Avances de la mujer en los espacios deportivos

Logros graduales; aún luchan contra estereotipos y brechas salariales: Astrid Martín del Campo

En el ámbito deportivo las mujeres han librado una lucha histórica y ganado espacios de participación, pero aún son minoría y falta mucho camino por recorrer, señalaron expertas reunidas por la UNAM.

A lo largo de la historia, las mujeres han pasado de tener prohibida su intervención en justas como los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia, a ser, en épocas recientes, campeonas en disciplinas muy masculinizadas como la halterofilia, futbol, atletismo y boxeo, subrayó la ajedrecista Astrid Martín del Campo Cárdenas, de la Dirección General de Deporte Universitario (DGDU).

Los logros han sido graduales y hoy, en el siglo XXI, aún ellas batallan con estereotipos y brecha salarial en la mayoría de las especialidades, advirtió durante el conversatorio La Mujer y el Deporte a través del Tiempo, organizado en línea por esa dependencia.

En la reunión, moderada por Amalia Parra Visoso, también de la DGDU, Claudia Itzel Figueroa Vite, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género, aseguró que, como en muchas áreas sociales, en el deporte persisten hábitos culturales que debemos cambiar y conceptos generales que es fundamental comprender.

“Por ejemplo, la diferencia entre sexo y género, donde el primero es una categoría biológica dada por la naturaleza, mientras el segundo es una categoría cultural socialmente construida”, explicó la investigadora.

El sexo es una característica inmutable que define a una persona como mujer u hombre, y el género es una condición modificable según los patrones culturales imperantes en el entorno social. “El sexo define roles específicos en la reproducción de la especie, y el género define el rol social atribuido a hombres y mujeres”, apuntó.

Figueroa mencionó que, en general, de manera histórica los roles masculinos han estado desarrollados en el espacio público y los femeninos en el privado. “Esto impidió durante mucho tiempo el avance del deporte”.

Al hacer un recuento histórico de las mujeres en la actividad física, Martín del Campo comentó que en los Juegos Olímpicos de la era moderna, que se celebraron en París en 1900, de un total de mil 70 atletas sólo seis eran mujeres e intervinieron en sólo dos disciplinas.

Para 1928, en Ámsterdam, se logró una participación de 300 mujeres en los Juegos Olímpicos, pero era 10 por ciento del total. “Entonces se creía que las mujeres eran frágiles y cuando se pudo competir en disciplinas como el atletismo, se hizo solamente en cinco pruebas”, relató.

Martín del Campo recordó la labor de la atleta en remo Alice Milliat, quien realizó una importante carrera en política deportiva y fundó, tras la Primera Guerra Mundial, la Federación Deportiva Femenina Internacional (FSFI), primer movimiento internacional que incorporó a las mujeres en las competencias.

“Pese a estos esfuerzos, hasta 1960 es cuando a la mujer se le permite correr los 800 metros en los Juegos Olímpicos. Son trasformaciones significativas, pero muy lentas”, reflexionó.

“En 1976 las mujeres ya tienen 20 por ciento de presencia en los Juegos Olímpicos de Montreal; en 1988, en Seúl, sumaron 25 por ciento; y en Atlanta, hasta 1996, se normalizó la presencia de las mujeres en Juegos Olímpicos y fueron 35 por ciento del contingente olímpico.”

Aunque en la actualidad todos los deportes son mixtos y hay avances a nivel institucional, todavía sigue la lucha en el ámbito social, dijo Figueroa.

“Aún persisten el rechazo y los prejuicios hacia la participación femenina en algunas disciplinas, y permanece la brecha salarial, con la que en los hechos la labor de las mujeres se considera menos valiosa”, remarcó.

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