Beethoven compone sus Cantatas imperiales

No fueron interpretadas en las fechas programadas porque se consideró que eran demasiado complejas y difíciles

A finales de 1789, ante la caída en picada de Johann por su exacerbado alcoholismo, Beethoven solicitó al elector Maximilian Franz el retiro y el cobro de la pensión de su progenitor.

Dicha solicitud le fue concedida mediante un decreto en el que se estipulaba que una mitad de la pensión de Johann estaría destinada a éste y la otra al propio Beethoven.

Así, con este dinero extra, sumado a su salario como músico de la corte y a lo que percibía por sus lecciones e interpretaciones públicas, Beethoven pudo hacerse cargo, sin problemas, de la manutención de sus hermanos.

El 20 de febrero de 1790, el sacro emperador románico germánico José II, hermano mayor del elector Maximilian Franz y uno de los líderes más progresistas de la época, falleció en Viena. Entonces, a iniciativa de Eulogius Schneider, un antiguo monje franciscano, se comenzó a planear un programa para rendirle homenaje.

El mismo Schneider escribió su Oda a José II, que sería recitada durante la ceremonia; también propuso que se incluyera una cantata fúnebre compuesta por uno de los principales músicos de Bonn, a partir de un texto del joven estudiante de teología y protegido suyo Severin Anton Averdonk.

El encargo de componer esta cantata recayó en Beethoven, quien de inmediato puso manos a la obra. Sin embargo, dos días antes de la ceremonia se anunció oficialmente que no podría ser interpretada “por diversos motivos”, lo cual significaba básicamente que era demasiado compleja y difícil para la orquesta de la corte.

A pesar de todo, Beethoven no se desanimó y, con la esperanza de que fuera ejecutada en otra ocasión, siguió componiendo su Cantata por la muerte del emperador José II, que terminó durante el verano.

En opinión de Jan Swafford, al igual que el texto de Averdonk, la música de Beethoven es muy exaltada y revela que, a sus 19 años, “aún prometía mayores exaltaciones.”

Y añade: “Sí, la excesiva exaltación fue un signo de su juventud, pero su expresión es ya poderosa, el manejo de la orquesta eficaz y expresivo, y su voz inconfundiblemente propia. Como signo de ese dinamismo, utilizó ideas procedentes de esa cantata una y otra vez en años posteriores.”

Beethoven nunca publicó o interpretó su Cantata por la muerte del emperador José II, la cual permaneció perdida hasta la década de los años 80 del siglo XIX.

Para la coronación de Leopoldo, hermano de José, Beethoven recibió otro texto con el objetivo de que compusiera otra cantata, pero ésta, llamada Cantata para la coronación del emperador Leopoldo II, tampoco fue tocada por las mismas razones que la primera.

Sobre ella, Swafford escribe: “En la Cantata para la coronación del emperador Leopoldo II, Beethoven revela aun con más claridad que es un joven de notable técnica pero todavía con un escaso sentido de la forma y la proporción. Pone en música lo que pretende que el texto sea, más que lo que realmente es, con sus vuelos de ángeles y ‘la sonrisa de la humanidad dibujándose’ en los labios de Leopoldo”.