Abejas, polinizadores básicos de ecosistemas

También son indicadores de la salud ambiental del planeta: Adriana Correa, de Medicina Veterinaria

Polinizadores fundamentales para la supervivencia de los ecosistemas, las abejas, junto con mariposas, murciélagos y colibríes, son esenciales para la producción y reproducción de muchos cultivos y plantas silvestres. Sin embargo, estas especies están cada vez más amenazadas por los efectos de la actividad humana en el planeta.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dependen de la polinización casi 90 por ciento de las plantas con flores, 75 por ciento de los cultivos alimentarios del mundo y 35 por ciento de las tierras agrícolas. Los polinizadores no sólo aportan directamente a la seguridad alimentaria, sino además son indispensables para conservar la biodiversidad.

Hay más de 20 mil especies de abejas en el orbe. Contribuyen al desarrollo sustentable y al mantenimiento de la salud de las personas y el entorno, afirmó Adriana Correa Benítez, profesora de tiempo completo de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ).

“De ellas y su actividad en el campo se desprende el que nosotros tengamos diferentes alimentos y productos. De 170 mil especies de plantas, 90 por ciento dependen de la polinización. Son muy importantes ecológicamente porque son indicadores de las condiciones ambientales como cambio climático y contaminaciones en el campo.”

Con motivo del Día Mundial de las Abejas, que se conmemoró el 20 de mayo, la también jefa del Departamento de Medicina y Zootecnia de Abejas, Conejos y Organismos Acuáticos de la FMVZ, dijo que estas especies son las primeras que se mueren cuando pasa algo en su ecosistema. “Por eso pasaron a ser tan relevantes como indicadores ambientales”.

Están cada vez más amenazadas por los efectos de la actividad humana en el planeta.

Investigación en la UNAM

En la FMVZ hay diversas líneas de investigación asociadas a estos insectos y su producción, las cuales son interdisciplinarias y en ellas participan diversas entidades universitarias.

“Estamos trabajando en tipificaciones de mieles en el ámbito nacional. Con la Facultad de Química (FQ) buscamos propiedades de las mieles en los diferentes estados de la República Mexicana, con fines terapéuticos. También llevamos casi seis años con la FQ viendo características de los propóleos con fines medicinales y curativos, así como localizando los componentes que dan ciertos valores agregados al propóleo y que dependen de qué plantas polinicen las abejas.”

De ellas y su actividad en el campo se desprende el que nosotros tengamos diferentes alimentos y productos; en particular, producen miel, cera, jalea real, propóleo y veneno.

Cuando se encuentra algún compuesto con propiedades curativas, se prueba con la Facultad de Medicina para saber si tiene beneficios para los humanos, frecuentemente en las vías respiratorias.

“Encontramos un producto para leshmaniasis útil en zonas tropicales y otro para caries dentales”, comentó la universitaria.

Correa Benítez y sus colegas también trabajan una línea de indagación en reproducción de abejas. “Estos factores nutricionales y patológicos que las están afectando los estudiamos en las obreras y en las reinas como los principales transmisores. Al zángano lo estamos analizando con un grupo de la Universidad Autónoma Metropolitana para ver los factores que aquejan su reproducción”.

Y con una universidad de Canadá están observando enfermedades de las abejas y consecuencias por agroquímicos. “Son productos fitosanitarios en general y examinamos cómo se están asociando con diferentes padecimientos, hongos y microorganismos que las dañan”.

“Canadá tiene europeas y México africanizadas. Los comportamientos y las resistencias a enfermedades son diferentes en ambos tipos de abejas y en la UNAM nos encargamos de analizar a las africanizadas. Luego nuestros estudiantes viajan a Canadá y replican experimentos en las europeas. Es una gama de investigación muy fuerte que podemos probar en muchas colmenas”, mencionó la especialista.

La conmemoración

De repente, entre 2004 y 2006, las abejas comenzaron a morir de manera masiva en Europa, lo cual se asoció con el uso de plaguicidas, diversas formas de cultivo, cambio climático y afecciones propias del insecto, entre otros factores ambientales y de causas antropogénicas.

A raíz de esta mortandad la ONU estableció el Día Mundial de las Abejas, para crear conciencia sobre el significado de los polinizadores, las amenazas a las que se enfrentan y su aportación al desarrollo sostenible. La organización declaró la efeméride el 20 de mayo, cumpleaños de Anton Jansa (1734-1773), pionero de la apicultura moderna nacido en Breznica, Carniola, hoy Eslovenia. El festejo fue principalmente impulsado por el gobierno de Eslovenia y la organización internacional de apicultura Apimondia.

El objetivo primordial de este día mundial es proteger a ellas y a otros polinizadores para que puedan contribuir de forma significativa a resolver los problemas relacionados con el suministro de alimentos en el orbe y acabar con el hambre en los países en desarrollo.

Todos dependemos de los polinizadores, y por ese motivo es crucial controlar su declive y detener la pérdida de biodiversidad, considera la ONU, cuyo tema este año se centra en la producción y buenas prácticas adoptadas por los apicultores de todo el planeta para apoyar sus medios de vida y ofrecer productos de alta calidad.

“Las abejas producen miel, cera, jalea real, propóleo y veneno. Procesan el polen y el néctar para convertirlo en miel, y usan el propóleo con fines curativos”, recalcó Correa Benítez.

Externó que, a diferencia de otras especies polinizadoras, éstas son líderes de ese proceso porque son muy selectivas del tipo de flor. “Garantizan tipos de polinización muy específicas en la generación de alimento, lo que genera una gran diversidad de frutos, verduras y semillas. Sin ellas, comeríamos solamente tubérculos. Por esa y otras razones es fundamental su preservación y cuidado en la naturaleza”.

México es un país productor y exportador de miel, catalogado con una de las mejores en el contexto internacional. “Al cuidar y conservar a las abejas con actividades como la apicultura en ecosistemas adecuados del campo (nunca en las ciudades), se busca también mantener el suministro de alimentos en el ámbito mundial y acabar con el hambre. Porque si volvemos a reestablecer todos los ecosistemas naturales (y las abejas son especialistas en eso) se volverán a generar todos esos productos que los niños de ahora quizá ni conocen, como tejocotes, fresas y nueces en su estado natural”, subrayó la experta.

Respeto al campo

Correa Benítez destacó que se debe respetar el campo y los equilibrios dentro de éste, regresar a la siembra de policultivos en donde se alimente y se diversifiquen los nutrientes de la tierra.

“Un solo cultivo debilita y desnutre la tierra; es esencial rotarlos para enriquecer el suelo y propiciar el nacimiento de muy diversas especies de flores y frutos que estos insectos ayudan a polinizar y a conservar”, finalizó.

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