Agenda geográfica podría orientar acciones globales de próximas dos décadas

El proyecto debe priorizar lo siguiente: educación, reorganizar la política, alimentación, agua, vivienda, intercambio, energía, así como seguridad, arte, ciencia y diversión

Año 2043: la población mundial ha alcanzado los 9,000 millones de habitantes; en México se rebasan los 130 millones. Según cálculos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, de no modificar las políticas industrial y económica, se cumplirán los peores vaticinios acerca del calentamiento global: guerras entre Estados y guerrillas entre barrios por el agua y otros recursos; ausencia de poderes políticos capaces de garantizar la paz y controlar la vorágine migratoria en busca de trabajo y alimento.

Los glaciares llegarán a su derretimiento final, el agua de los océanos habrá inundado costas, cientos de especies se habrán extinguido, los ecosistemas estarán en una fase de transformación imprevisible, enfermedades de dimensión epidémica. Aunque todo esto ya ocurre, puede exponenciarse, así lo describió Federico Fernández Christlieb, investigador del Instituto de Geografía (IG) de la UNAM.

Al dictar la conferencia “Geografía en transición hacia el mundo que viene”, en el IG, el doctor en Geografía y Ordenamiento Territorial de la Universidad Sorbona en París planteó: “supongamos que en 2043 se cumplen algunos de los terribles pronósticos y las instituciones pierden aún más su capacidad de gestión, ¿qué podrá aportar el conocimiento geográfico para reorganizar a las comunidades? ¿En qué debemos trabajar ahora, 2023, para prever –y atenuar– ese momento?

Ante esto, el académico de la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra (ENCiT) y de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) planteó la necesidad de discutir una agenda geográfica para el siglo XXI, que debe priorizar los siguientes tópicos: educación, reorganizar la política, alimentación, agua, vivienda, intercambio, energía, así como seguridad, arte, ciencia y diversión.

“Quizá paralizados por la depresión, que es comprensible, estamos en la perplejidad; no sabemos qué ocurre porque nunca hemos estado bajo estas condiciones climáticas, bajo esta presión poblacional. Estamos pasmados, confundidos, y lo que propongo para iniciar es evidenciar las fortalezas del pensamiento geográfico.”

En el Auditorio Francisco Díaz Covarrubias del IG, el exdirector del Centro de Estudios Mexicanos (CEM) UNAM-Francia presentó algunas imágenes de “los paisajes actuales”: paraderos, vialidades, diferencias de habitabilidad, centros comerciales en donde también pueden verse frivolidad, alienación, inseguridad.

“Guiarnos por indicadores de la economía global como el PIB es absurdo, porque refleja el dinero que se gasta en un país dividido hipotéticamente entre el número de sus pobladores, pero no evidencia la enorme desigualdad que hay entre los que lo gastan en verdad y los que no pueden hacerlo”, expuso.

“Crecer ilimitadamente en un mundo finito, como lo propone la globalización, no es posible. Los problemas derivados de ésta no pueden ser resueltos por un solo esquema económico o científico, o por un solo gobierno; de ahí que convenga enfocar de manera interdisciplinar como lo hace la geografía”, puntualizó.

Por ello, agregó, “es importante proyectar nuestro trabajo a una escala que cuide la sostenibilidad tanto social como ambiental; nuestra gran fortaleza es la visión de conjunto, la comprensión general de las relaciones que tejen el espacio. Esto permite prever, planear, moderar decisiones, situarse del lado sustentable y socialmente responsable de la organización territorial; una palabra clave parece ser organización”.

En la conferencia moderada por Luz Fernanda Azuela Bernal, secretaria Académica del IG, el exdirector general de Cooperación e Internacionalización de la UNAM enumeró las 10 fortalezas del conocimiento geográfico.

“1) Empieza en el ámbito local; 2) es de naturaleza interdisciplinaria; 3) celebra la biodiversidad biocultural; 4) interrelaciona las causas globales con los efectos locales; 5) asume una perspectiva de larga duración; 6) comprende la interdependencia entre lo rural y lo urbano; 7) recoge información en campo, gabinete y laboratorio y no teme a la tecnología; 8) constituye una reflexión individual que se discute y ensambla con preocupaciones colectivas; 9) se expone en lenguajes sintéticos y de fácil comprensión como los mapas, y 10) es aplicable.”

Para finalizar subrayó: “Quienes en 20 años tengan la suerte de ir a la mitad de su formación en las universidades, nos preguntarán a todos los que estamos aquí: ¿y ustedes científicos qué estaban haciendo mientras el planeta se caía a pedazos?, ¿de verdad era esto lo que estábamos haciendo?, ¿mirar noche y día la pantalla de nuestro celular?”.

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