Beethoven compone su Sinfonía número 3

En un principio pensó llamarla Bonaparte, en honor de quien había liberado Europa del yugo austriaco y puesto los cimientos de un nuevo orden social.

 

El proceso creativo es un misterio. Y en el caso de la Sinfonía número 3 en mi bemol mayor, opus 55, de Beethoven, este misterio es aun más profundo si se considera que dicha obra representa un hito en la historia de la música.

Con ella quedó atrás, en definitiva, el Clasicismo, con su claridad meridiana, su simetría y su equilibrio, y subió al pedestal el Romanticismo, con su pasión incontenible, su furia y sus tempestades.

En el verano de 1802, en Heiligenstadt, Beethoven hizo algunos esbozos para los tres primeros movimientos de una nueva sinfonía; sin embargo, ninguno de ellos acabaría integrando esta obra.

Un año después, en junio de 1803, el compositor alquiló en Oberdöbling, un pueblo sobre la colina ubicada junto a Heiligenstadt, tres habitaciones de una casa, y retomó su trabajo con otro cuaderno de apuntes.

Para entonces, Beethoven tenía muy claro que su Tercera sinfonía se llamaría Bonaparte, en honor de quien había liberado Europa del yugo austriaco y puesto los cimientos de un nuevo orden social.

Según Jan Swafford, en la Sinfonía Bonaparte, Beethoven quería evocar el carácter y la historia de un conquistador, así como la dimensión moral de lo que el “primer cónsul perpetuo francés” estaba creando por toda Europa.

En la primera etapa de la escritura de esta sinfonía, Beethoven ya sabía que terminaría con un movimiento en forma de variaciones, basado en el último movimiento de la música para el ballet Las criaturas de Prometeo, opus 43, que había compuesto entre 1800 y 1801 (este tema también lo usaría en 1802 en las Quince variaciones con fuga para piano en mi bemol mayor, opus 35, conocidas como las Variaciones Eroica).

Sentado ante su piano en la casa de Oberdöbling, Beethoven se dedicó a componer, en un estado emocional cercano al frenesí, el primer movimiento, Allegro con brio –el más largo y complejo primer movimiento de cualquier sinfonía escrita hasta esa fecha–, como la escenificación del drama del Héroe que enfrenta su destino.

Una vez concluido éste, compuso el segundo movimiento, Marcia funebre (Adagio assai), cuyo origen se puede encontrar en el tercer movimiento, Marcia funebre sulla morte d’un Eroe, de la Sonata para piano número 12 en la bemol mayor, opus 26.

Así como el segundo movimiento alude al entierro solemne de los muertos después del fragor de la batalla, Beethoven concibió el tercer movimiento, Scherzo (Allegro), “como el retorno a la vida y a la alegría”, a decir de Swafford. En él, por cierto, se utilizan, por primera vez en la historia de la orquesta sinfónica, tres cornos.

Y en el Finale (Allegro molto–Poco andante–Presto), Beethoven aprovechó, como ya se dijo, el último movimiento de Las criaturas de Prometeo, para desplegarlo en 11 variaciones con ritmos impetuosos y culminar con una coda majestuosa.

En el otoño de ese mismo año, ya de regreso en Viena, escribió la partitura orquestal de su nueva obra, y en la portada puso en italiano: “Sinfonía grande intitulata Bonaparte del Sigr. Louis van Beethoven”.