Es una condición generada por el Antropoceno

Bejucos leñosos invaden los bosques tropicales del mundo

Estas plantas trepadoras requieren menos cantidad de dióxido de carbono que los árboles para alcanzar el techo o capa superior de esos ecosistemas

Afectan indirectamente el crecimiento de plántulas en el sotobosque. Foto: cortesía Diego Pérez Salicrup.
En 1992, Oliver Phillips, ecólogo inglés especializado en bosques tropicales que entonces estaba haciendo su doctorado en la Universidad de Washington en San Luis, Misuri, Estados Unidos (y que ahora se desempeña como profesor de Ecología Tropical en la Universidad de Leeds, en Inglaterra) sugirió que, desde el punto de vista fisiológico, los bejucos leñosos –también conocidos como lianas– requerían menos dióxido de carbono que los árboles para alcanzar el dosel (o techo o capa superior) de un bosque.

Hoy en día, esto es evidente, pues, con el aumento desmedido de la concentración de dicho gas de efecto invernadero en la atmósfera de nuestro planeta, los bejucos leñosos han invadido los bosques tropicales de todo el mundo.

Cabe señalar que, por lo general, los bejucos leñosos ocupan menos del 2 % del área basal (área de la sección transversal del tronco de un árbol a la altura del pecho o a 1.3 metros del suelo) de las plantas leñosas de los bosques tropicales, pero hasta el 25 % del dosel de éstos (una vez que llegan al dosel pueden crecer de una copa de un árbol a la de otro). Así, por una representación muy pequeña en el área basal, tienen una sobrerrepresentación en el dosel.

“Los árboles invierten mucho del dióxido de carbono que capturan, para generar la madera que les permitirá sostenerse, mientras que los bejucos leñosos invierten poco porque, aunque son plantas cuyo ciclo de vida arranca igual que el de los árboles, es decir, como pequeñas plántulas con la raíz en el suelo, conforme van creciendo, pierden la capacidad de autosostenerse por sí mismos y empiezan a depender del apoyo físico de los árboles para llegar al dosel de un bosque”, indicó Diego Pérez Salicrup, director del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sostenibilidad (IIES), campus Morelia de la UNAM y especialista en bejucos leñosos.

En el mundo vegetal hay bejucos leñosos y bejucos herbáceos. Los primeros producen lignina, un compuesto orgánico básico que da origen al tejido leñoso (madera) de las plantas; en cambio, los segundos son plantas también trepadoras, pero con tallos delgados y flexibles.

Los bejucos leñosos son más comunes en los bosques tropicales (estacionalmente secos, húmedos y de montaña) que en los bosques de coníferas y encinos, y en los desiertos. También pueden depender de otros bejucos –o incluso de casas o edificios– para crecer. Las bugambilias son bejucos leñosos que se utilizan mucho como plantas de ornato en las fachadas de viviendas.

Aumento incontenible

En 1992, Phillips también sugirió que, en una atmósfera sobrecargada de dióxido de carbono como la que hay en nuestro planeta desde hace ya décadas; además de los cambios en torno al calor y a las diferencias en la precipitación como resultado del calentamiento global, habría otras consecuencias relacionadas con las respuestas fisiológicas de las plantas.

“Si bien los árboles capturan más dióxido de carbono que los bejucos leñosos, éstos lo hacen con más rapidez. Y como los árboles tienen que utilizar una buena parte de ese gas en la generación de madera y los bejucos leñosos no, Philips supo ver que estos últimos crecerían de manera incontenible en una atmósfera enriquecida con dióxido de carbono y que poco a poco podrían competir con los árboles”.

Experimento

En los primeros años del siglo XXI, gracias a una oportunidad que le brindó Francis E. Putz, investigador del Departamento de Biología de la Universidad de Florida, Pérez Salicrup pudo trabajar con bejucos leñosos en un bosque tropical estacionalmente seco de Bolivia, para hacer su tesis de doctorado.

“Allí llevé a cabo un experimento en el que corté bejucos leñosos alrededor de unos cuantos árboles y en superficies de 90 metros cuadrados, y lo que encontré es que, cuando les quité esas plantas, los árboles tenían mejores relaciones hídricas en dicho bosque. Así pues, los bejucos leñosos competían con los árboles por agua, lo cual no se sabía antes de ese experimento. Después observé que, al cortar bejucos leñosos en una superficie grande, las plántulas de árboles crecían mejor. Esto me hizo pensar que también había una competencia por el recurso lumínico. Si se corta el 20 % del dosel de los bejucos, ingresa la luz solar y, por consiguiente, las plántulas de árboles crecerán más. De este modo se llegó a la conclusión de que los bejucos son capaces de afectar indirectamente el crecimiento de plántulas de árboles en el sotobosque”, informó el investigador universitario.

Foto: cortesía Diego Pérez Salicrup.

¿Qué hacer?

En Panamá, durante más de una década, un grupo de investigadores estadunidenses ha seguido de cerca lo que les pasa a los bejucos leñosos en bosques primarios y secundarios, y lo que ha visto es que, efectivamente, crecen más que los árboles.

“Sin duda, entonces, como lo sugirió Phillips hace 33 años, los bejucos leñosos están creciendo más que los árboles en los bosques tropicales por el aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Esto es un hecho relevante. ¿Lo podemos revertir? Tenemos demasiados focos rojos encendidos y creo que, si atendemos el tema del dióxido de carbono en la atmósfera, podremos atender el problema del crecimiento excesivo de bejucos leñosos en los bosques tropicales. Ahora bien, no quisiera presentar a los bejucos leñosos como los malos de la película. Estas plantas desempeñan un papel evolutivo y ecológico fundamental en cualquier bosque tropical; por ejemplo, generan muchísima biomasa en forma de hojas y, como muchos de ellos son leguminosas, eso puede representar un aumento de nitrógeno en el suelo forestal de los bosques tropicales”, sostuvo Pérez Salicrup.

Simplemente, resaltó, los bejucos leñosos tienen una función especial y están respondiendo a un aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, que es una condición generada por el Antropoceno.

Al respecto, el investigador dijo: “No perdamos de vista algunos datos básicos: en 1959, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera era de 315 partes por millón; en la actualidad es de casi 420 partes por millón. Esto significa que en los últimos 66 años ha habido un aumento de poco menos de 100 partes por millón. Por supuesto, muchas veces se habla de la Revolución Industrial como del principio del Antropoceno, cuando empezamos a emitir muchísimo dióxido de carbono a la atmósfera, pero recordemos que el consumo de combustibles fósiles se agudizó brutalmente después de la Segunda Guerra Mundial. A partir del inicio de la década de los años 60 del siglo XX, cuando se comenzó a monitorear, se ha observado un aumento dramático de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. La solución, por lo demás, no es ponernos a cortar bejucos a lo loco, sino disminuir la presencia de aquel gas de efecto invernadero allá arriba”.

Perturbaciones

De acuerdo con Pérez Salicrup, los bejucos leñosos responden no sólo ante el aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, sino también ante perturbaciones causadas por actividades humanas en ambientes tropicales, como la fragmentación de una o varias áreas.

“Sí, el crecimiento de estas plantas se incrementa igualmente en los bordes de los fragmentos de bosques tropicales. En un artículo escrito con base en un experimento en el que participé en Brasil está documentado esto. Todos los participantes pudimos ver que en esos bordes había una densidad mucho más alta de bejucos leñosos que en el interior del bosque. Y debemos considerar que los bosques tropicales de México, Guatemala, Brasil… están muy fragmentados. Por eso hay que hacer hincapié en la necesidad de contar con extensiones de bosques tropicales sin perturbaciones que les permitan a éstos tener una estructura y unas condiciones más adecuadas para capturar dióxido de carbono. Ya dije que los bejucos leñosos capturan este gas con más rapidez, pero los árboles lo capturan en mayor cantidad. No nos gustaría que hubiera un bosque tropical de puro bejuco leñoso, porque no capturaría la misma cantidad de dióxido de carbono que un bosque de árboles. Pensemos en el Tren Maya: no siguió el trazo de la carretera, se metió en el bosque tropical y, a consecuencia de esto, lo fragmentó y generó bordes”.

La solución no es cortarlos porque desempeñan un papel evolutivo y ecológico fundamental.
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