Abrazarse es necesario para la salud psicosocial y física

La pandemia ha generado “un vacío de contacto” que sería bueno cubrir con las personas que conocemos y están cerca, pero con protección adecuada

Anudado, suave, ceñido, transgresor… ¿hace cuánto no abrazas a alguien? Según Alicia Castillo Martínez, profesora de Neuroanatomía Funcional de la Facultad de Medicina (FM), este contacto tiene que ser efectuado en acuerdo y es tan necesario como dormir, comer e hidratarse.

“Abrazarse es vida. Así como se mueren las neuronas que ‘no se tocan’, los seres humanos sin contacto afectivo tienen un riesgo más alto no sólo de padecer afecciones sino incluso de morir, aunque algunos enfermos que son abordados (afectivamente) se recuperan más rápido”, explicó.

La pandemia, continuó la académica, ha generado “un vacío de contacto” que sería bueno cubrir con las personas que conocemos y están cerca, pero con protección adecuada.

Pese a la Covid-19, debemos procurar este acercamiento, porque además nos ayuda a secretar hormonas funcionales, como la vasopresina (más en los hombres) y la oxitocina (más en mujeres), asociadas a “un estado de relajación y a poder crear vínculos”.

Ningún abrazo resuelve un problema, aclaró Castillo Martínez, pero puede ser el principio para “regresar a la estabilidad”. El abrazo del otro ayuda a estabilizarse, a reducir la preocupación y el miedo para activarse en la resolución de problemas. Incluso, puede ser un elemento que apoye nuestra creatividad.

La universitaria comentó que el abrazo virtual, muy en boga desde antes de la pandemia, no tiene ni remotamente el efecto que tiene el abrazo físico. Sin embargo, si no hay otra opción, este contacto por lo menos nos activa la parte cognitiva, “la parte más fría del vínculo”.

“Hasta ahora, no hay nada en el mundo virtual que nos dé los beneficios del abrazo físico”, puntualizó.

¿Y si no existe este tipo de contacto?

La académica de la FM expuso que en la persona que no fue suficientemente abrazada de pequeña hay alteraciones a nivel neurofisiológico (en los sistemas dopaminérgicos, incluido el de recompensa), que causan un mal funcionamiento afectivo y psicosocial, lo que le impide “generar vínculos sanos” en la vida adulta.

La falta de este contacto afectivo causa alteraciones metabólicas y del comportamiento. Privarse del abrazo, sobre todo en tiempos de Covid-19, tiene efectos adversos para la salud.

Presente en el ser humano desde que es neonato (incluso, el líquido amniótico es una forma de contacto con el feto), el abrazo es fundamental en su desarrollo biológico, psicológico y social.

En niños retirados tempranamente de la mamá o con un contacto limitado con ella, la falta de abrazos afecta la expresión de genes muy importantes, lo cual trae como consecuencia alteraciones en todas las “rutas de crecimiento”, dijo Castillo.

Afecta la síntesis de “los factores de crecimiento”, enzimas que si faltan se alteran muchas rutas metabólicas causando, por ejemplo, “fallas en la memoria”.

En niños de escasos recursos, con condiciones de crecimiento muy limitadas, “hay una diferencia en su capacidad de retención”, en comparación con niños que han estado en mayor contacto con su madre, aseguró.

Pequeños que reciben pocos abrazos, de adultos también presentan hiperactividad motora. “Les cuesta trabajo controlar sus propios movimientos”. Aunque no altera demasiado su funcionalidad, esta condición es visible y se exacerba bajo estrés, precisó Castillo Martínez.

Un mensaje de afecto

El contacto afectivo (de familiares, amigos, de la persona amada), indirectamente apoya o facilita la regeneración de nuestras células. Además, es reconfortante para los adultos porque hay una relación directa entre “la proporción del abrazo” y tres variables psicológicas clave para una buena vida: sentirnos aceptados, amados y reconocidos, apuntó Alicia Castillo.

Un abrazo a un niño es un mensaje de aceptación, afecto y reconocimiento, vital para que se construya “física, emocional y cognitivamente”.

En pareja

El abrazo también es reconfortante y placentero porque activa el sistema de recompensa que libera dopamina. Cuando abrazamos a la persona amada, se activan neurológicamente tres partes: la afectiva, la del deseo y la de la atracción.

Por eso, los abrazos en la pareja son como “fuegos artificiales” porque se activan muchos circuitos neuronales relacionados con la afectividad, la admiración y el deseo por la pareja. Es como si el cerebro se encendiera, subrayó.

Muchos “centros de placer” (núcleo accumbens, área tegmental ventral, la sustancia nigra y la corteza orbitofrontal) responden placenteramente al abrazo. Por eso es tan atractivo y, a la vez, tan necesario.

Las campañas como “Abrazos gratis” pueden ser un síntoma de que, en nuestra sociedad, inmersa en las redes sociales, está limitado el contacto afectivo, señala Castillo.

Mi amigo el cerebro

Durante nuestra existencia aparecen amistades que nos acompañan en la vida cotidiana. De hecho, nos traen diversos beneficios que inician justo en el cerebro.

Al respecto, Herminia Pasantes Ordóñez, investigadora emérita del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, explicó que la amistad echa a andar un círculo de virtud relacionado con una molécula llamada oxitocina que se libera en el cerebro.

De hecho, esta sustancia se relaciona con el apego, la confianza y la fidelidad, explicó.

En el caso de la amistad, la oxitocina se libera cuando alguien, un amigo, nos escucha y nos dice palabras cariñosas que nos reconfortan. Es decir, cuando existe cariño y reciprocidad. También surge cuando justo, nos dan un abrazo, nos toman de la mano o nos hacen una caricia que no necesariamente se relaciona con el sexo, sino con la empatía que caracteriza a la amistad.

“Nos gusta mucho esa sensación de bienestar por tener a nuestro amigo o a una pareja de muchos años, que nos brinda esa confianza”, agregó Herminia Pasantes.

Cuando una persona está en una situación problemática con estrés, se siente ansiosa, enojada o triste, el mejor antídoto natural fisiológico que puede tener es la empatía.

Al charlar con una amiga o amigo, el cerebro libera oxitocina que contrarresta el malestar. Por eso, “buscamos a esa persona en quien confiamos para sentirnos mejor”.

Existen otras sustancias en el cerebro que surgen a través de la amistad, como son: la dopamina (sustancia encargada de transmitir sensaciones placenteras y de relajación) y la serotonina (conocida como la hormona de la felicidad).

“Un amigo o amiga te escucha, te entiende y te alienta, así como también te da un abrazo, palmadas en la espalda, o un beso y así logramos liberar la oxitocina”, concluyó.

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