Beethoven rompe la portada de su Sinfonía Bonaparte

Al final decidió intitularla en italiano Sinfonia Eroica, composta per festeggiare il sovvenire di un grand’uomo.

Un día de mayo de 1804, la desilusión y el desencanto cayeron sobre Beethoven. Su alumno Ferdinand Ries lo visitó para darle la noticia de que Napoleón Bonaparte se había hecho proclamar emperador.

Iracundo, el compositor gritó: “¡No es más que un ser humano cualquiera. También él pisoteará todos los derechos para satisfacer su vanidad. Se creará superior a todos y será un tirano.”

A continuación caminó hasta su mesa de trabajo, arrancó la portada de una copia de su Sinfonía Bonaparte, la rompió en dos pedazos y los aventó al suelo.

Antes de su estreno formal, programado para el domingo 7 de abril de 1805 en el Theater an der Wien, la Sinfonía número 3 en mi bemol mayor, opus 55, de Beethoven, ya había sido ejecutada varias veces en los palacios del príncipe Lobkowitz, a quien estaba dedicada, así como en casa de un melómano llamado Wirth.

Entonces empezó a correr el rumor de que algo excepcional estaba a punto de suceder en el mundo de la música. Un amigo de Haydn y reciente conocido de Beethoven, que respondía al nombre de Georg August von Griesinger, envió un informe al editor Gottfried Härtel en el que señalaba: “Se trata de la obra de un genio, dicen tanto los admiradores como los detractores de Beethoven. Algunos dicen que hay más en ella que en Haydn y Mozart, y que la sinfonía-poema ha sido alzada a nuevas cumbres. Los que están en contra dicen que al conjunto le falta consistencia; desaprueban la acumulación de ideas colosales.”

Y llegó el domingo 7 de abril. Ante un público expectante, la orquesta del teatro, complementada con músicos del príncipe Lobkowitz, comenzó a tocar esta obra bajo la batuta del propio Beethoven.

Según crónicas de la época, el largo y complejo primer movimiento desató una oleada de estupefacción entre el público. El pianista austriaco Carl Czerny, quien ocupaba una de las butacas del teatro, contaría después que en algún momento alguien gritó: “¡Pagaré lo que sea si paran esto!”

Con la Marcia funebre, los oyentes se sintieron en terreno firme y pudieron asimilarla con facilidad. Por lo que se refiere al tercer movimiento, Scherzo (Allegro vivace), incluso arrancó el aplauso de no pocos asistentes.

Sin embargo, el último movimiento, conformado por una serie de variaciones sobre un tema de música de ballet, concitó nuevamente la perplejidad del público.

Una vez concluida la interpretación de la orquesta, hubo pocos aplausos. Beethoven, ofendido, se rehusó a agradecerlos y salió del escenario.

Aún se conserva la portada del manuscrito original de la Tercera sinfonía donde el compositor escribió en italiano: “Sinfonia grande intitulata Bonaparte del Sigr. Louis van Beethoven”, con las palabras intitulata Bonaparte borroneadas. Pero en la parte inferior, escrito a lápiz por el propio Beethoven, se lee en alemán: “Geschrieben auf Bonaparte” (“Escrita para Bonaparte”).

Finalmente, antes de que se publicara esta obra en 1806, Beethoven rectificó de nuevo, por lo que el título definitivo quedó en italiano de esta manera: “Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire di un grand’uomo” (“Sinfonía Heroica, compuesta para celebrar la memoria de un gran hombre”).