Beethoven viaja de nuevo a Viena para estudiar con Haydn

Una vez instalado en la ciudad austriaca, recibió una carta en la que se le anunciaba el fallecimiento de su padre

En 1791, Beethoven tomó la popular aria de ópera “Venni amore”, del compositor italiano Vincenzo Righini, para componer 24 variaciones en re mayor conocidas como las Variaciones Righini.

De acuerdo con Swafford, el compositor alemán transformó el tema de dicha aria “en una virtuosa exploración de colores y efectos pianísticos de una escala imaginativa superior a cuanto había escrito para piano hasta aquel momento.”

El 5 de diciembre de ese mismo año, Mozart murió en Viena. Meses después, Beethoven pidió permiso al elector Maximilian Franz para ir a esa ciudad a estudiar con el gran compositor austriaco Franz Joseph Haydn, lo cual le fue concedido.

Antes de partir, sus amigos y conocidos le dedicaron algunas líneas de despedida en un Stammbuch o “libro familiar”. Entre todas destacan, sin duda, las escritas por el conde Waldstein, que a la postre resultarían proféticas: “¡Querido Beethoven! Os vais por fin a Viena para realizar vuestros deseos, durante tanto tiempo frustrados. El genio de Mozart aún sigue de luto y llora la muerte de su discípulo. En el inagotable Haydn había encontrado refugio, aunque no ocupación; a través de él quiere formar una unión con otro. Por medio de un esfuerzo constante recibiréis de manos de Haydn el espíritu de Mozart. Vuestro fiel amigo, Waldstein.”

En la mañana del 2 de noviembre de 1792, Beethoven subió a un carruaje con sus escasas pertenencias, entre las que había un montón de manuscritos y esbozos musicales, y viajó nuevamente a Viena. Atrás quedaron sus hermanos, que ya podían valerse por sí mismos, y Johann, su padre, cada vez más marchito y derrotado por el alcohol.

Según, Gottfried Fischer, autor de unas memorias de la familia Beethoven, luego de la partida de su hijo, Johann decía a todos aquellos que quisieran escucharlo: “Mi Ludwig es ahora mi única alegría; se ha convertido en un músico y en un compositor tan consumado que todo el mundo lo mira con asombro. ¡Mi Ludwig! Algún día será un gran hombre en el mundo. ¡Vosotros que hoy estáis aquí, recordad lo que os he dicho!”

Beethoven llegó a Viena con un solo objetivo en mente: convertirse, a como diera lugar, en un compositor único, distinto de todos los que había habido hasta entonces. Se instaló en una mísera buhardilla y, a continuación, se puso a revisar la lista de contactos que el conde Waldstein y otros le habían dado…

Hacia finales de diciembre, mientras intentaba levantar el vuelo financieramente, Beethoven recibió una carta en la que se le anunciaba que su padre había fallecido el día 18, a causa de “una hidropesía en el pecho”. A diferencia de lo que ocurrió cuando murió su madre, no regresó a Bonn para estar presente en su funeral.