Arquitecto y maestro en urbanismo

Su labor profesional se orientó hacia tres vertientes principales: vivienda, patrimonio y la cuestión metropolitana

Foto: archivo Gaceta UNAM.
Francisco Covarrubias Gaitán (1944-2022), arquitecto y maestro en urbanismo, fue integrante de la Facultad de Arquitectura (FA) por más de medio siglo. Fallecido recientemente, el académico universitario recibió un sentido homenaje de colegas, amigos y familiares, quienes lo recordaron como un hombre íntegro, generoso, fiel a sus convicciones y un gran padre.

Uno de sus amigos, Xavier Cortés Rocha, profesor emérito de la FA, evocó que le unió al arquitecto Covarrubias una amistad de más de medio siglo, la cual surgió en una circunstancia particular: “Nos pusieron juntos a dar una clase, ahí nos hicimos amigos y lo seguimos siendo durante más de 50 años”.

Expresó que la labor profesional de Francisco Covarrubias se orientó hacia tres vertientes principales: vivienda, patrimonio y la cuestión metropolitana. La primera de ellas fue su tema entrañable y en la que realizó proyectos conjuntos para el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, “donde colaboró con Francisco Treviño, su gran amigo y compadre, y con Irma Cuevas, una querida maestra de la Facultad”.

Luego iría al Estado de México, al Instituto Auris, cuando la entidad era un semillero con la presencia de Pedro Ramírez Vázquez. De ahí pasó a la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas, también formada por Pedro Ramírez, “su guía y en cierto modo su modelo de funcionario; ahí fue director de Equipamiento Urbano y Vivienda y donde formó un gran equipo”.

En el auditorio del Museo de Ciencias y Artes de la FA, Cortés Rocha expuso que el ámbito de la política de vivienda sería la máxima realización del arquitecto Covarrubias, donde logró articular una política en la materia. “Era un gusto verlo en una mesa redonda coordinando a los directores de los institutos de vivienda del país, fue un gran organizador”.

En cuanto a la infraestructura urbana, destacó que constituyó el Sistema Normativo de Equipamiento Urbano, mismo que lleva 40 años y ahí sigue. En la función pública fue dos veces subsecretario de Desarrollo Urbano federal, y tenía entre sus áreas de competencia la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural, en la que le tocó manejar el tema de la Catedral en crisis, con la colaboración de grandes asesores y técnicos, entre otros.

Recordó que cuando fue secretario de Desarrollo Urbano en el Estado de México, el también exdirector del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) logró que la protección de las zonas patrimoniales fuera incluida en los planes de desarrollo urbano, “cosa que rara vez se ha repetido”.

En cuanto al tema de lo metropolitano, en la última década elaboró los planes de desarrollo para varias áreas urbanas; asesoró y fue autor de diversos trabajos para la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, y fue presidente de la Academia Nacional de Arquitectura.

Como parte del homenaje a Francisco Covarrubias, organizado conjuntamente por la FA y el PUEC, resaltó la capacidad del académico para formar equipos, “rodeándose de colaboradores y asesores brillantes como Enrique Ortiz, Alberto González Pozo, Julio García, Octavio Falcón, y una larga lista de grandes copartícipes”.

Reconoció en su entrañable amigo a un padre y esposo ejemplar. “Fue un hombre comprometido, íntegro, de intachable honradez, fiel a sus convicciones y amigo sin límites”.

Los hijos del arquitecto Francisco Covarrubias, Flora y Francisco, evocaron una serie de anécdotas al lado de su padre. Por ejemplo, ella recordó que cuando era pequeña, como parte de una tarea escolar, tuvo que preguntarle por qué era arquitecto, a lo que respondió: “Porque quería construir algo importante en la vida, además de que es una disciplina muy artística”.

En esa época ella estaba chica y no comprendía que el urbanismo es una especialidad que contribuía a que las poblaciones de diversas ciudades del país tuvieran una mejor relación con el entorno y, con ello, un mejor nivel de vida, añadió.

Resaltó que con los años comprendió que su papá se volcó hacia esa disciplina, y a través de ella se desempeñó como servidor público en diversas administraciones, además de compartir sus conocimientos como docente en la Universidad por más de 50 años. “No sólo fue un gran maestro para sus alumnos, sino también para sus colegas, colaboradores, amigos y familiares”.

Francisco Covarrubias señaló que cuando piensa en su progenitor le vienen al pensamiento palabras como “ejemplo” y “congruencia”. Su padre “fue modelo de trabajo, dedicación, honestidad, y de la importancia de dedicar la vida a lo que a uno le apasiona; lo que él hacía no era trabajo, sino un gusto, además tenía un gran amor por los libros y la cultura de México”.

Apuntó que su padre “siempre pintó una línea muy clara entre lo público y lo privado. Fue más técnico que político, un amante de los libros, vistió con textos de arquitectura, urbanismo, arte y cultura la casa donde vivimos por más de cuatro décadas, y nos enorgullece que su biblioteca pasará a unirse al acervo de la UNAM”.

Como parte del homenaje luctuoso, inaugurado por el director de la FA, Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, y el director del PUEC, Javier Delgado Campos, se realizaron tres mesas más, en las que participaron colegas y amigos.

También podría gustarte