San Antonio, Texas.– El próximo 16 de septiembre la sede de la Universidad Nacional Autónoma de México en San Antonio cumple 80 años de haber sido fundada en el centro histórico de esta ciudad texana. En ese tiempo han pasado por sus aulas más de cien mil alumnos provenientes de ambos lados de la frontera. Inclusive, de forma discreta, importantes empresarios estadunidenses aprendieron español aquí.
Además, cada año se preparan eventos para enriquecer culturalmente a las comunidades mexicana y estadunidense, tal como sucede, por ejemplo, en Día de Muertos, cuando la gente acude a este sitio para observar el tradicional altar. La suma de todas estas actividades en ocho décadas ha generado la visita de cientos de miles personas.
La sede UNAM-San Antonio (Escuela de Extensión Universitaria) ha sido vínculo permanente entre la Universidad, la comunidad mexicana en Estados Unidos, instituciones educativas de este país, y la sociedad estadunidense en general.
Por ello, los universitarios que atienden a la comunidad mexicana en la sede se preparan para festejar ocho décadas de vida. En las conmemoraciones se tienen consideradas diversas actividades. En primer lugar, la presentación del libro Historias de la UNAM-San Antonio: 80 aniversario, escrito por Miguel García Audelo, historiador de esta casa de estudios, en coautoría con Paula de Gortari Pedroza, directora de la sede universitaria.
Se detalla en ese volumen el momento de la fundación y el progreso de la primera y más antigua sede de la UNAM en el extranjero. Compuesto por tres grandes apartados y divididos a su vez en tres subcapítulos, se aborda su trayectoria a lo largo de este tiempo.
A decir de sus autores, el recuento del pasado texano ayuda a comprender la situación tan especial de esta sede en un territorio de tanta significación histórica. Conviene recordar que esta provincia fue el origen de la disputa territorial con México y el centro de muchos mitos alrededor de la relación con Estados Unidos.
En el siglo XIX, la compleja situación por la que atravesó el país facilitó las ambiciones expansionistas del vecino del norte y provocó la independencia de Texas. La falta de reconocimiento de este hecho en 1836 por parte de México avivó las intenciones de los estadunidenses por conquistar los territorios ubicados más al oeste. La anexión de Texas como un estado más de la Unión Americana en 1845 desató la guerra que culminó con la pérdida de Nuevo México y California en 1848.
Desde entonces, en opinión de los autores, este tópico negativo ha marcado las relaciones bilaterales y la percepción de Estados Unidos en el imaginario mexicano. A pesar de las consecuencias inmediatas de esa obligada e incómoda convivencia, ambas naciones se las arreglaron para dirimir sus futuras diferencias por la vía diplomática. Ello se evidenció durante la Guerra de Secesión en Estados Unidos, la Segunda Intervención francesa y el desenlace de ambos sucesos a mediados de 1860.
Con un Abraham Lincoln triunfante sobre los esclavistas del sur y un Benito Juárez vencedor de los conservadores, se transitó hacia una normalización de las relaciones. Este proceso se alargó durante el último cuarto del siglo XIX, siendo perturbado por las ocasionales incursiones armadas de indígenas o la persecución del abigeato.
El porfiriato consolidó la relación bilateral al punto de que en octubre de 1909 se concretó la visita de Porfirio Díaz a Texas, la primera de un mandatario nacional. La Revolución, por su parte, fue concebida en San Antonio y esta ciudad se convirtió en el centro de operaciones tanto de rebeldes como de reaccionarios.
Finalizada la contienda, el desencadenamiento de las guerras mundiales provocó una masiva migración de mexicanos al sur estadunidense. La situación irregular de miles de connacionales, no obstante los esfuerzos, como el Programa Bracero en 1942, los colocó en desigualdad por no tener servicios básicos.
Salud, vivienda y educación fueron los principales problemas de los migrantes que ningún gobierno atendió de manera eficaz, por lo que con el tiempo se agravaron. En esta situación se hallaban cuando el coronel Manuel Pacheco Moreno, egresado de la actual Facultad de Derecho, impulsó la fundación de unos cursos. Proyectados en Austin, finalmente se instalaron en San Antonio el viernes 16 de septiembre de 1944, con la presencia de autoridades universitarias y diplomáticas.
A partir de entonces, la sede ha sido conocida con diversos nombres que señalan su evolución y establecimiento en la ciudad. Cursos Temporales de Extensión (1944-1952), Cursos de Extensión Universitaria (1952-1972), Escuela Permanente de Extensión (1972-2006) y UNAM-San Antonio (desde 2006) son las denominaciones bajo las cuales ha funcionado en estos 80 años y continúa ahora ofreciendo servicios académicos y culturales.
En estas ocho décadas, la UNAM-San Antonio ha destacado en la impartición de sus cursos de inglés y español, tanto para la comunidad estadunidense como la mexicana.
Por ello, la sede obtuvo del gobierno de Estados Unidos la acreditación Commission on English Language Program Accreditation (CEA), una prestigiosa distinción que promueve la excelencia en el campo de la enseñanza del inglés.
El esfuerzo de la UNAM-San Antonio por difundir la cultura mexicana en español se despliega también a través de su editorial Biblioteca Arte & Cultura, que actualmente cuenta con 29 títulos de distinguidos académicos mexicanos y estadunidenses.
Adicionalmente, ofrece cursos de preparación para ayudar a la comunidad migrante a obtener la ciudadanía mediante el Programa General Educational Development (GED) en español.
La sede, como parte de los festejos, también preparó la muestra fotográfica UNAM San Antonio, LXXX Aniversario, la develación de una placa conmemorativa, entrega de reconocimientos al personal académico por sus años de servicio, y otros actos simbólicos para los asistentes. Adicionalmente, dos músicos de la Filarmónica de San Antonio ofrecerán un concierto para los asistentes a la celebración.
La conmemoración de estos primeros 80 años es una oportunidad para la reflexión de temas fundamentales de esta casa de estudios. Con ello se reitera la internacionalización de la Universidad Nacional a través de sus sedes, suscribiendo programas de cooperación y convenios con instituciones de educación superior para llevar a cabo programas de intercambio estudiantil.
Este acto reitera el compromiso de la Universidad por fomentar las relaciones interculturales, abrazar los valores de la educación, y continuar su legado histórico en el extranjero.