Amor, esa construcción social

Esconde en sí mismo no sólo reglas y parámetros rígidos, atravesados por relaciones de poder y roles de género; reproduce en muchos sentidos lógicas sexistas, heteronormadas y de violencia

Si pensamos en la utilización de las redes sociales y todo el tema de Internet es muy interesante cómo se ha abierto un enorme campo de diversidad.

El amor sigue siendo una construcción social, dice la doctora en Psicología Tania Rocha, de la Facultad de Psicología. “Desde hace un tiempo asumimos que existe el libre albedrío en el amor, y lo idealizamos como un aspecto que es positivo, que nos rescata, que es lo mejor que nos puede pasar, que se vuelve un fin en sí mismo. Pero si lo vemos de una manera más sobria, hay que poner en contexto los múltiples cambios en distintos niveles, que se viven sobre todo en las relaciones de pareja, y que, pese a este supuesto, el modelo que predomina es el del amor romántico, un amor idealizado, que esconde en sí mismo no sólo reglas y parámetros rígidos, atravesados por relaciones de poder y roles de género, sino que además reproduce en muchos sentidos lógicas sexistas, heteronormadas y de violencia.

Agrega que aunque nos emociona la idea del amor, se nos olvida, que en tanto constructo social, también está atravesado por normas y valores, que determinan parámetros y reglas dentro de las cuales nos podemos mover.

Arma potente

La especialista acota que el amor romántico, por ejemplo, que ha sido idealizado de muchas formas por medio de los cuentos y las novelas, recoge y constituye también un arma potente para controlar y someter a las mujeres, para reproducir comportamientos que consideramos como normales e incluso reflejo del amor, pero que no dejan de ser maneras de control y sumisión particularmente en contra de ellas, aunque no es un modelo que se aleje de otras relaciones, por ejemplo, las que se dan entre personas del mismo sexo.

En ese sentido, añade: Los roles y lógicas de género también están en estas relaciones no heterosexuales, pues muchas veces se pueden replicar modelos, y repetir condiciones por las que te puedes emparejar. Al final, el amor y el emparejarnos no obedece únicamente a una emoción inherente a querer estar con otras personas, sino que también puede verse atravesada por deseos de pertenencia, reconocimiento, el no querer estar solas o solos y el cumplir incluso con una suerte de “fin en la vida”.

Tania Rocha precisa que pese a la mayor apertura en la posibilidad de a quién y cómo podemos amar, se siguen reproduciendo modelos de segregación, ya sea basados en el sexo y género de la persona, en la edad, en el color de su piel, en el estrato social al que pertenece, en su procedencia étnica, en sus creencias religiosas. “El amor se puede sentir, es decir, claro que es una emoción, que nos puede llenar de mucha vitalidad y energía, y que puede dar espacio a la posibilidad de compartir experiencias únicas con otras personas, pero también susceptible al contexto social y cultural, no debemos dejarnos llevar por la ilusión o la fantasía de que no puede ponernos en problemas”.

Si pensamos en la utilización de las redes sociales y todo el tema de Internet, abunda, es muy interesante cómo se ha abierto un enorme campo de diversidad y posibilidad; sin embargo, lo anterior no resta que también aparezcan nuevas reglas y maneras de reproducir aspectos nocivos del modelo romántico del amor. “En las app para ligar, llama la atención que se establecen criterios específicos, que rayan en la segregación, el clasismo, el sexismo y el racismo, por ejemplo, criterios como color de piel, grado de estudios, tipo de profesión; incluso en las que hay para chavos gais están aspectos como la longitud del pene o si son afeminados o pasivos. No debemos olvidar que el amor, este tipo de amor romántico que se disfraza de muchas caras, se encuentra directamente vinculado al poder y control”.

Se puede sentir, es decir, claro que es una emoción, que nos puede llenar de mucha vitalidad y energía, y que puede dar espacio a la posibilidad de compartir experiencias únicas con otras personas, pero también susceptible a diversos contextos; no debemos dejarnos llevar por la ilusión o la fantasía de que no puede ponernos en problemas.

El negocio

Y, bueno, es innegable decir que en estos tiempos el amor incluso puede verse como negocio; hay una comercialización del mismo, apunta Rocha, lo cual incluye las reglas de cómo debes y puedes demostrar el amor. Esto puede generar desencuentros y conflictos, por ejemplo, el 14 de febrero si regalas flores, chocolates, una ida al cine puede determinar que si lo haces te irá bien, pero, si no, eres una persona fría y que no ama. “Ojo, el amor romántico justo establece este tipo de reglas y esto también es importante entenderlo, porque estamos en un entorno altamente atravesado por normas, por roles de género que llegan a permear en las relaciones homosexuales, en las que se espera que alguien sea el activo y otro el pasivo, o que alguien sea la mujer ideal o el hombre ideal”.

Otra cosa interesante, afirma, es que la lógica patriarcal que respalda el modelo del amor romántico no va sola. Analizando el fenómeno del amor bajo una perspectiva social y crítica se juegan otros elementos como el capitalismo y el tema neoliberal. “Zygmunt Bauman dice en su libro Amor líquido que vivimos en tiempos en ese estado, es decir, en el pensamiento de que la gente es desechable. Como bien lo decía él: a las relaciones de pareja les falta cada vez más solidez, calidez y hay una tendencia a la fugacidad, a lo etéreo y al menor compromiso. Diría yo, que hoy es más fácil irse, que quedarse. Antes, la gente estaba obligada a permanecer junta, pero en el marco de esta supuesta libertad actual hasta las personas son un tema de consumo, y los modelos pasan de moda; entonces se desechan porque no son indispensables, se le resta valor a las cosas que son importantes, como el acompañamiento, el compartir un proyecto de vida, tener un plan a futuro y se sustituyen por otras cuestiones más de mercadotecnia: se debe tener coche o tal característica. Además, en estos tiempos de incomprensión e intolerancia a las diferencias, en las relaciones, los desencuentros y las diferencias cotidianas se pueden volver batallas campales, a eso me refiero con esa liquidez, las cosas relevantes se van dejando de lado por otras que no son tan importantes”.

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