A 250 años del nacimiento de Friedrich Hölderlin

Fue autor de odas, himnos, elegías…, así como de la novela Hiperión o el eremita en Grecia y de la tragedia en verso La muerte de Empédocles.

Hace 250 años, el 20 de marzo de 1770, nació en Lauffen am Neckar, ciudad de la región de Suabia, el gran poeta alemán Friedrich Hölderlin, autor de odas, himnos, elegías…, así como de la novela Hiperión o el eremita en Grecia, y de la tragedia en verso La muerte de Empédocles.

Cuando Hölderlin cumplió dos años, su padre, quien se desempeñaba como administrador del seminario protestante de Lauffen am Neckar, murió. Después de un periodo de duelo más bien corto, su madre se volvió a casar, pero su nuevo marido, que era concejal de Nürtingen, también falleció al poco tiempo.

De esta manera, el niño quedó por completo bajo el cuidado materno, hecho que influyó decisivamente para que desarrollara un carácter hipersensible.

Hölderlin ya había adquirido sólidos conocimientos en lengua y literatura griegas cuando en 1788 se matriculó como becario en la Facultad de Teología de Tubinga, donde entabló una estrecha amistad con los estudiantes y futuros filósofos Hegel y Schelling.

A fines de 1793, al terminar sus estudios, Hölderling rechazó la opción de desempeñar un cargo parroquial y se dedicó a educar hijos de nobles y de comerciantes ricos.

Incluso Schiller, el autor de la Oda a la alegría, lo ayudó a conseguir trabajo en casa de la escritora Charlotte von Kalb, en Waltershausen, donde, a la vez que educaba a los hijos de ésta, continuó la escritura de Hiperión o el eremita en Grecia.

En 1795 viajó a Jena, donde conoció y trató a Goethe, Novalis y Herder, entre otros poetas y filósofos, pero la estrechez económica en que vivía lo obligó a volver a Nürtingen, con los suyos.

A principios del año siguiente, Hólderlin se trasladó a Frankfurt para trabajar en casa del banquero Jakob Friedrich Gontard como preceptor de sus hijos. Entonces, apenas vio a la madre de sus discípulos, Susette, se enamoró perdidamente de ella.

De acuerdo con Luis Díez del Corral, traductor al español de El archipiélago, “sus relaciones con esta mujer, de perfecta belleza física, gran delicadeza espiritual y refinada cultura literaria, son la más alta dicha en la vida del poeta. A su amparo produjo sus mejores frutos.”

Hölderlin se refería a Susette como Diótima, nombre del personaje de El Banquete, de Platón, cuyas ideas dieron origen al concepto de amor platónico.

En 1798, luego de una fuerte discusión con el marido de Susette, el poeta tuvo que dejar la casa de los Gontard. Con todo, siguió viendo a su amada en forma clandestina durante casi dos años más.

Si bien es cierto que Hölderlin padecía trastornos mentales (depresiones) desde su época de estudiante, parece que la muerte de Susette, acaecida el 22 de junio de 1803, lo precipitó paulatinamente en la locura.

Y así, loco, escribiendo de cuando en cuando, tocando el piano, cantando y hablando solo, pasó los últimos 38 años de su vida, encerrado en la casa de un carpintero, a orillas del río Neckar, en Tubinga, donde murió el 7 de junio de 1843.

A continuación, uno de sus poemas más memorables:

A las Parcas

Un verano y un otoño os pido, Poderosas,
para que pueda madurar mi canto,
y así, saciado, con tan dulce juego,
mi corazón podrá morir gustoso.
El Alma, que aquí abajo fue frustrada,
no hallará reposo, ni en el Orco,
pero si logro plasmar lo más querido
y sacro entre todo, la poesía,
entonces sonreiré satisfecho a las feroces
sombras, aunque debiera dejar
en el umbral mi Voz. Un solo día
habré vivido como los dioses. Y eso basta.

También podría gustarte