Arte poético de Cecilia Vicuña, en el MUAC

Veroír el fracaso iluminado, retrospectiva de la activista y precursora del arte performático y ritual

Foto: Barry Domínguez.

El arte del trabajo de Cecilia Vicuña (Santiago de Chile, 1948), poeta, artista visual y activista feminista, se expone en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) hasta el 2 de agosto. Veroír el fracaso iluminado deja al visitante y espectador apreciar cómo su obra “se inspira en la necesidad de sentir y pensar el mundo de distintas maneras”.

En las siete salas dispuestas para exhibir esta retrospectiva se congregan piezas y documentación que construyó a partir de palabras, imágenes y una combinación de lenguajes y técnicas, mediante las cuales aborda complejos temas como el pensamiento indígena, la devastación ambiental, las luchas de liberación, la felicidad colectiva y el erotismo.

A Vicuña se le considera creadora de la poética espacial de lo precario, además de precursora del arte performático y ritual. Aparte de ser una de las voces más auténticas y polifacéticas de la poesía contemporánea, desarrolla una obra multidimensional en la que interactúa con la tierra, el lenguaje y los tejidos.

Dimensión chamánica

Para el curador de esta muestra, y de la primera versión que se hizo en Róterdam, Países Bajos, en mayo del año pasado, Miguel López, la creadora radicada en Nueva York ofrece una perspectiva radical sobre las relaciones entre arte y política. En un artículo de su autoría publicado en Revista Universidad de México, dice: “Vicuña destaca la dimensión curativa o chamánica del arte, cuya función no es colonizar o dominar, sino impulsar cambios en las estructuras sociales y afectivas”.

López afirma que muchos aspectos de la obra de Vicuña no habían sido adecuadamente vistos, interpretados o valorados. El resultado tras cinco años de colaboración es Veroír el fracaso iluminado, “exposición que incluye un conjunto de obras inéditas, que permiten conocer lo que realiza desde muchos puntos de vista novedosos”.

Se trata de una exhibición íntegramente de poesía: “Para Cecilia ésta se materializa de distintas maneras: en un dibujo, en collages, textiles y videos, en la escritura misma. Son poemas multidimensionales, otras maneras de escribirlos, por medio de elementos como el sonido de su voz, los tejidos de algodón y pequeños objetos que recoge de la basura para generar ensamblajes precarios. Eso es poesía. Un principio poético atraviesa toda su obra, y es que la poesía ofrece un espacio de reorganización del mundo, imaginar de otro modo, y la imaginación es fundamental para los procesos de resistencia colectivos actuales”.

Lo que hace Vicuña, dijo el curador, permite apreciar un respeto muy profundo por el pensamiento y la filosofía indígena, que ha sido arrasado violentamente desde el proceso de colonización. “Hay una parte importante de su labor que busca honrar esa memoria, invocarla. Una de las gramáticas o artefactos de su trabajo es el quipu, la forma del algodón en diálogo con el flujo corporal de la mujer que alude a la regeneración, a la vida”.

Vicuña llevó a la práctica algunos de sus postulados artísticos en el Espacio Escultórico de Ciudad Universitaria, donde llegaron cientos de espectadores para atestiguar su performance Quipu de lava, un land art realizado un día antes de abrir su exposición. Con el apoyo de más de 50 voluntarios vestidos todos de negro, desplegó una gruesa tira de lana roja que atravesaba de este a oeste la circunferencia de la escultura monumental creada a partir de piedra volcánica. Como si se tratara de un antiguo quipu andino para resguardar conocimientos ancestrales, los participantes representaban los nudos de un instrumento que nos recuerda que el destino de la humanidad está atado al respeto a la Tierra. Al centro del Espacio Escultórico, justo en medio de esa cuerda carmesí de proporciones descomunales, un círculo de no más de 10 personas, entre los que estaba Vicuña, hizo una ceremonia inspirada en rituales originarios. Empezaron con música de instrumentos autóctonos acompañada de golpeteos con las palmas, cantos, sonidos guturales y gemidos, para terminar recostados sobre las rocas del pedregal de cara al sol y con los volcanes al fondo en un día de cielo claro inusitado.

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