Son 3.82 hectáreas de caminos en desuso
Áreas naturalmente revegetadas de Chapultepec pueden recuperarse
Es posible por medio de la eliminación o ruptura de la capa del concreto o cemento, revela estudio en el que participa Silke Cram, del IGg
El Bosque de Chapultepec cuenta con 3.82 hectáreas de caminos en desuso o abandonados, que son revegetados de manera natural, que pueden recuperarse mediante la eliminación o la ruptura de la capa del concreto o cemento, revela un estudio en el que participa la investigadora del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM, Silke Cram Heydrich.
Con motivo del Día Mundial del Suelo, que se celebró el 5 de diciembre, la investigadora detalla que actualmente en estas áreas se ve regeneración de plantas anuales que crecen entre el asfalto intemperizado, lo cual es indicativo de la resiliencia del suelo y del potencial que tienen estas zonas para incrementar la biodiversidad.
Primera y segunda sección, las más afectadas
Los resultados del trabajo, presentados en la revista Investigaciones Geográficas, del IGg, titulado “Sellamiento del suelo en el Bosque de Chapultepec y propuestas de restauración”, también indican que, básicamente, la primera y segunda sección –que son las más visitadas– tienen suelos modificados por el hombre, con 45 y 52 por ciento de sellamiento, respectivamente.
Cram Heydrich explica: “Es muy fácil decir: ¡qué bonito está el bosque!, y asociarlo inmediatamente a poner alguna infraestructura como, por ejemplo, un quiosco, que requiere una base de cemento y así ya se selló otro pedacito de suelo, y con ello se anuló la función ecológica que cumple. Justo queríamos llamar la atención de que es importante evaluar o considerar estas funciones y la necesidad de mantenerlas para que el bosque de Chapultepec sea realmente un sitio de bienestar y recreación para los seres que lo habitan o pasean”.
La tercera sección, que se encuentra alejada de las principales vías de comunicación públicas, presenta 14 por ciento de sellamiento; en el lugar se encontraron aproximadamente 26 quioscos abandonados que cubren un área de cinco mil 955 metros cuadrados, destaca la experta.
Al respecto, Cram Heydrich considera que lo ideal no es quitar las estructuras, –dígase quioscos, mesas de concreto u otras estructuras–, sino romperlas para que esto permita la entrada de agua, semillas, la acumulación de sedimentos y materia orgánica producto de la caída de hojarasca.
Debido a que en las dos primeras secciones la posibilidad de contar con los servicios ecosistémicos como infiltración y purificación de agua, captura de carbono y conservación de biodiversidad está fuertemente limitada, los expertos han sugerido a las autoridades del bosque reconsiderar la necesidad de hacer nuevas construcciones y, dado el caso, planear mejor su distribución para reducir en la medida de lo posible la superficie sellada.
La revisión del suelo surgió como una iniciativa impulsada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para evaluar la calidad del Bosque; participaron varios grupos de especialistas que revisaron el arbolado, la flora y la fauna, así como la calidad del agua superficial, lo relacionado con el agua y sus corrientes. En la iniciativa, Cram Heydrich, junto con Helena Cotler Ávalos, del Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial del Conacyt, evaluaron la calidad del suelo como soporte de la vegetación.
Recordatorio importante
El suelo que conocemos se forma a partir de la interacción de una roca o un material parental con agua, aire, temperatura y tiempo. Es el soporte de la vegetación y la vida de todos los organismos terrestres.
La Organización Mundial de la Salud habla de que debe haber al menos nueve metros cuadrados de áreas verdes por cada habitante, para el bienestar del ser humano.
Otra cosa quizá más importante es que requerimos de los suelos para producir alimento. A quienes vivimos en la ciudad y compramos en el mercado se nos olvida que todo eso creció en algún momento sobre un suelo”, expone.
Para que un suelo funcione adecuadamente y tenga calidad o salud, debe estar en contacto con las otras esferas de la Tierra –la hidrósfera, la biósfera y la atmósfera– para fomentar un ciclaje de nutrimentos y que haya minerales, las raíces absorban esos minerales y contribuya a los ciclos biogeoquímicos del ecosistema.
Según la Organización de las Naciones Unidas, en el mundo la pérdida de nutrientes en los suelos es de los principales procesos de degradación que amenaza la nutrición, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad, y en los últimos 70 años el nivel de vitaminas y nutrientes de los alimentos se ha reducido de forma drástica. Por ello, es necesario voltear a verlos. Suelos sanos, vida sana.