Acceso abierto a la Red Universitaria de Observatorios Atmosféricos

La RUOA de la UNAM genera información sobre la contaminación atmosférica, recursos hídricos, eventos extremos y efectos del cambio climático, afirmó Michel Grutter de la Mora, coordinador de la red

Michel Grutter. Foto: Francisco Parra.

Información sobre la contaminación atmosférica, recursos hídricos, eventos extremos y efectos del cambio climático en la fauna, flora y humanos es generada y compartida en acceso abierto por la Red Universitaria de Observatorios Atmosféricos (RUOA) de la UNAM.

Entre sus usuarios están expertos en ciencias de la atmósfera, biología, geografía y arquitectura, pero también alumnos que hacen sus proyectos con diversas aplicaciones, señaló Michel Grutter de la Mora, coordinador de la red e investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), entidad a la que está adscrita la iniciativa.

Tras aclarar que la RUOA no es una red de monitoreo, sino una plataforma de investigación y para la docencia, indicó que se trata del primer programa en México con medición continua de gases de efecto invernadero, lo que se logra con seis instrumentos de muy alta precisión y resolución temporal para conocer las concentraciones ambientales de dióxido de carbono y metano.

“Tenemos un registro de más de cinco años, que permite evaluar la relación de su evolución en tiempo, con la influencia humana y los procesos que regulan su concentración como parte del ciclo de carbono.”

Datos inéditos

Para impulsar las ciencias atmosféricas entre la comunidad universitaria y el país, en 2014 se puso en marcha este proyecto que ofrece datos inéditos de alto rigor científico, que nutren líneas de investigación, publicaciones y tesis profesionales en esos temas emergentes, resaltó Grutter.

La red cuenta con 15 observatorios atmosféricos regionales en la nación, algunos en campus de la UNAM como Juriquilla, Morelia y la Estación Regional del Noroeste, en Hermosillo; otras, están en universidades públicas como las autónomas de Coahuila, Yucatán y Aguascalientes.

Tiene estaciones dentro de las ciudades (en el Palacio de Minería, en Ciudad de México, con el récord más largo); en áreas naturales protegidas, como las estaciones de Biología Los Tuxtlas y Chamela, en Veracruz y Jalisco, respectivamente, así como la estación de altura Altzomoni, en las faldas del volcán Iztaccíhuatl.

La información es enviada en tiempo real al CCA en Ciudad Universitaria, donde está el observatorio atmosférico de la RUOA más completo, y en el que la Red Automática de Monitoreo Atmosférico de la Ciudad de México opera una de sus estaciones de calidad del aire.

Las estaciones más básicas cuentan con una estación meteorológica profesional que incluye sensores de temperatura, humedad, velocidad y dirección de viento, radiación solar, presión atmosférica y precipitación. Otras miden parámetros para evaluar la calidad del aire, la composición química de partículas y de la precipitación, así como medición de carbono negro, un forzante climático de vida corta.

En algunas se mide la concentración de los gases de efecto invernadero, la electricidad atmosférica y, con equipos de percepción remota, el perfil en la vertical tanto del viento como de la distribución de los aerosoles.

Esa información es usada por diversas áreas de la iniciativa privada y sectores públicos que aún no tienen un sistema de medición de la calidad del aire.

Complementa esa red el Programa de Estaciones Meteorológicas del Bachillerato Universitario, grupo de 15 estaciones meteorológicas instaladas en cada uno de los planteles de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) y del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH).

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