Cáncer de piel más común: 20% se detecta cuando ya hizo metástasis

En México, según algunos estudios, sólo sobreviven a los cinco años aproximadamente el 45 por ciento de los pacientes

El melanoma lentiginoso acral (MLA) aparece generalmente como una manchita con varios tonos de pigmentación, a veces puede confundirse con verrugas, y puede presentar ulceración e inflamación alrededor del tejido, dice la doctora C. Daniela Robles Espinoza, quien dirige el Grupo de Cáncer y Bioinformática de la UNAM.

Raro en el mundo anglosajón, en Latinoamérica, en particular México, es el cáncer tipo melanoma más común y mortal. Es el tipo más agresivo de cáncer de piel, ya que aunque representa una minoría de los tumores dermatológicos, causa la mayoría de las muertes por éstos. Cinco años después de ser diagnosticado, sólo sobreviven aproximadamente el 45 por ciento de los pacientes mexicanos.

Por su forma, el melanoma lentiginoso acral parece una lenteja negra (aunque puede también presentarse con otros cambios de tonalidad en la pigmentación) y por donde aparece —en las palmas de las manos, las plantas de los pies y debajo de las uñas— es acral o propio de las extremidades.

Robles Espinoza, creadora de un algoritmo computacional para visualizar mutaciones potencialmente relevantes para éste y otro tipo de cánceres, abunda sobre el melanoma.

En general, dice, la mayoría de melanomas son causados por la luz ultravioleta del sol. Dichos rayos propician mutaciones en genes clave para la división y crecimiento de los melanocitos de la piel.

Hay melanocitos en la epidermis y en órganos internos, como la lengua. En la piel, son las células productoras de melanina y las que al asolearse uno, producen la pigmentación o su tono bronceado, para proteger el ADN de las mutaciones que pueden ocurrir en las células cutáneas.

Los melanomas más comunes en población “blanca” aparecen en la piel con pelo, como el de extensión superficial (crece horizontalmente, como una mancha, y luego invade capas internas de la piel), el nodular (crece verticalmente de manera acelerada) y el lentigo maligno melanoma (aparece como manchas en la piel de adultos mayores).

Estos melanomas tienen mayor prevalencia en Europa, Estados Unidos y sobre todo en Australia, donde la población acostumbra exponerse más a la luz solar. Si se detecta en etapas tempranas, la sobrevivencia a cinco años es del 95 por ciento.

Los más raros y de mal pronóstico son los melanomas mucosos. Ocurren, por ejemplo, en la cavidad oral o en las fosas nasales. Representan cerca del 1 por ciento del total de todos los tipos de melanoma.

En la población de América Latina, Asia y África, el melanoma lentiginoso acral es el tipo más común de esta enfermedad. En México, donde la mayoría de su población es de tez morena, aproximadamente la mitad de los melanomas corresponde a este subtipo.

Según una estimación de GLOBOCAN, una base de datos de la Organización Mundial de la Salud, la incidencia anual de melanomas en México es de dos mil 51. Aproximadamente, esto equivaldría a unos mil casos de melanoma lentiginoso acral por año.

Casi olvidado por raro, los estudios sobre este subtipo de melanoma son pocos y primordialmente en población anglosajona o asiática. Más investigados han sido los cánceres en piel con pelo e inducidos por luz ultravioleta.

A ciencia cierta se sabe que la mayoría de melanomas son causados por efecto de la luz ultravioleta; sin embargo, se desconoce la etiología del lentiginoso acral.

Se postula que su causa podría ser genética o mecánica: por la fricción a la que están sometidas las plantas de los pies o las palmas de las manos por algún oficio o actividad permanente.

Incluso la biología de ambos tumores es diferente. El ADN en el melanoma lentiginoso acral tiene mutaciones más drásticas que aquel de los cánceres de piel con pelo. Su genoma puede perder pedazos muy grandes de cromosomas, y puede presentar cambios en su estructura. La luz ultravioleta no causa cambios tan fuertes.

Como los melanomas mucosos, el lentiginoso acral tiene un mal pronóstico. Contribuye a su letalidad la detección tardía, generalmente en estadio 3. Al momento que se diagnostica, en aproximadamente 20 por ciento de los pacientes ya hizo metástasis. Además, no hay tratamientos dirigidos específicos para este tipo de melanoma y se ha reportado que las terapias que se utilizan en otros melanomas no son tan efectivas.

“En algunos estudios internacionales, cuando se compara el melanoma cutáneo que ocurre en las extremidades con el melanoma acral, se observa que en el primero sobreviven aproximadamente el 80% de los pacientes mientras que en el segundo solo el 60%. No se sabe por qué esa diferencia del 20 por ciento. También hay estudios contradictorios en cuanto a la efectividad de los tratamientos conocidos. Podría ser porque la biología del tumor es diferente.

Buscan pistas para detener el MLA

En el Laboratorio Internacional de Investigación sobre el Genoma Humano, ubicado en el Campus Juriquilla de la UNAM, Robles Espinoza estudia el melanoma lentiginoso acral porque es un cáncer raro, ha sido poco estudiado, no hay tratamientos dirigidos específicos (generalmente se extrae con cirugía o, si está muy avanzado, con amputación de la extremidad) y porque de los melanomas, es el más común y tiene baja supervivencia en mexicanos.

A fin de conocer su biología y su desarrollo en la población mexicana, Robles Espinoza y su equipo analizan el genoma de estos tumores en una cohorte de aproximadamente 200 pacientes con melanoma lentigionoso acral del Instituto Nacional de Cancerología y del Hospital Regional de Alta Especialidad del Bajío.

Estudian también en saliva el genoma constitutivo, que está en todo el cuerpo y es el que heredamos de nuestros progenitores, así como el transcriptoma, que son los genes que se están expresando en la célula o el tumor.

Robles Espinoza ha identificado genes que, aunque no parecen tener un papel importante en el crecimiento de otros melanomas, sí parecen ser relevantes en el melanoma lentiginoso acral, ya que están mutados en una fracción importante de tumores de pacientes mexicanos en estudio.

Tienen pistas de cuáles son los genes que ayudan a las células a expandirse a otras partes del cuerpo y que podrían ser importantes, por ejemplo, para la vascularización, proceso por el cual se crean venas que permiten a los tumores obtener nutrientes.

Un siguiente paso, en colaboración con colegas del Instituto Nacional de Cáncer de Brasil, será mutar esos genes candidatos en un modelo in vivo.

Se introducirán tumores extraídos de cirugía de pacientes en un ratón sin sistema inmune, para ver si crece un melanoma en el animal. Además, se probarán diferentes fármacos para ver si alguno impide su crecimiento.

A la par, en el software o algoritmo computacional desarrollado por el grupo de Robles que ayuda a visualizar diversas mutaciones en tumores, se podrán analizar las características de estas mutaciones y su distribución en los genes en los que ocurren.

Robles Espinoza hace también algo parecido a “arqueología del cáncer” mediante el estudio de perfiles mutacionales. Cada factor carcinogénico imprime una huella distinta en el genoma de las células, por ejemplo, la luz ultravioleta deja un patrón específico en los genomas de los tumores que causa. Otros agentes carcinogénicos también dejan su sello. Se pueden detectar, por ejemplo, las huellas del humo de tabaco o de aflatoxinas, para reconstruir el pasado de los tumores y ver qué detonó su crecimiento.

Estudian además el sistema inmune para entender porque éste no reconoce al melanoma lentiginoso acral y si lo reconoce, por qué no logra eliminar al tumor.

Con sus estudios, Robles Espinoza busca aportar conocimiento que eventualmente sea aplicable a población mexicana mestiza con MLA. Porque, reitera, lo poco que se conoce es en población de Europa, Australia y EU, que tiene diferencias genéticas con nosotros.

Finalmente, Robles Espinoza dice que no hay que alarmarse si se presenta en uno alguna manchita en las palmas de las manos, en las plantas de los pies o debajo de las uñas. La causa puede ser por pie diabético, verrugas u hongos.

Recomienda observar si la mancha cambia rápido de tamaño, forma o color. Y consultar al dermatólogo especializado en melanoma, quien con un dermatoscopio puede hacer un diagnóstico para descartar o confirmar si es MLA.