Al rescate del teatro de Max Aub

Diez actores del CUT dirigidos por Guillermo Heras trajeron del olvido la producción escénica del artista español

Diálogo entre representación teatral e instalación artística. Foto: Isaac Montero.
Diálogo entre representación teatral e instalación artística. Foto: Isaac Montero.

Nadie como Max Aub para recordar que las personas no son números o documentos, sino historias de vida. La lectura dramatizada de su obra El rapto de Europa (o siempre se puede hacer algo), en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), puso sobre la mesa una pregunta más que pertinente: ¿Hasta qué punto deben defenderse los derechos humanos ante la insensibilidad de quienes están en el poder?

Escritor, activista político, dramaturgo, guionista cinematográfico, pintor y productor radiofónico, este intelectual español naturalizado mexicano es un creador difícil de encasillar. Su espíritu artístico, siempre poliédrico y experimental, estuvo condensado en la pieza escénica que presentaron 10 actores de diferentes generaciones del Centro Universitario de Teatro (CUT) en colaboración con la artista multimedia y programadora Malitzin Cortés, quien por medio del live coding construyó una atmósfera audiovisual particular para este libro que habla sobre uno de los recovecos más oscuros del siglo XX: el fascismo.

Con la presencia del escritor Juan Villoro y de la familia Aub, la función se desarrolló como parte del ciclo Revisiones e Intervenciones a los Archivos de Max Aub en México, que realiza la cátedra de transdisciplina en arte y tecnología de la UNAM que lleva el nombre del artista español.

Sería limitado, sin embargo, decir que se trató de sólo una lectura dramatizada. Lo que se vio, en realidad, fue un diálogo entre representación teatral e instalación artística. Malitzin Cortés se valió de diferentes recursos visuales y sonoros para profundizar en el dramatismo de los personajes. El MUAC es el espacio ideal para hacer este tipo de experimentos.

Dirigida por el dramaturgo y director español Guillermo Heras, la pieza tuvo como objetivo principal rescatar del olvido la obra teatral de Max Aub, la cual ha sido ignorada por los críticos y confinada en muchas ocasiones a los círculos académicos.

El rapto de Europa (o siempre se puede hacer algo) cuenta la convulsa historia de la resistencia marsellesa del Comité Americano de Socorro, organización que facilitó la salida entre 1940 y 1942 de un elenco de intelectuales y artistas europeos perseguidos por el nazismo, como Hannah Arendt, Walter Benjamin, André Breton, Marcel Duchamp, Max Ernst, Remedios Varo y el mismo Max Aub.

Con tintes de humor y diálogos muy concisos que invitan a la reflexión, Aub retrata ese mundo clandestino, violento y paranoico que fue Europa durante la Segunda Guerra Mundial, conflicto que, según los cálculos más amables, cobró la vida de entre 50 y 70 millones de personas. Eso sin contar la infinita lista de desaparecidos, los presos en los campos de concentración y los exiliados que, como Max Aub, debieron renunciar a su país de origen.

Radio UNAM

Primero acosado por el franquismo en los años 30 y luego perseguido por distintos gobiernos debido a su ideología comunista, Aub se vio obligado a huir de Europa en barco en septiembre de 1942. Su destino: México, nación en la que vivió durante más de tres décadas y en la que fue acogido por instituciones como la Universidad Nacional. De hecho, fue director de Radio UNAM entre 1961 y 1967, periodo en el que la emisora universitaria fue un referente de la radio nacional.

En la obra también se da una especial importancia al cónsul mexicano que hizo posible la huida de miles de refugiados: Gilberto Bosques, quien, enviado por el presidente Lázaro Cárdenas, facilitó pasaportes y todo tipo de trámites a aquellos perseguidos por el fascismo, esa bestia que capturó a Europa en la primera mitad del siglo XX.

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