más de la mitad de Cisjordania, tiene sitiada, al borde del colapso, a Gaza. Es un gran campo de concentración se estrangula a la minoría palestina en Israel.

Los ciudadanos israelíes de origen árabe, que no son de religión judía, son ciudadanos de segunda que viven un apartheid. Lo que muestra la parte racista del Estado de Israel. De ese modo se ha estrangulado a la minoría palestina en Israel, confiscado sus tierras, demolido sus casas y decretando leyes racistas, apunta el especialista.

Por otro lado, se levantó un muro de más de 700 kilómetros para separar a las poblaciones árabes de los asentamientos judíos en Cisjordania, edificación en el que se ha inspirado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para replicar en la frontera con México.

El Estado de Israel controla casi la totalidad de las carreteras en Cisjordania mediante check points. En la Franja de Gaza hay una tasa de desempleo de 65 por ciento y se prevé que en 2030 esa zona será inhabitable, condición que desean los israelíes, al tiempo que se han contabilizado cerca de seis mil presos políticos palestinos en las cárceles de ocupación.

En términos de la gestión internacional, actualmente acaba de aparecer la oferta de Trump a la que, en ciertos círculos llaman el Tratado del siglo, que no es más que una estratagema para imponer la rendición total a los palestinos y favorecer a Israel. Al menos es lo que se ha filtrado del acuerdo, aclaró Isla Lope.

Por ejemplo: los asentamientos continuarán; Jerusalén quedará bajo el dominio de Israel. Palestina debe deponer las armas para quedar bajo protección de Israel; no tendrá ejército y quedará bajo protección de Israel. “Es como poner a alguien bajo protección del enemigo. Aparte deben pagar a Israel por esa protección. Desde luego, los palestinos no aceptan ese Tratado y siguen en la lucha.

En opinión del académico, el Tratado del siglo no es más que un plan electorero similar a la política de Trump en la frontera con México, es decir, con los migrantes. Igual a su estrategia en Venezuela e Irán (amenazas para ganar votos de cara a las elecciones de 2020) y continuar tratando de ser el policía del mundo, condición que cada vez se restringe más.

La prueba es que hay una corriente de opinión que se muestra en la prensa pidiendo en un titular “Llamen a Kissinger”, en referencia a Henry Kissinger, porque la política internacional a cargo de Mike Pence y Michael Pompeo es equivocada. “Lo mismo en Venezuela que en Siria e Irán. Emplazaron al portaaviones Abraham Lincoln en el Golfo Pérsico, pero todo el mundo está seguro de que no se atreverán a atacar porque sería desastroso para ellos. Con Corea del Norte no pudieron lograr un acuerdo de desarme. Ya se ve que no les están saliendo las cosas. De modo que esta hegemonía unipolar está en transición. Ya no pueden imponer sus designios como antes. Cada vez les cuesta más trabajo.”

El proceso histórico

El problema entre sionistas y palestinos tiene origen en las persecuciones de judíos en Europa, precisó Isla López. El problema de las minorías judías es ancestral en parte porque no se integraron a las poblaciones europeas y se les vio como una minoría conflictiva, un ejemplo de esa imagen es El mercader de Venecia, de William Shakespeare, donde el malo es el judío agiotista.

Esta situación se profundiza una vez que se consolida el Estado nacional en Europa, después de la Revolución francesa, durante el siglo XIX cuando se hace un esfuerzo por homogeneizar a la población bajo una misma lengua, una misma religión y una ideología. Sin embargo, los judíos no participaron en esa homogeneización ni se integraron a los movimientos nacionalistas, a la integración del Estado nacional moderno.

Enfrentaron persecuciones y discriminaciones en Europa Oriental y Occidental. El ejemplo más famoso del siglo XIX es el Caso Dreyfus, denunciado por Emilio Zolá. El hecho se convertirá en inspiración de Teodoro Herzl para fundar el movimiento sionista mundial. En 1897 en Basilea, Suiza, se lleva a cabo el primer congreso donde se decide que los judíos no pueden integrarse a los países europeos y tienen que buscar una patria.

En el congreso de Basilea no se decide dónde ni cómo será esa patria; se fundan algunas instituciones, por ejemplo un banco para adquirir tierras en algún lugar de América Latina –se propuso Baja California– o Libia en África. Sin embargo, la idea no prosperó hasta la Primera Guerra Mundial.

Esa guerra será la gran oportunidad, en el sentido de que los poderosos financieros en Europa (los Rotchild, por ejemplo) eran de origen judío y se necesitaban capitales. Inglaterra en el esfuerzo de alzarse con la victoria formula promesas tanto a los árabes como a los judíos. A los primeros les pide rebelarse contra el Imperio Otomano, uno de los enemigos de Inglaterra, (este episodio está documentado en la Correspondencia Hussayn-Mc Mahon).

De ese modo, Inglaterra apoyaría a Hussayn Ibn Ali, Jerife de la Meca, y se crearía un gran reino árabe Independiente que incluiría la península arábiga y todos los países de la Media Luna Fértil, hoy Irak, Siria, Palestina y Líbano.

Inglaterra firma el famoso, por secreto, Acuerdo Sykes-Picot de 1916, también de promesas y establece acuerdos con sus aliados en la guerra, sobre todo Francia y Rusia para repartirse Medio Oriente una vez terminada la guerra.

A Rusia le tocaría lo que siempre había pretendido: los estrechos del Bósforo, Estambul, para tener salida al Mediterráneo. Franceses e ingleses se dividirían las últimas provincias árabes del Imperio Otomano: Siria, Palestina, Jordania, Irak, países que se convertirán en los mandatos de la Sociedad de Naciones.

Al mismo tiempo, promete al movimiento sionista, la creación de “hogar nacional” judío en Palestina, mediante la Declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917. Ahí se dice que “sin detrimento de la población que ahí habite”. Como si no supieran que ahí habitaban casi un millón de personas, acotó el académico. Ahí se genera el pacto entre el movimiento sionista e Inglaterra para crear este “hogar nacional”.

Termina la guerra y los árabes quedan burlados. Desde entonces expresan gran resentimiento por el incumplimiento a la promesa. La Declaración Balfour queda guardada: a los sionistas les piden paciencia mientras reparten las provincias, en lo que se conoce como Mandato de la Sociedad de Naciones. Francia tendrá lo que hoy es Siria y Líbano, e Inglaterra Irak, Jordania y Palestina, provincia otomana.

Palestina queda en manos de los ingleses y entonces se puede llevar a cabo el proyecto de la colonización sionista y tratan de conseguir extensiones de tierra sin éxito. Los árabes no ponían en venta sus tierras. Una vez consolidado el mandato, comienza el éxodo de judíos europeos a Palestina, situación que genera aguda resistencia de la población.

Fue un proceso de colonización, enfatizó el internacionalista, patrocinado por el movimiento sionista, los habitantes de esa zona quedaron colonizados por Inglaterra, algo parecido a la llegada de los ingleses a América del Norte, cuando las tribus nativas son relegadas.

Empiezan a llegar judíos, sobre todo después de la toma del poder de Hitler en Alemania, huyendo de las barbaridades nazis. Obviamente, empiezan los conflictos entre palestinos y judíos, hasta que en 1936 Inglaterra empieza a manifestar que no sabe qué hacer con su Mandato.

Se viene la Segunda Guerra Mundial, contexto en el que los ingleses son incapaces de mantener el Mandato de Palestina. Inmediatamente el movimiento sionista estructura el Programa Biltmore con el que piden a Estados Unidos patrocinar el proyecto en Palestina.

Buscan el apoyo de la población judía estadounidense y de las organizaciones sionistas. Cuando concluye la Segunda Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones es reemplazada por la ONU, como se sabe. En ese escenario Inglaterra se deshace del Mandato de Palestina.

Cuando se discute en la ONU el asunto de las enormes dificultades en la convivencia de las poblaciones judía y palestina, se decide llevar a cabo, como en otras partes del mundo (Pakistán, Corea del Norte) una división conocida como el Plan de las Naciones Unidas para la Partición de Palestina de 1947.

El problema radicó, desde un inicio, en que se tomaba el tema como si fueran dos naciones dentro de un mismo territorio. Los árabes lo veían como un proceso de colonización y exigían que se fueran quienes habían llegado para recuperar su independencia.

De ahí que no se pueda ver el problema palestino como la dificultad de dos naciones que luchan por un mismo territorio. Desde un principio, los colonizadores israelíes los tenían la fuerza, las armas y el dinero, el poderío, en suma, para llevar a cabo el proyecto. Incluso los mismos ingleses entrenan y arman a organizaciones paramilitares judías como la Hagana (“la defensa”) e Irgún (brazo militante de la Hagana).

Se declara la partición. No la aceptan los árabes. Se inicia lo que se llama la primera guerra árabe-israelí de 1948-1949. En ese momento, los sionistas tratan de instrumentar el Plan Dalet, de 1948, poco conocido, en donde ellos deciden que quieren una Palestina pero sin palestinos.

Comienza la limpieza étnica. Tratan de sacar a todos los palestinos. En ese momento se crea el primer problema de refugiados. Muchos tuvieron que huir a Jordania, a Líbano, a Egipto, atemorizados por los contingentes del Irgún de la Hagana y el ejército israelí. Así se vaciaron los pueblos.

Ilán Papé, un estudioso de Medio Oriente, sostiene que el plan era limpiar completamente Palestina. Los judíos no lo consiguieron, pero generaron una gran cantidad de refugiados y se quedaron con poco más de la mitad del territorio. Lo único que no fue anexado a Israel en 1948 fue Cisjordania, porque logró quedarse el ejército jordano, y la Franja de Gaza que quedó ocupada por los egipcios.

Así se queda la situación hasta la guerra de 1967, cuando el ejército israelí derrota a los ejércitos árabes. Desde entonces esa zona (Cisjordania, Gaza y parte de Jerusalén) es declarada por las Naciones Unidas Territorios ocupados, a partir de la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU y se dice que estos territorios tendrán que ser devueltos,  ya que está prohibida la guerra de conquista por la Carta de las Naciones Unidas. Son territorios que deben ser devueltos, cosa que nunca pasó.

Desde entonces Estados Unidos considera que Israel puede ser su aliado en Medio Oriente. Se declara pro israelí y apoya sin reserva a Israel con su veto en Naciones Unidas.

Cada  vez que se llama a cuentas a Israel, las recomendaciones del Consejo de Seguridad son bloqueadas por Estados Unidos.

Después hay un estancamiento del conflicto entre 1967 y 1973, año en que en octubre, aprovechando el Yom Kipur (celebración judía: Día del arrepentimiento sincero) los egipcios deciden atacar el Sinaí, y los sirios los Altos de Golam, guerra en la que estuvieron a punto de derrotar a los israelíes.

De inmediato, Estados Unidos creó un puente aéreo a través de las Islas Azores y ofrece a Israel que por cada tanque o avión que le destruyan, ellos le proporcionarán dos. Con esto Israel empieza a medio recuperarse.

Dicen las crónicas que en el Sinaí se dieron las batallas de tanques más grandes, incluso, que las de la Segunda Guerra Mundial. Llega el momento en que Sadat comprende que ha logrado su objetivo: llamar la atención mundial y dice que no seguirá la guerra porque la había iniciado contra Israel y ahora la está librando contra Estados Unidos.

En esa coyuntura, aparece Henry Kissinger con su Plan de Paz para Palestina que más bien fue un desenganche de tropas. Después de la guerra de 1973 empiezan los procesos de paz. Estados Unidos vio que lo mejor era sacar a Egipto del conflicto, mientras que Israel celebra la decisión porque en esa guerra casi lo derrotan.

La tarea de Estados Unidos fue dejar a los palestinos solos otra vez. Sacan a Egipto del conflicto, con los tratados de paz de 1979, de Camp David. Egipto hace la paz por separado, y de inmediato es acusado por el mundo árabe de traición. Incluso la Liga Árabe mueve su sede de El Cairo a Túnez.

Egipto abandona su posición, sobre todo por la promesa estadounidense de ayuda económica. Desde ese día Egipto recibe aproximadamente 1,500 millones de dólares anuales de Estados Unidos.

El país del norte tiene una gran partida para ayuda internacional del cual más del 80 por ciento es destinado a Israel y Egipto. El primero recibe aproximadamente 3,000 millones de dólares al año y Egipto la mitad: 1,500. La ayuda internacional de Estados Unidos se destina a esos países. Ese fue el costo por sacar a los dos contendientes.

Con esto los palestinos se quedan solos y comienza una fase que ha sido documentada ampliamente, como la llamada Guerra del Golfo hasta que en 1993 se convoca a la Conferencia de Oslo en donde se decide comenzar las negociaciones serias para llevar a cabo la creación de dos Estados: el israelí y el palestino.

¿Qué pasará?

La resistencia palestina continúa como una lucha anticolonial. Puede afirmarse que actualmente la solidaridad mundial con Palestina se ha robustecido. Frente a la desprestigiada imagen de Israel, poco a poco la causa palestina se va convirtiendo en un símbolo de justicia, concluyó Jaime Isla Lope.

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