Homenaje al investigador emérito
Arámburo de la Hoz, entrega, esfuerzo y pasión por la ciencia
Su visión y liderazgo fueron clave para la creación y el desarrollo del actual Instituto de Neurobiología: María Teresa Morales

En una emotiva ceremonia, llena de recuerdos y anécdotas, el Instituto de Neurobiología (INB) rindió homenaje a su académico, exdirector e investigador emérito de la UNAM, Carlos Arámburo de la Hoz.
En presencia de familiares, amigos, colegas y alumnos del homenajeado, María Teresa Morales Guzmán, directora de la entidad con sede en Juriquilla, Querétaro, refirió que la dedicación, esfuerzo y pasión por la ciencia y por la Universidad del también excoordinador de la Investigación Científica han dejado una profunda huella en esa comunidad académica.
Referirse al distinguido científico, reconocido por sus importantes aportaciones a la neuroendocrinología comparada, es hablar de sus logros y trayectoria académica, y de su compromiso con la excelencia profesional, la calidad humana y el genuino deseo de hacer el trabajo de la manera más comprometida posible para formar e inspirar a otros. “La idea de crear un centro dedicado al estudio del sistema nervioso era, sobre todo, un gran sueño”; la visión y liderazgo de Arámburo fueron clave para la creación y el desarrollo del actual INB; también contribuyó al diseño, ejecución y consolidación del Campus UNAM-UAQ Juriquilla, que impulsó la descentralización de la investigación y afianzó el liderazgo de la Universidad en el país, añadió.
El emérito, visiblemente conmovido, expresó que, para él, la Universidad lo representa todo. “Me brindó la oportunidad de formarme como estudiante, aquí cursé la licenciatura y el posgrado, donde tuve grandes maestros que me guiaron e inculcaron la pasión por saber y el anhelo por ampliar las fronteras del conocimiento. Entendí que esta casa de estudios es una fuente inagotable del pensamiento, donde se escruta el pasado, se analiza el presente y se imagina y forja el mañana, y cuánto ha aportado a la construcción de la nación”.
La UNAM “me dio la oportunidad de laborar en la más maravillosa y noble tarea: hacer ciencia, y enseñar y aprender de los estudiantes para formar personas de bien para el país. También me concedió servirla como funcionario académico, desde donde he podido contribuir a fortalecerla. Es una parte indisociable de mi vida; no me entiendo sin ella y le guardo un enorme amor y gratitud”, dijo.
El exrector José Sarukhán Kermez calificó al campus Juriquilla como el mejor logrado de la UNAM, no por la cantidad de edificios o dependencias que alberga, sino por la relación con la Universidad Autónoma de Querétaro, particularmente importante cuando “buscamos un sitio” de desarrollo científico a propuesta de Flavio Mena Jara, en cuyo grupo figuraba Carlos Arámburo.
No hubo otro investigador tan profundamente interesado en esta nueva sede universitaria. Él, relató el científico, venía a vigilar a los arquitectos, ingenieros, carpinteros, electricistas y verificar que cada área estuviera siendo desarrollada como se había planeado; acabó casi como gerente de obra de la parte inicial de Juriquilla. A ello se suma su trabajo, que lo ha hecho acreedor del reconocimiento “más universitario de todos”, el emeritazgo, el que tiene la mayor participación de cuerpos académicos.
Gonzalo Martínez de la Escalera, investigador del INB, expresó que el homenajeado tiene el “don de la conexión, es un tejedor de lazos; donde otros ven obstáculos, él ve puentes. Sostengo la hipótesis de que muchos de los frutos cosechados en su carrera, impensables o al menos improbables a priori, no habrían sido posibles sin esa habilidad suya para sumar voluntades”.
Enrique Burgos García, presidente del Capítulo Querétaro de Fundación UNAM y exgobernador del estado, sostuvo que el campus Juriquilla se ha convertido en un espacio de aportaciones y que deja siembra en lo fundamental para la humanidad: educación y cultura.
César Augusto Domínguez Pérez, investigador del Instituto de Ecología, dijo que Arámburo de la Hoz no sólo es un brillante científico y académico sobresaliente, así como gestor universitario, sino una persona generosa, que ha dedicado su vida entera con inteligencia, entrega y pasión al conocimiento, a la formación de otros y al fortalecimiento de instituciones.
Hilda Martínez Coria, primera alumna de doctorado del homenajeado y actual profesora de la Facultad de Medicina, colega y amiga, recalcó que mediante la formación de estudiantes él ha creado una escuela de científicos.
Flor de María Herrera Ortiz, esposa de Arámburo de la Hoz, expresó que su compañero de vida ha sido un investigador destacado, trabajador incansable, funcionario ejemplar y excepcional luchador para lograr, en equipo, proyectos ambiciosos; él ha sido capaz de desarrollarse en todos los cargos que ha tenido, “sin nunca desatender su papel como líder de su laboratorio de investigación”.
En la ceremonia, se hizo entrega de un reconocimiento y se proyectaron videos con felicitaciones de colegas, colaboradores, estudiantes y familiares, incluyendo su hija, Flor Adriana, y su nieta, Angela.