Bin Laden, y los perpetradores del 11-S

Los ataques del 11 de septiembre de 2001 se gestaron mucho antes. Osama bin Laden, la figura terrorista más emblemática del suceso, fue aliado de Estados Unidos ante la Invasión soviética en Afganistán entre 1979 y 1989.

“Guerrero antisoviético pone su ejército en la senda de la paz”, se lee un encabezado en el diario británico The Independent del 6 de diciembre de 1993. El guerrero al que se refiere es Osama Bin Laden, entonces aliado de Estados Unidos a quien cita: “Lo que he vivido en dos años en Afganistán, no podría haberlo vivido en cien años en cualquier otra parte”.

La alianza entre Estados Unidos y Afganistán tras la ocupación soviética en esa parte del mundo duró apenas un par de años tras el fin del conflicto armado, entre otras, por el sionismo, la ocupación de tropas militares americanas en tierra santa y el estilo de vida estadounidense, que eran algo imperdonable en el yihadismo, rama a la que pertenecían él, sus seguidores y su organización, Al Qaeda, literalmente “la base”.

En ese mismo 1993 hubo un atentado con coche bomba en el estacionamiento subterráneo cargado con 680 kilos de explosivos fue detonado, hubo seis muertos y más de mil heridos, se tenía pensado que derribara a la Torre Norte y que en su trayectoria impactara a la Torre Sur.
En 1998 hubo dos ataques más en las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania con 213 muertos y alrededor de cinco mil heridos, y uno más en el USS Cole con 17 víctimas fatales y 39 heridos.

El del 11 de septiembre del 2001 fue un plan mucho más grande, originalmente se tenían pensados 12 objetivos pero eran tantos que se consideró imposible, se redujeron solamente a cinco: Las dos Torres Gemelas (el poder económico), el Pentágono (el poder militar), el Capitolio (poder legislativo) y la Casa Blanca (el poder ejecutivo). Si el plan original se hubiera mantenido el edificio Empire State (NY), la Prudential Tower, la Torre Willis (antes Torre Sears) (Chicago), la US Bank Tower (LA), la Pirámide Transamérica (San Francisco) y el Columbia Center (Seattle) también hubieran sufrido ataques.

Quienes perpetraron los atentados el 11 de septiembre de 2001, fueron individuos pertenecientes a una célula llamada de Hamburgo, los candidatos más apropiados, a decir de académicos y analistas, por sus fuertes convicciones.

La célula nació en 1998. Mohammed Atta (egipcio, piloto del avión que se estrelló contra la Torre Norte), Marwan Al-Shehhi (emiratí, aparente piloto del avión que se estrelló contra la Torre Sur), Ramzi Binalshibh (yemení, persona relevante en la planeación de los atentados, actualmente preso en Guantánamo) se reunían en la ciudad de Hamburgo a compartir sus pensamientos antiamericanos.

En 1999 los tres junto con Ziad Jarrah (libanés, aparente piloto del vuelo que se estrelló en Pensilvania) planeaban viajar a Chechenia para pelear contra los rusos pero fueron convencidos por miembros de Al Qaeda para viajar a Afganistán y reunirse con Bin Laden, quien les dio la misión de estrellar aviones contra edificios emblemáticos de los Estados Unidos.

Después de ese momento tramitaron su visa para ingresar al país, se registraron en escuelas de aviación y realizaron algunos viajes para estudiar a los pasajeros y ver qué aviones tenían más combustible. El quinto piloto, Zacarias Moussaui (francés) no pudo secuestrar su avión pues fue detenido en agosto del 2001 por inmigración irregular.

Los atentados lograron lo que no se consiguió en 1993, para el medio día las Torres eran escombros y polvo. Hubo casi tres mil muertos y 25 mil heridos. Después de ese atentado los Estados Unidos declararon la Guerra contra el Terrorismo, guerra que continúa hasta la actualidad.

En la mañana del 2 de mayo del 2011 todos los medios del mundo ponían en primera plana la noticia de la muerte de Osama bin Laden, ahora conocido como El Rostro del Terror. El New York Post decía: “¡Lo tenemos!”, “¡Venganza al fin!”, “Estados Unidos acaba con el bastardo”. El Daily News decía: “¡Púdrete en el infierno!”. El Washington Post resaltó la frase que dijo el presidente Obama al final de la declaración que le dio la noticia al pueblo americano y al mundo: “Se ha hecho justicia”.