La UNAM ayuda a los huérfanos de la pandemia

Casi 7 mil huérfanos en México: otro drama de la pandemia

Alumnos de Posgrado de la FES Iztacala elaboraron un manual dirigido a niños entre 6 y 12 años para tratar el trauma

De 21 países medidos en el mundo, se calcula que México es donde más niños y adolescentes han quedado huérfanos por la Covid. Habrían perdido a sus padres o a sus cuidadores principales (por ejemplo, sus abuelos) 131 mil menores de edad, según una investigación publicada en la Revista The Lancet. (https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(21)01253-8/fulltext).

El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF) ha informado que hay al menos seis mil 866 niñas, niños y adolescentes en situación de orfandad a consecuencia de la pandemia, de acuerdo con datos recabados hasta junio de este año.

De ese total de niñas, niños y adolescentes, cinco mil 74 ya han sido beneficiados con becas y además están pendientes de resolver mil 792 casos. Se trata del Programa de Becas para el Bienestar Benito Juárez, un convenio suscrito entre el DIF y la Secretaría de Educación Pública en noviembre pasado (https://www.razon.com.mx/mexico/roza-7-000-cifra-ninos-orfandad-covid-contando-443614).

Pero eso no es todo, además la pandemia ha ocasionado en esa población distintos duelos al de la pérdida de un ser querido o conocido: también padecen la distancia de los seres queridos, amigos, compañeros y familiares. Para los menores de edad esto se ha manifestado con más intensidad debido a la lejanía de las aulas. De acuerdo con cifras del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) México es el país de Latinoamérica donde los niños han estado más tiempo sin escuela.

Para paliar el dolor

Ante ese problema, la UNAM ha encontrado una forma de paliar, al menos un poco, el dolor de la orfandad, por medio de una herramienta que podría ser utilizada por otras instituciones del Estado mexicano: un cuento y un animalito, un armadillo.

Carolina Santillán Torres Torija, supervisora académica del Programa Crisis, Emergencias y Atención al Suicidio (CREAS) de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, explicó que no tenemos la experiencia de los campos de concentración o de una guerra, pero sí situaciones adversas de la infancia, como poco acceso a servicios de salud mental, bajo nivel educativo, padres que trabajan y una difícil manera de mantener un nivel de vida medianamente digno. “Lo que sucedió con la pandemia es que puso en evidencia estos eventos estresantes crónicos: violencia, acceso a las sustancias, desempleo, muerte, familias que se disolvieron víctimas de la Covid-19, por violencia intrafamiliar, alcoholismo, hacinamiento o falta de redes de apoyo”.

La especialista advirtió que es ingenuo pensar que estas experiencias no marcarán la vida de los niños o adolescentes, porque no sólo es la perdida que vivió en casa por no haber podido ingresar a un hospital, o por la imposibilidad de conseguir un tanque de oxígeno. Tampoco esos niños tuvieron escuela, deporte ni expresiones artísticas y, por tanto, “presentarán sintomatología ansiosa, depresiva, rezago educativo que notarán los profesores en los próximos años y también el abandono porque muchos niños y adolescentes no regresarán a la escuela”.

Ante esa preocupación, estudiantes de la materia Práctica Avanzada de la carrera de Psicología de la FES Iztacala fueron a escuelas en el Estado de México y entrenaron a los niños. Les había tocado en 2017 trabajar el tema del trauma por el sismo y han diseñado intervenciones de habilidades socioemocionales y crearon materiales para tratar estrés agudo, crónico y postraumático.

Se trata de un manual dirigido a niños entre 6 y 12 años, contiene un cuento para tratar el duelo y el trauma, donde los personajes son un armadillo, una mariposa para el estrés bajo, y un oso para el estrés crónico. Los personajes narran cómo viven una pérdida o los sentimientos por los que están pasando. Estos animales se escogieron porque son propios de la cultura mexicana, querían transmitir cualidades propias de los mexicanos, como la calidez, o el que arropa a alguien más.

Al cuento lo acompaña un cuaderno de actividades para que el docente pueda estructurar esta narrativa y utilizar conceptos del modelo de psicoterapia cognitivo conductual. Se trata de 10 actividades para desarrollar, realizadas en modalidad a distancia, y se ponen en práctica en Zoom con los niños en dos escuelas primarias, de primero a sexto, y hay adecuaciones para niños mayores. “Esto logra que la Universidad siga dando respuesta a los problemas sociales del país”, aseguró Carolina Santillán.

En sus palabras

¿Cómo han vivido estos dolores los menores y la herramienta para ayudarlos? Santillán mencionó que generalmente lo primero que ven y que les refieren los niños es que el cuento logra poner en palabras lo que ellos han estado sintiendo.

“A veces cuando uno tiene una pérdida, especialmente cuando el cerebro apenas se está desarrollando, no sabe uno distinguir entre qué es frustración, qué es una sensación de sentirse vacío, abandonado. Se intenta identificar emociones básicas: miedo, tristeza, desagrado, alegría, pero el duelo genera otros sentimientos que son estas construcciones que van después de las emociones que son lo básico. Muchos de los niños tienen sentimientos encontrados porque la enfermedad (como la Covid) en ocasiones genera sufrimiento. Un infante puede sentir al mismo tiempo tristeza de que su papá no está, pero también tenía mucho miedo de que iba a quedar mal o que lo vio sufrir, a tal nivel que ya no quería que sufriera, y puede no lograr contactar con que se sentía culpable por querer que su papá ya no sufriera, pero triste de que ya no esté o con miedo de cómo iba a quedar: usando oxígeno de por vida, con todas las secuelas que tiene la Covid.”

Agregó: “Los niños nos dicen: gracias, ya pude entender cómo me siento, porque no sabía cómo me sentía. Me sentía de muchas maneras; ya supe que podía sentir varias cosas a la vez y después ya supe cómo identificar en qué momento esto es parte de un proceso natural de pérdida o en qué momento ya mi emoción está siendo muy intensa y necesito hablar con alguien más. No nada más hacer los ejercicios del manual. Necesito pedir ayuda”.

Indicó que muchas veces lo que ocurre es que cuando se revisan estos cuentos el primero que procesa el manual es el cuidador, quien tampoco ha tenido un espacio de reflexión y catarsis. La sobrecarga ha sido muy importante, tienen que sacar recursos de donde pueden para poder duplicar o triplicar la eficiencia de la misma canasta básica que tenían todos los días para comer, de organizar los espacios para la casa, de lidiar con los roces que habrá cuando hay hermanos que están en pérdida, que tienen diferentes estilos de afrontamientos ante la pérdida.

“Este es el séptimo año trabajando con dos escuelas en particular, en donde cada semestre reciben un taller; de tal manera que ahora tenemos a estudiantes que van en sexto de primaria que llevan 12 talleres y que entonces ya traen muchos conocimientos. El clima en el aula es diferente, la empatía cuando un compañero tiene una cuestión. Y también tenemos las experiencias muy dolorosas de que a través de estos talleres de pronto salen situaciones importantes. Niños que han vivido o presenciado la muerte de sus papás y que, desafortunadamente, aunque hay servicios de salud mental son insuficientes.

“Estos talleres son útiles porque no tienen acceso a ningún otro servicio, porque es muy caro, porque es muy lejano, porque no es especializado. Casi siempre al finalizar el semestre y cada vez que comenzamos nos reciben con muchísimo gusto.”

Los materiales, debe destacarse, cuentan ya con revisión y aprobación del Consejo Técnico y autoridades, así como de los padres de familia y los cuidadores, “para que todos los actores estén involucrados” y tengan la misma información.

En este proyecto multidisciplinario se trabaja desde hace siete años con profesores y pedagogos en dos escuelas primarias del Estado de México, y para poder llegar a más personas crearon un canal de YouTube (https://www.youtube.com/watch?v=jN6TF4GmuUc) para que los docentes o psicólogos de las escuelas puedan descargar de manera gratuita el material disponible. “Todo esto ayuda a detectar a aquellos niños que no tienen suficiente con un apoyo grupal, sino que deben ser canalizados para recibir atención individual porque los síntomas ya son moderados o graves”.

Quienes preocupan

La doctora en Psicología de la FES Iztacala detalló que 70 por ciento de las personas que viven un evento altamente traumático o estresante saldrán adelante por sus recursos o por el apoyo social que tienen, lo que preocupa es el otro 30 por ciento que ya tenían antecedentes adversos de la infancia y de salud mental, consumo de sustancias en la familia, que hayan sido gestados en un ambiente de estrés y/o pobreza.

Las intervenciones universales son buenas porque dotan de habilidades que los ayudan a salir adelante y a través de ellas puede detectarse quienes son parte de este 30 por ciento para requerir ayuda específica, dijo la experta.

Asimismo, afirmó que las personas y en especial los mexicanos son expertos en adaptarse, son resilientes, y al vivir este evento en comunidad se puede platicar de él y compartir cómo se ha vivido para sobreponerse.

Todo el material está disponible de manera gratuita en la página de Facebook del CREAS en @iztacalaCREAS·Universidad y ya se está trabajando en escribir un libro a partir de estos manuales que también serán de libre acceso.

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