Libro sobre justicia socioespacial

Analizan expertos calidad de vida en Ciudad de México

La ZMVM posee grandes contrastes y desigualdades: un patrón tipo centro-periferia con condiciones mejores en los núcleos metropolitanos y en el surponiente, y peores en el nororiente

La Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) posee grandes contrastes y desigualdades en las condiciones de vida de su población, con un patrón de centro-periferia que tiene condiciones mejores en los núcleos metropolitanos y en el surponiente, y peores en el nororiente.

Eso afirmó Adolfo Sánchez Almanza, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), quien coordinó el libro Calidad de vida en la Zona Metropolitana del Valle de México, hacia la justicia socioespacial, un texto donde 14 académicos analizaron datos de 186 mil 124 manzanas, cuatro mil 708 colonias y 96 municipios y delegaciones (hoy alcaldías) de Ciudad de México (CdMx) y su zona conurbada, cuya base informativa se encuentra disponible para consulta.

“La calidad de vida es un concepto polisémico (con varios significados), que se refiere a la satisfacción de las necesidades de la población, sean personas o sociedades. Éstas pueden ser objetivas o subjetivas, y se analizan en el tiempo y en el espacio. La calidad de vida en el sentido positivo produce condiciones de bienestar, y en sentido negativo ocasiona malestar individual y social”, explicó el sociólogo en entrevista.

La ZMVM es un excelente laboratorio para estudiar este tema en una gran urbe. “Cuando se compara nuestra ciudad con otras en el mundo encontramos que estamos en lugares bajos en cuanto a calidad de vida, y hay una falta de correspondencia entre las condiciones económicas y las sociales, y entre las objetivas y subjetivas. En muchos casos los pobladores perciben que viven mucho mejor que lo que dicen las mediciones objetivas y viceversa”, señaló.

Sánchez Almanza explicó que en la ZMVM hay circunstancias históricas de desigualdad socioespacial que impiden una calidad de vida más justa e igualitaria de acuerdo con el grado de satisfacción de las necesidades básicas de las personas, lo que genera brechas de desarrollo entre municipios, colonias y manzanas, localizadas en el centro o la periferia, y entre los espacios con mayor o menor conectividad y servicios metropolitanos.

Entre las áreas que examinaron los autores destacan necesidades básicas objetivas, como alimentación, salud, educación, vivienda y entorno; y otras subjetivas, como percepciones de satisfacción, felicidad y aspiración; así como las dimensiones psicológica, social, demográfica, económica, política, cultural, tecnológica y ambiental.

Metodología

Para su estudio, Sánchez Almanza y sus colegas utilizaron una metodología que recurrió a fuentes de información como los microdatos del Censo de Población y Vivienda de 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, que parte desde los hogares. “Los microdatos se agregaron en manzanas, colonias y municipios y delegaciones. Con 35 indicadores elaboramos un índice de calidad de vida objetivo georreferenciado para 186 mil manzanas de la zona metropolitana ampliada”, detalló.

Foto: Juan Antonio López.

Los resultados revelan la segregación socioespacial dentro de la zona metropolitana en donde, en general, se presenta un modelo centro-periferia. “En Ciudad de México, las alcaldías Benito Juárez, Cuauhtémoc, Venustiano Carranza y Miguel Hidalgo, que era la ciudad original, la calidad de vida es mejor, y la peor está en Milpa Alta, junto con algunos municipios del norte (en el Estado de México) como Chimalhuacán y Chalco, o zonas más lejanas del centro como Atlautla y Ecatzingo.

Entre sus consideraciones, Adolfo Sánchez Almanza y sus colegas destacan la necesidad de modelar la relación entre la calidad de vida y los fenómenos, procesos y costos económicos, sociales y ambientales.

Proponen conciliar los marcos jurídicos normativos nacional, estatal y municipal para atender el bienestar de la población en el territorio con gobernanza, y sugieren complementar la medición objetiva de la calidad de vida con la subjetiva o de percepción, para hacerla integral.

También realizar estudios sobre la calidad de vida y el bienestar como un enfoque positivo, superando los negativos de pobreza, marginación, exclusión o segregación.

Recomiendan ampliar la calidad de vida con más dimensiones como ingreso, empleo, seguridad, movilidad, medio ambiente, ruido, inclusión y participación social, cultura, gobernanza y seguridad pública, entre otros.

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