Coloquio La Universidad y su Futuro. Una Mirada desde el 2020

Aumenta el riesgo de deserción en licenciatura y posgrado

Entre la brecha social y la digital; en México, sólo 53 por ciento de la población tiene acceso a Internet

Clases a distancia. Foto: cortesía de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.

Las desigualdades en el contexto de la pandemia se han incrementado; así ocurre también en el ámbito educativo. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo estima que, en México, más de medio millón de alumnos de licenciatura y posgrado podrían abandonar sus estudios; es decir, casi 600 mil jóvenes de pregrado, y otros 40 mil de posgrado podrían dejar las universidades, cifras equivalentes a 15 por ciento de todos los alumnos del sistema universitario del país. Sólo en la UNAM, la Secretaría General estima que 72 mil jóvenes podrían dejar sus estudios.

Así se dio a conocer en la mesa 2 Acceso y Equidad: entre la Brecha Social y la Brecha Digital del coloquio La Universidad y su Futuro. Una Mirada desde el 2020, organizado por esa secretaría y el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE).

Marion Lloyd, investigadora del IISUE, destacó que en el país, 53 por ciento de la población tiene acceso a Internet, comparado con el promedio latinoamericano de 67 por ciento. También hay una gran disparidad en zonas urbanas –donde 73 por ciento usa la red–, en comparación con 40 por ciento de las zonas rurales –donde sólo cuatro por ciento de los hogares la tiene–. A ello se suma el alto costo del servicio.

En promedio, 55 por ciento de los alumnos de universidades privadas tienen computadora en casa, en comparación con 20 por ciento de las entidades educativas públicas. En el nivel medio superior, cuatro de cada cinco estudiantes no tienen acceso a Internet o a la computadora.

Tamara Martínez, coordinadora para la Igualdad de Género de la UNAM, mencionó que hay investigaciones que señalan que las mujeres no tienen las mismas posibilidades de acceso a las nuevas tecnologías que los hombres, entre otros factores, por el costo y la falta de conocimiento en su uso.

La funcionaria propuso proteger, promover, respetar y garantizar los derechos de la humanidad sin distinciones genéricas bajo los principios de igualdad sustantiva y no discriminación; instrumentar intervenciones educativas y sociales creativas y flexibles con un enfoque integral de género desde los distintos ámbitos, e incorporar el principio de igualdad sustantiva y no discriminación en los marcos normativos institucionales universitarios, entre otras acciones.

Roberto Rodríguez, del Instituto de Investigaciones Sociales, explicó que hoy en día se cuenta con una cobertura bruta de educación superior (licenciatura, modalidad escolarizada) equivalente a 34.9 por ciento de los jóvenes entre 18 y 22 años.

El promedio de cobertura bruta de educación superior de México es inferior al de América Latina en casi 10 puntos, e inferior al de países comparables, como Argentina, Brasil o Perú, y muy por debajo de las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. “Esa distancia significa que tenemos una década de retraso en la condición que deberíamos estar en la actualidad”, advirtió.

El investigador del IISUE, Sebastián Plá, se refirió a la existencia de una “inclusión excluyente” en la universidad, es decir, ahí se integra a diferentes grupos sociales, pero al mismo tiempo hay exclusiones de baja intensidad que producen segregaciones y falta de acceso al derecho a la educación, lo cual impacta en la vida cotidiana.

Es importante tener presente que la educación, la escuela y la universidad producen y reproducen los esquemas simbólicos que dan sustento a la desigualdad; y eso se da dentro y fuera de las aulas, en las relaciones universitarias. “Hay que modificar estas prácticas para evitar las inequidades y las exclusiones de baja intensidad”, dijo.

Manuel Gil Antón, de El Colegio de México, consideró que a lo largo de la historia hemos tenido un sistema de inclusión, pero segmentado. El acceso a la educación superior ha crecido, pero sin otorgar a todos las mismas condiciones de desarrollo y acceso al conocimiento.

Continuidad pedagógica

En la mesa 3, dedicada al tema Continuidad Pedagógica Universitaria y Tecnologías, Frida Díaz Barriga Arceo, profesora de la Facultad de Psicología y coordinadora del Grupo de Investigación, Docencia, Diseño Educativo y TIC de esta casa de estudios, afirmó que según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 43 por ciento de los hogares en México carece de algún tipo de conexión a Internet, estando en especial desventaja las áreas rurales del país y el estrato social más bajo.

Agregó que 72 mil alumnos de la UNAM (20 por ciento del total de la matrícula) están en peligro de abandonar sus estudios tras la pandemia de la Covid-19 o ya se dieron de baja para el ciclo escolar, según datos de la Secretaría General.

Melchor Sánchez Mendiola, titular de la Coordinación de Universidad Abierta, Innovación Educativa y Educación a Distancia, señaló que el Internet, las redes sociales y la nube ya deben de ser como la electricidad, que no se explica para poder encender la luz de una habitación.

Destacó también que el aprendizaje activo es mejor que el pasivo, y que se deben utilizar en la docencia en línea los buenos principios pedagógicos, identificar la huella digital de los estudiantes en el proceso, para aportar al conocimiento educativo e instruir de la mejor manera posible.

Invitado para compartir su experiencia en España, Josep Planell, rector de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC por sus siglas en catalán), resaltó que se ha malentendido que la educación en línea mimetiza la presencial con el profesor que habla e instruye al alumno desde una pantalla. Aunque este modelo ha funcionado en la emergencia de la pandemia, la propuesta de la UOC se sustenta en cambiar la estructura de enseñanza.

Importancia de la didáctica

Ángel Díaz Barriga, profesor emérito del IISUE, subrayó que la didáctica sigue siendo un tema descalificado al que no se le da importancia cuando se acerca a los problemas de pedagogía y de enseñanza.

“Quizá deba crearse un espacio en la Universidad para analizar opciones que aborden cómo replantear el trabajo didáctico en las aulas, lo que significa analizar qué papel se le otorga al alumno, al profesor, al conocimiento, al aprendizaje y a la formación profesional”, expresó.

En su oportunidad, Alicia de Alba, investigadora del IISUE, planteó la necesidad de abrir el currículum universitario en su estructura misma.

Remarcó que la crisis cotidiana se ha incrementado con la pandemia, pues aumentan los problemas para los más pobres, persiste la violencia de género, resurgen el clasismo y el racismo y los países muestran más desigualdades, pues “estamos en la misma tormenta, pero no en el mismo barco”.

Esperanza de conocimiento

En la mesa 4, sobre Conocimiento e Investigación, Guadalupe Valencia afirmó que esta casa de estudios se ha posicionado como un indiscutible referente en docencia, investigación, generación de conocimiento y difusión de la cultura. Ella también puede ser un referente de futuro, de esperanza para una sociedad agrietada, en crisis o rota en su tejido social. “Somos, como universidad, una esperanza de conocimiento y quehacer desde y para la sociedad”.

La titular de la Coordinación de Humanidades dijo que nuestras experiencias durante la pandemia se distinguen de otras porque constituyen “quiebres en nuestras formas de relacionarnos con la vida, el mundo o la realidad. Si pensamos en la crisis como un desmoronamiento de referentes, vivimos un tiempo en el que hay que asumir retos y, en este sentido, deberíamos afrontar la misión de repensarnos como actores de la universidad en una suerte de integración articulada de la diversidad”.

William Lee, coordinador de la Investigación Científica, aseveró que la generación de conocimiento básico es una fórmula probada para generar soluciones y bienestar. No obstante, uno de los problemas en México es que no se le ha apostado a ello de manera continua, suficiente, sostenida y sin cambios de rumbo. Esto requiere una consistencia de décadas.

Con gran esfuerzo se ha construido en nuestro país un sistema de investigación y desarrollo tecnológico, de bases sólidas, el cual debe ser reforzado y mejorado, pero no desmantelado, alertó el científico. Entre los aspectos a mejorar en esta vertiente mencionó el de tener un enfoque de evaluación y seguimiento que fomente más el trabajo colectivo y multidisciplinario.

Efectos de la crisis sanitaria

Humberto Muñoz, investigador emérito de la Universidad e integrante del Instituto de Investigaciones Sociales recalcó que la pandemia afectó de muchas maneras a las instituciones de educación superior, a la función docente, y abrió retos enormes a la difusión. En la investigación, la crisis sanitaria causó grandes movilizaciones, tanto en las ciencias como en las humanidades, pues ellas están urgidas de encontrar respuestas, las cuales permitan a la humanidad salir de esta situación y prevenir nuevas epidemias.

Para las humanidades y las ciencias sociales en particular, los retos son enormes, porque la pandemia vino acompañada por el recrudecimiento de problemas que ya conocíamos, como desigualdad, inequidad, exclusión, violencia de todo tipo, rezago educativo, etcétera. Y la investigación en esas áreas tiene la responsabilidad de buscar respuestas “para que la barbarie no se instale entre nosotros”.

Adrián Acosta, de la Universidad de Guadalajara, apuntó que en la actualidad la nación cuenta con poco más de 361 mil estudiantes de especialidad, maestría y doctorado, en todas las áreas del conocimiento, en donde desarrollan proyectos, actividades de investigación e imparten clase cerca de 40 mil profesores de tiempo completo.

Por último, Susana Lizano Soberón, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias e investigadora del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica, opinó que mediante diferentes plataformas digitales, la interacción entre los investigadores es relativamente buena, pero requiere más trabajo que simplemente pasar a la oficina de un colega para discutir los resultados recientes.

Ante la imposibilidad de interaccionar presencialmente iniciaron los congresos virtuales; esta modalidad ha permitido la participación de investigadores de todo el mundo que no pueden viajar, lo cual, sin duda, es muy positivo. Pero “se pierde la interacción presencial que, a mi forma de ver, no puede sustituirse completamente”.

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