“Aumenta el riesgo de que resurjan grupos terroristas”

Los afganos han enfrentado severos problemas para reconstruir un país que quedó devastado luego de dos décadas de guerra

A un año del regreso de los talibanes al poder en Afganistán, tras 20 años de ocupación estadunidense, los escenarios siguen siendo muy complicados: los niveles de pobreza y marginación se agudizan y la desesperación de la población puede orillar al resurgimiento de grupos radicales terroristas que pongan en riesgo la paz que relativamente se ha alcanzado en la zona, advirtió Hernán Taboada, integrante del Comité Académico Asesor del Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África (PUEAA).

El investigador universitario señaló que aun cuando los grupos terroristas en la región están en una situación mucho más débil y sus alianzas en Pakistán y Arabia Saudita han cambiado, también han surgido otros actores que han alcanzado un protagonismo relevante, como el caso del llamado Estado Islámico de Irak y Siria –conocido como ISIS–, cuyas acciones terroristas han resultado ser más agresivas, además de que igual cuenta con presencia en Afganistán, en donde aparentemente están enfrentados con los propios talibanes.

Comentó que tras la salida de las tropas de Estados Unidos y sus aliados en agosto de 2021, Afganistán sigue estando en una situación muy vulnerable, y los talibanes han enfrentado severos problemas para reconstruir un país que quedó devastado luego de dos décadas de guerra.

En octubre de 2001, el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, anunció que tropas de su país habían lanzado ataques contra el Talibán en Afganistán bajo el argumento de iniciar una campaña militar contra ese movimiento por apoyar a la red extremista Al Qaeda y a su líder, Osama bin Laden, a quienes EE. UU. atribuyó la autoría de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center (Nueva York) y la sede del Pentágono (Virginia), en los que murieron al menos unas 3 mil personas.

En aquella época desde la Casa Blanca se aseguró que dotarían a la nación centroasiática de lo que denominaron una democracia moderna, y prepararían un ejército para defenderla de cualquier amenaza. Sin embargo, 20 años después de iniciar su guerra contra el terrorismo, y en medio de una fuerte polémica, EE. UU. abandonó Afganistán con más problemas de los que había encontrado.

El especialista apuntó que, aun cuando durante los 20 años de ocupación norteamericana se difundió información e imágenes de una supuesta transformación, con un aparente desarrollo en Afganistán, dichos avances sólo se reflejaban en algunas regiones como Kabul, en donde se concentraba la presencia de las tropas extranjeras y los benéficos llegaban a círculos muy pequeños; pero fuera de ahí la situación siguió siendo de extrema marginación, lo cual explica que los talibanes retomaran el poder con relativa facilidad una vez que el ejército estadunidense abandonó el país. “Junto al ejército de ocupación también había uno afgano, y nos dicen que era extremadamente corrupto y violento, tan era así que muchos vieron el regreso de los talibanes como una liberación”.

Hernán Taboada señaló que un gran pendiente para esta nueva era de los talibanes al frente del gobierno de Afganistán es el reconocimiento internacional como una condición previa para convertirse en un Estado plenamente consolidado. Los talibanes, dijo, no pueden subsistir sin la ayuda externa, y un país completamente destruido por décadas no tiene manera de mantenerse de forma autónoma, cuando en los últimos años su única actividad de producción y de exportación fue el opio como droga, la cual ahora quedó totalmente prohibida por el nuevo gobierno.

“Lamentablemente no hay modelos exitosos, y vemos que la ayuda internacional y todo lo que se pregona tanto no alcanza, y los resultados son muy pobres. En ningún lado la ayuda externa ha servido para impulsar un desarrollo sostenido”, apuntó.

Por último el catedrático universitario señaló que el panorama es muy poco favorable para la población afgana, pues tampoco los países vecinos –que en algún momento fueron socios o aliados, como China, Pakistán, Irán o Arabia Saudita– están en condiciones de ayudar, y en todo caso buscarán sus propios intereses. Ninguna de estas naciones va a apoyar a los afganos desinteresadamente y sólo podrán colaborar, en la medida en que se establezca una relación de poder en la que ellas vean qué les conviene negociar en términos de una relativa igualdad.

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