Advierten aumento de contaminación de plásticos por la pandemia

Al tiempo, en la Facultad de Química formulan alternativas de reúso, manejo y disposición segura de los cubre bocas

La contingencia sanitaria ocasionada por el virus del SARS-CoV-2 ha ocasionado un incremento en el uso, mal uso y abuso de diversos materiales, muchos de ellos plásticos, como envases de compuestos desinfectantes, bolsas, recipientes, cubre bocas y mascarillas.

Sin duda, una forma de prevenir el contagio y la transmisión del virus es el uso correcto del cubre bocas. Sin embargo, se deben tener las precauciones necesarias para su adecuada disposición una vez que sean desechados a fin de que impacte lo menos posible al ambiente.

De acuerdo con Víctor Manuel Luna Pabello, investigador del Laboratorio de Microbiología Experimental de la Facultad de Química de la UNAM, los cubre bocas están elaborados con telas que evitan la reproducción de bacterias y a la vez son hidrorepelentes y antifluidos. Dichas telas pueden contener poliéster, polipropileno nylon y/o poliéster.

En el marco de la contingencia sanitaria, la finalidad principal del cubre bocas, es evitar que entren o salgan partículas del SARS-CoV-2, cuyo tamaño oscila entre los 60 y 140 nanómetros. Por tal motivo, su elaboración involucra tres capas. Dos de ellas, la interna y la externa, de tela no tejida; es decir, elaborada con fibras unidas por procedimientos mecánicos, térmicos o químicos.

La tercera capa, ubicada en medio de las otras dos, es de una tela a base de microfibras de polipropileno fabricadas con el proceso de fusión por soplado, conocido como meltblown, cuyo diámetro de poro es de aproximadamente 250 nanómetros.

En esta tela recae la detención de las partículas de virus, los cuales usualmente se encuentran unidos a partículas mayores, por lo cual son retenidos de manera eficiente, a pesar de que del tamaño de poro de la tela sea superior al virus en sí.

En términos generales –continuó Luna Pabello, también coordinador del Grupo Académico Interdisciplinario Ambiental de la Facultad de Química– los plásticos empleados en los cubre boca son considerados no biodegradables o difícilmente biodegradables, debido a que al depositarse en el ambiente ocasionan contaminación, lo mismo en suelos que en cuerpos de agua y daño a la flora y fauna silvestre, tanto acuática como terrestre.

Debe considerarse –añadió– que sólo su fabricación ocasiona consumo de energía, generación de calor, residuos asociados a la transformación de materia prima, uso y contaminación de agua con pigmentos y colorantes. De igual forma, la distribución a centros de venta, al mayoreo o menudeo, implica también el uso de energía en vehículos automotores que generan contaminantes tanto atmosféricos, como residuos sólidos urbanos (materiales de envase, empaque y embalaje).

Sin embargo –advirtió– la mayor contaminación ambiental ocurre una vez que los cubre bocas y materiales sanitarios han sido empleados, ya que tienen diferentes destinos. En el caso de que se encuentren contaminados o relacionados con el cuidado y atención de pacientes enfermos de Covid-19 deberán ser manejados como residuos biológico infecciosos, desde su separación, envasado, almacenamiento, recolección y transporte, hasta su disposición final.

Es de suponer que los cubre bocas sin carga contaminante de virus se depositen como residuos sólidos urbanos, o bien desechados indebidamente en espacios públicos, generando focos de infección y alterando el paisaje.

No obstante, los que son colectados deben ser transportados, junto con los demás desechos urbanos en camiones recolectores, de ahí a estaciones de transferencia, a tiraderos controlados, rellenos sanitarios o bien plantas de incineración. Todo ello mediante el uso de energía asociada a la quema de combustibles contaminantes del aire con partículas, gases y calor. Finalmente, pero no menos importante, los cubre bocas desechados en drenajes pueden llegar a colectores mayores que conducen a plantas de tratamiento de aguas residuales, ríos, lagos y mares.

Conviene resaltar que la atención a los pacientes enfermos requiere, además del uso de cubre bocas, el empleo adicional de diversos materiales sanitarios: instrumentos y dispositivos utilizados para sanear todo el material requerido para el funcionamiento de las unidades sanitarias, los cuales deben ser manejados con el cuidado correspondiente.

Debe tenerse presente que las unidades sanitarias comprenden los establecimientos con fines sanitarios, búsqueda, colecta y transporte, diagnóstico y tratamiento (incluidos primeros auxilios) de los enfermos, así como la prevención de enfermedades, en este caso de la Covid -19. De igual forma, incluyen hospitales y otras unidades similares (fijas, móviles, permanentes o temporales) centros de atención, medicina preventiva, depósitos de materiales sanitarios y productos farmacéuticos. También deben tenerse presentes las clínicas, laboratorios y centros de investigación que manipulen ese tipo de virus.

En la perspectiva del integrante de la Society of Environmental Toxicology and Chemistry, aunque es posible reusar determinados materiales plásticos, incluidos algunos tipos de cubre bocas elaborados con material que permita su desinfección sin afectar significativamente su estructura y función, actualmente no es lo indicado para el material sanitario contaminado con Covid-19.

De ahí que el enfoque de reúso represente una oportunidad para mejorar el producto, haciéndolo más resistente, de forma tal que después de un determinado proceso de limpieza, se garantice el uso seguro.

De lo contrario –apuntó el académico–, se seguirá contaminando el ambiente con millones cubre bocas, con efectos colaterales negativos en la producción de alimentos, turismo y sus actividades asociadas.

La opción de reciclaje, mediante la recuperación de materia prima, para fabricar nuevos cubre bocas, cobra relevancia debido a la eventual escases de la misma. Asimismo, obtener nuevos productos con otro uso, previa esterilización y acondicionamiento de los materiales, resulta una alternativa a evaluar, antes de su disposición final en confinamientos, rellenos sanitarios o plantas de incineración.

Por ello se debe exhortar al uso responsable de los usuarios (individual, empresarial, unidades sanitarias); a dejar de practicar el “úsese y deséchese”, así como mejorar la ruta de colecta y disposición en centros de reciclaje.

El manejo deberá hacerse con apego a lo establecido en la normatividad relativa a residuos biológico infecciosos. NOM-087-SEMARNAT-SSA1-2002, Protección ambiental – Salud ambiental – Residuos peligrosos biológico-infecciosos – Clasificación y especificaciones de manejo.
El investigador no omitió señalar que la mezcla de residuos no peligrosos con peligrosos es considerada “peligrosa”. Es el caso de los residuos contaminados con el virus SARS-CoV-2 con residuos sólidos urbanos, por lo que hay que evitar que ocurra.

Finalmente, Luna Pabello indicó que en el mundo se producen alrededor de 40 millones de cubre bocas al día. De esa cifra, apuntó, China produce la mitad. En cuanto a México, la información disponible indica que se elaboran aproximadamente un millón de cubre bocas por día.

La UNAM y la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (SECTEI) en colaboración con la empresa Atfil (empresa incubada en 2010, vía INNOVA UNAM) producen al día 40 mil cubre bocas ATF-95.

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