Canción de invierno, introyección a partir de un viaje

“Es una rebelión a esas películas con las que crecí”, menciona la egresada de la ENAC

Foto: cortesía Mandarina Cine.
Canción de invierno, dirigida por Silvana Lázaro, egresada de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC), cuenta la historia de autodescubrimiento de Danielle y Diego, un par de amigos de la infancia. La cinta se desarrolla a partir del rompimiento de Danielle con su pareja y del viaje que decide hacer con su amigo al interior de la República mexicana. Está disponible en cines a partir de la segunda quincena de julio.

La producción fue parte del proyecto de titulación de Silvana Lázaro en la ENAC. Después de concursar en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara y ganar el Premio Best Frontera Feature en San Diego Latino Film Festival, la película finalmente llegará a la pantalla grande mexicana. El filme es una propuesta para hacer cine desde otra mirada: todo su equipo, a excepción del área de sonido, está compuesto por mujeres.

La historia está contada a través de tres elementos principales: la música, la amistad y el viaje. Los tres son esenciales para Danielle y Diego, quienes intentan trabajar el duelo de una relación de pareja. La música está involucrada desde el nombre de la película y es una parte que no puede pasar desapercibida; está presente en escenas sin diálogo, durante el viaje en carretera y con los personajes tocando instrumentos musicales.

En cuanto al elemento de la travesía, la directora explica lo siguiente: “me interesaba que hubiera una especie de paralelismo entre el viaje interno emocional de Danielle y el físico. Sabemos lo que sueña la protagonista, vemos sus recuerdos y al mismo tiempo está acompañada por el camino que recorre en carretera”.

Ambos personajes de Canción de invierno toman caminos diferentes en el duelo que atraviesan. Por una parte Diego tiene la iniciativa de cambiar su panorama con un viaje en carretera, busca nuevas experiencias, enfoques diversos, conocer a otras personas. Mientras que Danielle no tiene la fuerza para realizar un viaje, se muestra cansada, pensativa, pero desea reconocer otras aristas de su propia identidad.

“La intención era mostrar que los procesos emocionales son diferentes, cada persona necesita de elementos específicos. En la película, Danielle y Diego tienen duelos que se rigen por su personalidad y por las posibilidades que tienen debido al género”, relata la directora. El personaje masculino aprende a ver el mundo de otra forma al caminar por las calles de Tijuana, recuerda que hay más allá de una relación de pareja. Para Danielle cambia la dinámica porque no tiene esta posibilidad de buscar espacios distintos por sí misma, más bien ella realiza una introspección con sus recuerdos y con el nuevo interés amoroso que encuentra en Tijuana.

“Para mí era muy importante cuestionar la manera en que las mujeres hemos sido representadas en el cine. Mi intención con Canción de invierno es romper con los estereotipos y mostrar otras feminidades, otros modos de explorar la sexualidad y la amistad”, declara Silvana Lázaro.

El filme juega con los estereotipos que pueden encontrarse en producciones audiovisuales, los mejores amigos hombre-mujer que terminan enamorándose, la protagonista que encuentra otra pareja para superar a la anterior, la culminación del viaje con la sanación de los personajes. Las líneas narrativas que siguen escapan de esto y nos muestran una historia más real, que conectará de diferentes formas con la audiencia.

La película, que busca posicionarse entre lo documental y la ficción, muestra escenas en donde los personajes juegan futbol y encantados con niños. “Estas tienen la finalidad de mantener a Danielle y a Diego en el presente, porque como adultos se nos olvida jugar así como disfrutar el presente”, indica Silvana Lázaro. Estas secuencias también sirvieron como interacción con los espacios donde grababan, ya que algunas fueron pláticas reales entre los actores y los niños que habitan la frontera.

El equipo de producción tomó la decisión de mostrar otro rostro de Tijuana, que es el destino final de Danielle y Diego, y en lugar del ambiente violento, enseñar otra perspectiva, desde las infancias. “Queríamos salir de los estereotipos que se han formado alrededor de esta ciudad, que ha sido retratada mil veces con narcotráfico y prostitución. Cuando empezamos a filmar nos dimos cuenta que la gente estaba harta de eso, por ello me pareció importante que personas de estos espacios pudieran dejar algo en la cinta”, comentó la directora.

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