Tesoros ocultos de las bibliotecas universitarias

 Mapa de Ciudad de México, mediados del siglo XVI (Instituto de Geografía). Fotos: Juan Antonio López.
Mapa de Ciudad de México, mediados del siglo XVI (Instituto de Geografía). Fotos: Juan Antonio López.

Nuestra casa de estudios se fundó en 1551 como Real y Pontificia Universidad de México; al sobrevenir la época independiente, se suprimió el título de real, pues el rey de España dejó de tener soberanía en el país. Se le llamó entonces Universidad Nacional y Pontificia, para después quedar sólo con el nombre de Universidad de México.

En 1910 adquirió su carácter nacional y en 1929 su autonomía. Hoy, la UNAM cuenta con uno de los sistemas bibliotecarios más grandes en el mundo, conformado por 135 bibliotecas. Pero no sólo eso: durante esa larga historia ha reunido invaluables joyas en sus acervos.

Guadalupe Venteño Jaramillo e Isabel Ávila Camacho, integrantes de la Dirección General de Bibliotecas (DGB), ofrecieron la charla Tesoros Escondidos en las Bibliotecas de la UNAM, en la 40 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.

Ahí explicaron que esa dependencia universitaria se divide en subsistemas: bachillerato, licenciatura, investigación, administración y extensión universitaria. Cada una de las bibliotecas tiene cierta especialidad, ya que pertenece a algún centro de investigación o área administrativa cuyo tema es específico.

Entre los materiales con los que cuenta la Universidad se encuentran mapas y atlas, muchos de ellos en el Instituto de Geografía. Algunos provienen de la época de la Conquista, como un mapa de Ciudad de México elaborado a la llegada de Hernán Cortés, que da idea de cuál era el trazo de las calles o la extensión del Lago de Texcoco, “información útil para los historiadores y para identificar, por ejemplo, las actuales zonas sísmicas de alto riesgo”. Otro, también muy relevante, es el que ubica a la desaparecida Isla Bermeja, al norte de la península de Yucatán.

 Dibujos de coleópteros mexicanos, de Eugenio Duges, siglo XVIII, (Instituto de Biología).
Dibujos de coleópteros mexicanos, de Eugenio Duges, siglo XVIII, (Instituto de Biología).

Carteles

La UNAM resguarda, además, películas en diferentes formatos en su Filmoteca, donde se conservan a temperatura, iluminación y ventilación adecuadas. Algunas de las cintas se relacionan, por ejemplo, con el Movimiento Estudiantil de 1968. También se cuenta con una colección de carteles que complementan la obra fílmica, expuso.

En el Instituto de Biología –que tiene un Jardín Botánico vivo que puede visitarse – hay un conjunto enorme de datos y su biblioteca es un apoyo para sus departamentos, como el de Zoología. La información es utilizada por los integrantes de la propia entidad y por otras instituciones que hacen investigación. Ahí se documenta la fauna mexicana y se cuenta con colecciones nacionales como la de insectos o moluscos.

En tanto, en la Academia de San Carlos se guardan obras que no son sólo libros; sus galerías también conservan pinturas, óleos y frescos de los principales representantes del arte mexicano. “Lo más importante de ese recinto es que muchos de los materiales pueden ser consultados por los alumnos, en este caso de posgrado, y ellos a su vez pueden recrear nuevo arte”. De ese modo surgen nuevos proyectos, de arte virtual, por ejemplo, dijo.

En tanto, añadió Isabel Ávila, la Facultad de Música tiene partituras importantes, entre ellas, las de la Colección Manuel M. Ponce, que recibió el título Memoria del Mundo en México 2010 por parte de la Unesco, en ese mismo año.

Estas son tan sólo algunas muestras de la riqueza de la Universidad Nacional y de los tesoros que ella conserva. Finalmente, las universitarias aclararon que la mayor parte de estas colecciones son acervos de consulta para investigadores.

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