Deporte adaptado

Cathia Valdes, una guerrera puma con arco

Este año logró medalla de oro en el Para Gran Prix Mexicano, competencia internacional

Foto: Manuel Ojeda.
Foto: Manuel Ojeda.

Después de someterse a diferentes operaciones que dieron como resultado final la decisión de amputar su pierna izquierda tras un padecimiento congénito, Cathia Valdes Islas, arquera de la Asociación de Deporte Adaptado de la UNAM, ha representado a la Universidad en distintos eventos de talla internacional.

Este año consiguió uno de sus logros deportivos: medalla de oro en el Para Gran Prix Mexicano. Otra de sus metas es clasificar para Tokio 2020 y representar al que llama su “México lindo y querido”, lo que sería la cumbre de su trayectoria en el tiro con arco.

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Es originaria de Tlaxcala. Nació sin el peroné de la pierna izquierda y con el fémur semiarqueado, con una discrepancia que aumentaba al paso de los años. Este padecimiento congénito la llevó a tener una vida en hospitales desde el comienzo de su vida, hasta que a los 6 años de edad le amputaron la pierna izquierda por debajo de la rodilla.

“Es entonces que empiezas a formar el carácter, a luchar, a ir contracorriente y ser guerrera desde pequeña”, dice orgullosa, mientras recuerda que con amor familiar, fuerza de voluntad, disposición y ayuda de especialistas pudo salir adelante. “Representar a la UNAM ha sido y siempre será un honor. Le agradezco que me haya abierto sus puertas, haya confiado en mí y por ponerme en este camino deportivo”.

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En 2016, participó por primera vez en el torneo sobre silla de ruedas con sede en Toluca, sin quedar satisfecha con su resultado que, sin embargo, la puso con mira al Campeonato Para Panamericano de Tiro con Arco en Medellín 2018, en donde obtuvo medalla de bronce en Ronda Olímpica Individual. Luego consiguió el subcampeonato en el Nacional de Exteriores 2018 y la presea de oro en ronda olímpica del Para Gran Prix Mexicano.

“Cuando estaba en el pódium, frente a la bandera de México, y empecé a escuchar el Himno Nacional la piel se me erizaba. Nunca dejaré de repetir que a mí el tiro con arco me cambió la vida”, asevera.

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“En la UNAM revaloricé la vida. Reconocer que hay tanto qué agradecer y aún mucho por luchar, fue el mejor regalo. Ahí me di cuenta que mi vida no ha sido tan dura como la de otros”, reflexiona.

Lo más importante ahora es el ejemplo que deja a su hija: “Que ella me vea luchar siempre, que no exista el ‘no puedo, me da miedo’ y que diga: ‘si mi mamá que no tiene una pierna lo puede hacer, yo también puedo, por qué no’”, concluye.

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