65 años de contribuir a la formación académica

Biblioteca Central: Encuentros fructíferos con los lectores

Recinto moderno precursor en la automatización de procesos para catalogar y digitalizar archivos y textos


La Biblioteca Central de la UNAM cumple este 5 de abril 65 años de haber sido inaugurada y ser un espacio que favorece los encuentros fructíferos entre la información y las comunidades lectoras, lo que ha contribuido a que miles de ellas hayan logrado con éxito su formación, generando investigación, conocimientos, innovación y extendiendo su cultura.

Además de ser una biblioteca moderna, precursora en la automatización de procesos de catalogación y clasificación de acervos, de digitalización de tesis y fondos especiales que permiten su preservación y mayor accesibilidad, es también un edificio emblemático de la cultura mexicana, por sus murales que son obras de arte y es quizá, el inmueble más fotografiado de México.

La titular de la Dirección General de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información (DGBSDI), Elsa Margarita Ramírez Leyva, afirmó que todas estas innovaciones la hacen “una biblioteca moderna, híbrida, ya que cuenta con recursos analógicos y electrónicos que complementan las colecciones especializadas de las que hay en la Universidad”.

Su edificio, diseñado y construido a mediados del siglo pasado con asesorías de bibliotecarios “consideró las condiciones para evolucionar y adecuarse a distintos momentos y seguir transformándose en el presente y en el futuro”.

Hace 65 años abrió sus puertas con unos 80 mil libros y hoy alberga cerca de 600 mil volúmenes impresos, colecciones digitales, publicaciones periódicas con más de 338 mil fascículos, 541 mil 457 tesis y un fondo antiguo con 17 mil 790 títulos. Cuenta con 800 lugares para la comunidad lectora, y por lo general acuden siete mil diariamente, de lunes a domingo, de las 8:30 a 21:30 horas.

Para celebrar su aniversario se ha preparado una serie de eventos tanto académicos como culturales en los que participarán destacados especialistas e invitados, quienes analizarán e intercambiarán ideas y puntos de vista acerca de la importancia de sus murales como obras de arte; con arquitectos que explicarán las características de la edificación y con algunos de sus exdirectores, quienes detallarán la transformación de esta biblioteca pública universitaria.

A ello se sumarán un concierto que ofrecerá la Facultad de Música; con el apoyo de la Filmoteca de la UNAM, en un sitio web se proyectarán películas en las que aparece este recinto universitario; una mesa dedicada a Juan O’Gorman en la que sus familiares compartirán otra faceta humana del artista; y la entrega del Premio al Servicio Bibliotecario 2021, entre otras actividades a lo largo del año.

Inmueble para 50 años

Ramírez Leyva recordó que en un inicio se pensó que este inmueble albergaría a la Biblioteca y la Hemeroteca nacionales y conservaría el patrimonio documental del país para los siguientes 50 años. Se planeó para que albergara medio millón de volúmenes, entre libros y revistas.

En ese entonces la Biblioteca y Hemeroteca nacionales se ubicaban en el Templo de San Agustín, en el Centro Histórico, y la comunidad intelectual opinó que no debían abandonar este lugar emblemático.

Así, se decidió que la biblioteca diera servicio a la comunidad universitaria y complementara los servicios otorgados por las correspondientes a las facultades.

“Tanto el arquitecto y pintor Juan O’Gorman como los arquitectos Gustavo Saavedra y Juan Martínez de Velasco entendieron muy bien el proyecto que empezaron a gestar en 1948, cuya construcción comenzó en 1950, para el 5 de abril de 1956 abrir sus puertas al servicio a la comunidad”, citó la universitaria.

Para su diseño y construcción recibieron asesoría de bibliotecarios nacionales y extranjeros. Prueba de su buen diseño es que en su interior se genera un clima adecuado para los libros, no hay humedad ni exceso de calor ni entrada de luz directa que pueda dañarlos.

Los lectores cuentan con un ambiente agradable, a partir de grandes ventanales, pero sin luz directa, gracias a cristales de ónix con tonos amarillos y ocre, colocados en la parte superior de los ventanales. La sala principal de lectura incluye un jardín y las demás están rodeadas de áreas verdes. Sus espacios son muy flexibles, no hay muros internos y se pueden hacer las transformaciones necesarias.

Sus murales, obras de arte

Ramírez Leyva aseveró que O’Gorman consideró que la Biblioteca debía ser un edificio emblemático de la cultura mexicana, por eso sus murales semejan un códice en el cual se muestra la historia de nuestra nación.

Allí están representadas la época prehispánica, la colonial, la Revolución, así como el presente y el futuro simbolizados por el escudo de la Universidad Nacional y sus funciones sustantivas: docencia, investigación y extensión de la cultura.

Sus murales están hechos con cerca de 150 diferentes tipos de piedras de diversas regiones de nuestro territorio y que han resistido los embates del clima y el paso de los años.

“Yo me atrevería a decir que es el edificio más fotografiado de México, es un sitio visitado por todos los turistas, quienes se quedan sorprendidos por la forma admirable con la que O’Gorman logró mostrar nuestra historia en cuatro paredes”, expresó la titular de la DGBSDI.

Precursora en innovaciones

La Biblioteca Central se ha ido transformando a lo largo de estas seis décadas y media: fue la primera en la Universidad en permitir el acceso directo a las estanterías, así como precursora en la automatización de procesos de catalogación y clasificación, lo que permitió generar el catálogo electrónico LIBRUNAM con los acervos de todas las bibliotecas universitarias.

También fue el primer laboratorio de restauración de libros en América Latina; la primera en incluir el código de barras y el lector láser para el servicio de préstamo electrónico de libro; la primera en otorgar el servicio de autopréstamo de materiales, además de contar con el laboratorio para implementar la Aplicación Móvil BibliotecasUNAM, explicó la doctora en Ciencias de la Información y Documentación.

Otro paso trascendente fue el préstamo automatizado, y posteriormente, en 2001, la digitalización de las tesis de los egresados de la Universidad y la creación del catálogo colectivo TESIUNAM. “De no haberlo hecho, en este momento, las tesis ocuparían varios pisos del edificio porque tenemos más de 500 mil, prácticamente todas en formato digital y unas 70 mil en microfilm”, dijo.

Además de permitir la preservación, la digitalización aumentó la accesibilidad a los documentos e información, así como la generación de la Biblioteca Digital a la que se incorporaron libros y revistas electrónicas y el fondo antiguo digitalizado.

“Gracias a que tenemos una Biblioteca Digital, en esta pandemia causada por la Covid-19 las personas pueden acceder a todos estos recursos las 24 horas del día, desde cualquier lugar en el que se encuentren”, apuntó la también especialista en lectura y los lectores.

Ramírez Leyva remarcó que la Biblioteca Central sigue innovando, muestra de ello es que durante esta emergencia sanitaria creó la figura del bibliotecario en línea, quien, vía chat, orienta a los usuarios en la consulta de la Biblioteca Digital; al igual que la figura de biblio-tutor, que asesora sobre la localización de información, búsquedas y la ubicación de documentos.

“Somos un espacio de investigación, aprendizaje y formación, nuestros académicos ofrecen cursos de habilidades informativas y digitales que son indispensables para los profesionistas, quienes tienen que gestionar grandes cantidades de información”, concluyó.

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